8 de marzo de 2009, Día Internacional de la Mujer, siglo veintiuno. ¿Qué significa hablar hoy en día de “las mujeres” y de su problemática? ¿Puede realmente hablarse de una problemática genérica? ¿O es acaso necesario reconocer que las múltiples categorías sociales que agrupan a las mujeres suponen situaciones y problemáticas singulares en cada caso? Mujeres jóvenes, mujeres adultas, mujeres ancianas; obreras, trabajadoras agrícolas, empleadas, profesionistas, amas de casa, madres trabajadoras, madres solteras, madres adolescentes, madres jefas de familia, mujeres estudiantes, mujeres violentadas…
En un mundo en el que los cambios sociales y culturales son cada vez más vertiginosos, la participación social de las mujeres en muy distintos ámbitos más allá del de la familia es una realidad patente e incuestionable en la actualidad. En el marco de la expansión de la educación a nivel mundial y desde luego en nuestro país, las mujeres han accedido de manera creciente a la escolarización, logrando niveles de formación insospechados apenas unas cuantas generaciones atrás. Su incorporación cada vez mayor al mundo laboral es también incuestionable; en grado menor, al ámbito de la vida política, al de la toma de decisiones y la gestión pública.
¿Estos cambios son, sin embargo, igualmente benéficos para todas las mujeres? O, desde otra perspectiva, ¿estos cambios han repercutido inequívocamente en una mejoría de la condición femenina? ¿Han traído consigo nuevas problemáticas que se superponen a las problemáticas añejas y tradicionales? ¿A las que derivan de una enraizada discriminación que las legislaciones y políticas públicas a favor de la equidad de género no han logrado suprimir?
Pensemos, por ejemplo, en la incorporación creciente de las mujeres al mercado laboral; en el marco de este fenómeno, la doble jornada es una realidad omnipresente para la inmensa mayoría de las mujeres trabajadoras, independientemente del ámbito laboral en que se desenvuelven o de la tarea que realizan. Más aguda, desde luego, para las mujeres que se ubican en los niveles más bajos de la escala ocupacional, pero indisociable de la condición femenina aun en el caso de las mujeres con mayor preparación educativa y profesional. Acoso sexual, discriminación laboral, salarios menores a los que perciben los varones ante una misma tarea, ¿son situaciones inexistentes en la actualidad o siguen constituyendo problemas que requieren una actuación integral desde todos los frentes posibles?
Pensemos, por ejemplo, en el número también creciente de mujeres que hoy en día enfrentan la responsabilidad de encabezar una familia, como resultado de modificaciones en la estructura familiar que impactan inevitablemente y en forma más ominosa la situación de las mujeres, imponiéndoles nuevos y más exigentes roles. ¿Cómo enfrentan esta situación mujeres de distinta edad, de diferente escolaridad y diversa ubicación laboral? ¿Qué problemáticas están presentes en cada situación? ¿Qué desafíos en materia legislativa supone la reconfiguración de las estructuras familiares a fin de brindar mayores apoyos a las mujeres que, además de ser madres, son jefas de familia y únicas proveedoras?
Pensemos, por ejemplo, en la violencia contra las mujeres. Problemática añeja que lejos de desaparecer se recrudece, diversificando sus formas de manifestación y alcanzando a mujeres de toda condición. Hoy en día, ¿cuenta nuestro país con las normas necesarias para garantizar la integridad física y psicológica de las mujeres en todos los ámbitos en que éstas se desenvuelven? ¿Qué falta en este país por hacer para asegurar ambientes de convivencia sana entre los géneros en la familia, en la escuela, en el trabajo, en la política, en las calles de nuestras ciudades?
Pensemos, por ejemplo, en las condiciones de salud de las mujeres y su enorme desigualdad si se atiende a las categorías que las agrupan. ¿Qué expectativas de vida sana tiene una mujer que habita en el medio rural frente a una mujer que lo hace en el ámbito urbano? ¿Qué problemáticas específicas enfrentan hoy las jóvenes mexicanas en materia de salud? ¿Cuáles son las que aquejan a las de mayor edad? ¿Nuestra legislación protege en todos los casos su derecho a la información, a la autodeterminación, a la libertad de decidir sobre su propio cuerpo, a la salud en el más pleno sentido de la palabra?
La realidad se empeña en mostrarnos que no basta con legislar a favor de la equidad de género para mejorar la condición femenina. Hoy en día, las mujeres del mundo, del país y de esta entidad siguen enfrentando diversas formas de discriminación que es necesario reconocer, abordar y erradicar desde todos los frentes. En la base, y como un sustrato perverso de la desigualdad de género, la desigualdad social que golpea de manera especialmente cruda a las mujeres pobres de este país, que día con día tienen que enfrentar la disyuntiva de alimentar a sus hijos o atender sus propias necesidades de vestido, salud, educación y recreación.
De ahí la importancia de un espacio como el que quiere construir el Partido de la Revolución Democrática y pretende constituir este foro; un espacio para recoger, desde la perspectiva de las mujeres, una visión de las problemáticas que una propuesta legislativa comprometida con la equidad de género no puede y no debe ignorar.
*Texto leído en el Foro de Propuestas para una Agenda Legislativa en torno a la Problemática de las Mujeres