
nos años atrás, (Feb. 23, 2004), el entonces presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Alan Greenspan, enunció una enigmática consigna que se hizo realidad: “Los consumidores norteamericanos podrían beneficiarse, si los prestamistas proveyeran mejores productos hipotecarios alternativos, a las hipotecas tradicionales de tasas-fijas. En la medida que los propietarios de casas se vean impulsados por temores a shocks de pagos, pero estén dispuestos a manejar sus propias tasas de interés de riesgo, la hipoteca tradicional de tasas-fijas será un método costoso para financiar una casa”. Esta premonición manifiesta iba a detonar, cuatro años más tarde, la gran “fundición” (“the meltdown”) financiera que desencadena la actual recesión mundial; en la que precisamente esta fracción del capital hegemónico juega el papel central y contagia sus tremendos efectos tanto sobre las otras dos grandes fracciones que son la productiva y la mercantil o del intercambio; como también sobre ramas precisas de la industria, particularmente la de construcción, la automotriz y, por efecto dominó, sobre todas las otras ramas de la producción y servicios.
En este escenario de crisis global, se han ido levantando voces que
en buena medida nos ayudan a entender la verdadera naturaleza y
consecuencias de la gran recesión que vivimos. Sigo algunas de estas
voces, como representativas de la definición sin tapujos de la
situación generalizada por la que atravesamos; y ello con el ánimo no
atizar más a la hornaza en que se derriten valores y fortunas enteras,
privando a los más vulnerables del legítimo derecho universal a una
calidad de vida digna, sino para suscitar un estado de alerta y de
lucidez sobre todo en nuestros tomadores de decisiones, que nos permita
como sociedad la transformación de esta fatalidad en un tránsito
esperanzador a un mejor futuro.
Retomemos, pues, nuestro buen sentido y espíritu iberoamericano que
sale adelante frente a la adversidad, porque aprendió a llamarle “al
pan, pan, y al vino, vino”. Sigo un elenco de citas tomadas de la
revista Newsweek. -“Yo he estado por muchos años en Wall Street, y
nunca había visto un fin de semana como éste. Estamos ahora
desencordando lo que han sido años de tonterías en los mercados
financieros, y las tonterías están siendo vaporizadas al mismo tiempo
que estamos hablando, desafortunadamente junto con el precio de bolsa
de una cantidad de compañías envuelto en ellas”. Michael Holland, 64
años, presidente y fundador de Holland & Co., con base en Nueva
York, (sept. 15, 2008). Día de la bancarrota de Lehman Brothers.
-“…En esta sumamente volátil y peligrosa situación macroeconómica,
financiera y geopolítica, el riesgo de recesión de los Estados Unidos
se convierte en un derretimiento sistémico financiero, que no puede
darse por descartado”. Nouriel Roubini, economista, por cuyas sombrías
predicciones fue apodado “Dr. Doom –fatalidad-”, (agosto 7, 2006).
“Yo pienso que todos nuestros esfuerzos, hasta el momento, han
producido resultados… Y pienso que en la medida que esos brotes verdes
comienzan a aparecer en diferentes mercados y en que algo de confianza
empieza a regresar, comenzará la dinámica positiva que recupera a
nuestra economía… Yo sí veo esos retoños”. Ben Bernanke, Presidente de
la Reserva Federal, (marzo 15, 2009).
“Algunos de los así llamados ‘retoños’ observados en la economía, en
los meses recientes, pueden definirse como brotes verdes sólo si se
comparan con la imagen económica pintada al principio del año… Dado que
la recuperación de la demanda privada será débil, la economía está en
un equilibrio inestable propensa a un crecimiento anémico (muy por
debajo de su potencial) en el año 2010, presentando el riesgo de una
recesión de doble caída”, Nouriel Roubini, (Agosto 20, 2009).
Si atendemos, con seriedad, según indica la ortodoxia del análisis
socioeconómico de vanguardia, a estas voces que provienen del centro
mismo hegemónico mundial, estaremos sintonizando primeramente nuestra
escucha atenta, a lo que constituye el meollo de la crisis actual: se
trata de una “crisis sistémica”, es decir, que ha afectado la
estructura misma de los usos y prácticas con que nos proveemos de
satisfactores para nuestras necesidades esenciales, por un lado; por
otro lado, representa el horno crematorio de muchas veleidades humanas
como es el desmedido apetito de ganancias rápidas, de bonos copeteados
inmerecidos, al decir de San Agustín: “libido possidendi”, la pasión de
poseer, que evaporó consigo no tan sólo riquezas mal habidas, sino que
deprimió a otros factores e importantes segmentos económicos que, hoy
por hoy, mantienen en vilo una frágil recuperación de la economía de
todos.
Todo lo anterior, a condición de que los tomadores estratégicos de
decisiones, entiendan cabalmente su papel histórico. A sabiendas que
ellos no son tan sólo poderes del gobierno, sino también de la
iniciativa privada y actores clave de la sociedad civil; y operen en
concierto las decisiones de fondo, capaces de poner la buena simiente
de “retoños” que signifiquen de verdad la esperanza comunitaria a la
que tenemos derecho. En este sentido, no es el regateo político de no
pagar los costos de la crisis, lo que nos sacará de este pantano; ni es
el 2% de incremento al IVA, por sí solo, como tampoco las medidas
meramente economicistas; son las decisiones integrales en que pesan y
no con suma levedad, las opciones de disciplina tanto corporativa como
sindicales, las que al final pesen más en la balanza que las puramente
fiscales y monetaristas. Retomemos nuestro origen hispanoamericano: “a
lo hecho, pecho”