¿Qué tan horrible puede ser un monstruo?, ¿cuántas noches antes de dormir, los niños leen un cuento y se van de viaje con los personajes?, ¿existe un poema que le ayude a los monstruos a encontrar lo que están buscando?, todas y estas muchas preguntas más pueden correr por la cabeza de alguien cuando termina de ver una obra de teatro como Horripilantario, del grupo de teatro La Tribu, que en esta ocasión presentó un par de funciones por la clausura de los talleres de verano, de la biblioteca Enrique Fernández Ledesma.
Ayer se hizo realidad una vez más el conjuro de combinar los poemas de la bruja maléfica llamada Rodomira que sale del Horripilantario, al igual que los demás personajes, como por arte de magia, sin decir quiénes son se presentan, hay un vampiro verde, un sapo, un viejo, una mujer, todos son enormes, de grandes ojos, colmillos afilados, cabellos despeinados y risas macabras.
Todos ellos al ritmo de los versos que resultan de los conjuros de la sopa de letras de Rodomira, cumplen diferentes sueños, el viejo se pone a leer el libro de poemas, el ogro se enamora de una mosca morada, al vampiro le regalan unas alas y una varita para que se vuelva hada, todos ellos viajan entre la realidad y la imaginación de una niña que desde su cuarto abrió el baúl de los monstruos.
La sala de lectura de la biblioteca estaba prácticamente llena de niños que asistieron durante las semanas de vacaciones a la biblioteca Enrique Fernández Ledesma a las diferentes actividades organizadas en cada semana y tuvieron unos invitados especiales que fueron los niños de la biblioteca Fray Servando que también tuvieron actividades de verano.
Con la presentación del Horripilantario una de las intenciones era precisamente enseñarle a los niños a través de los títeres, la riqueza de la lectura, los libros y el mundo fantástico entremezclado con las palabras que se asoma de a poco, sobre todo a los niños, cuando están por dormirse o cuando hacen su casa de sábanas y se meten en ella o cuando desde debajo de la cama abren un libro completamente y los ojos se les abren grandes, muy grandes al maravillarse.
