
¿Cuántos importantes actos de nuestra vida se calculan, se tasan, se pactan en tanto por ciento? Hablar en números absolutos no es cosa fácil. Además de requerir una memoria prodigiosa, al comparar dos cantidades o magnitudes de cualquier tipo o clase, nos dejaría con una gran incógnita acerca de si dos o más resultados son realmente comparables. Ejemplo, ¿cómo se comparan las ventas de las principales marcas de vehículos automotrices en tres zonas metropolitanas, de un país?
Resulta obvio que la primera respuesta se basa en los números absolutos registrados para cada compañía y según sus resultados por cada zona estimada; pero tener una imagen clara de cómo se comparan unas cifras frente a otras, resulta en un verdadero quebradero de cabeza. En cambio, con la simple estimación de cada marca según el “Tanto por Ciento” de lo vendido, y de manera proporcional en cada zona de venta, nos arroja los porcentajes relativos tanto a montos como a magnitudes por zona del país. Y con esta base podemos realizar comparaciones muy ágiles y fáciles de entender, tanto para una sola compañía automotriz como para el conjunto de ellas que se está comparando: la marca R, vendió un T-1 más alto en Monterrey que en Guadalajara, pero menor que en la Ciudad de México; en cambio la marca Z, vendió un T-2 más alto en ésta última que en aquella, etc.
A nuestro salario se le deduce un tanto por ciento para el fondo de ahorro; la tarjeta de crédito me cobra un tanto por ciento de interés sobre el monto de lo que compro con ella; el inversionista recibe como utilidad/pérdida un tanto por ciento del producto representado en plusvalía/minusvalía sobre el monto de su inversión; la merma en la producción agropecuaria de la presente temporada se calcula en un tanto por ciento de la superficie sembrada o sobre la magnitud relativa de los hatos de cabezas de ganado inventariados al inicio del ciclo productivo; el aprendizaje de los niños en la enseñanza primaria, se compara según un tanto por ciento, con el obtenido el ciclo lectivo anterior, y es comparable a otras escuelas. Incluso a nivel jurídico, los contratos que crean personalidad, o sociedades, tasan la participación relativa entre los socios según un tanto por ciento del capital total declarado y pagado, que al final les sirve para estimar su derecho “al tanto” o “del tanto”, según sea el tipo de sociedad que se constituyó y el reparto que está en suerte. En el sistema judicial, se estima el “tanto por ciento” de las víctimas que encuentran plena reivindicación a sus derechos conculcados, o por antítesis se conoce el grado de impunidad con que resultan beneficiados los delincuentes. En política, gracias al “tanto por ciento”, se estima el grado de participación de la sociedad civil en la toma estratégica de decisiones, etc. Esa proporcionalidad hace más fácil y comprensible la dimensión de lo que estamos hablando. Y con todo ello, resulta que la operación del tanto por ciento tiene un alto grado de incertidumbre, cuando intervienen otros factores o variables, que no permiten un grado de comparación tan grueso, y que por dejar fuera otras probables causas, su cálculo resulta impreciso y acaso inexacto. Y por ello existen otras alternativas matemáticas como son: la media aritmética, la media aritmética ponderada, la mediana, la moda, la desviación estándar, la correlación lineal, la varianza, etc.
El corolario de esta digresión apunta a que no caigamos en la trampa de ingenuidad de menospreciar la importancia de un incremento, digamos en materia electoral, del conteo de votos nulos, en su comparación relativa con el porcentaje de ciudadanos que votó, y de los que se abstuvieron. Pues la magnitud absoluta de sus resultados equivale, ni más ni menos, que al grado de legitimidad con que deberán operar nuestros representantes políticos, y ésta no es una consideración menor.