José Luis Justes
Hace muchos muchos años en un reino junto al mar / habitó una señorita cuyo nombre era Annabel Lee / y crecía aquella flor sin pensar en nada más / que en amar y ser amada, ser amada por mí
(Edgar Allan Poe,
traducción Santiago Auserón)
En la conversación cotidiana en que los nombres de escritores se han convertido en adjetivos (“una situación dantesca”, “una pesadilla kafkiana”, “una valentía quijotesca”, “un estilo paciano”) es una pena, o un descuido a remediar, que no se haya usado a Edgar Allan Poe (a titulo de curiosidad: nombres respectivos de las tres mascotas de los mediocres Baltimore Ravens) para crear el adjetivo poesco y referirse a ese terror que viene a veces en las noches y del que nunca podemos explicar a ciencia cierta su origen.
“No espero ni pido que alguien crea…
en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño.” Así comienza, resumiendo de un modo perfecto su propia obra, Edgar Allan Poe uno de sus cuentos más conocidos, “El Gato Negro”. Dentro de uno o dos días, el 19 de enero, se cumplirá el segundo centenario del nacimiento de uno de los escritores fundacionales, y por eso mismo fundamentales, de ciertas literaturas de género como el del terror, el de misterio o el policiaco.
Gran parte de lo que hoy se asume como cotidiano, e incluso ya genérico en el peor sentido de la palabra, viene de él. De sus personajes en situaciones extremas, mortalmente extremas, viene el cine de terror gore de los cuales es epitome “Saw (Juego Macabro)” que no es sino una elaboración gráfica de “El pozo y el Péndulo”. C. S. I. (de la que, oh tristeza, el jueves desapareció Grissom para siempre) viene de la lógica de Dupin, de los primeros detectives del escritor de “La carta robada”, “Los crímenes de la Rue Morgue” o “El escarabajo de Oro”. Y, aunque no a la altura del más famoso “Tales of mistery and imagination” de Allan Parsons Project, más de cuatrocientos grupos, de todos los pelajes y estilos, aunque ciertamente escorados hacia el dark o el speed metal, han usado literal o indirectamente inspiración para sus canciones.
“Todo lo que vemos o parecemos es solamente un sueño dentro de un sueño. Es dudoso que el género humano logre crear un enigma que el mismo ingenio humano no resuelva”. Algo que asombra no tanto al leer sino a releer a Poe es la inteligencia que logra insuflar en todos sus escritos que, al principio, parecen insensateces o delirios de un loco pero no son más que una mano fuertemente amaestrada, conscripta a unas reglas férreas, las reglas de la composición. Ese es, precisamente, el título del ensayo que dedica a explicar cómo escribió su más famoso poema, “El Cuervo” en el que, ironía de la genialidad que de cuando en cuando ocupa a los verdaderos escritores, no logra explicar nada.
Un último homenaje
Desde 1949, según la leyenda, un hombre se acerca cada madrugada del diecinueve de enero hasta el lugar original de la tumba de Edgar Allan Poe con una copa de coñac y tres rosas. Celebra solitario un brindis a la memoria del escritor, apura la copa y deja las tres rosas. Para nosotros, lejanos, el mejor homenaje, la mejor celebración de cumpleaños es, sin duda, leerlo, releerlo.
Otro cumpleaños
En “Shakespeare in love” una inolvidable Gwyneth Paltrow aunque no tanto como en “Sylvia”, que también cumple años el mismo 19, acaba de acostarse con Shakespeare por primera vez (de ella, claro). La conversación es maravillosa. Ella comenta lo que acaban de hacer (“Jamás hubiera pensado que hubiera algo mejor que una obra de teatro”), el dramaturgo lo corrobora (“Sí lo hay”). Pero no espera que ella le ponga en un aprieto (“¿Mejor que tu obra?”). Y silencio, todo lo demás es silencio.
W. D. Snodgrass (1926-2009)
“La experiencia me ha enseñado que es fútil y vano / todo lo que rodea la vida. // Te voy a enseñar algo bastante desagradable: / algo que algún día te salvará la vida. // Ver que ninguna de las cosas que temo / contienen es sí mismas nada bueno ni malo (…) // Ser, actuar, vivir. Pedir primero, / en otras palabras, existir de hecho. (…) // ¿Qué maldad, qué crimen indecible / ha hecho que tu vida valga la pena?”
Banda Sonora
No será peor de lo que era. / No será peor, seguro que es mejor. / Y aunque juré que nunca más / voy a darme una fiesta por mi cumpleaños. (“Cumpleaños total”, Los Planetas)




