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viernes, diciembre 5, 2025

En relación al artículo publicado hoy por Enrique Rodríguez Varela

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Estimado Enrique: 

Como siempre me sucede en estos temas, tu respuesta viene en términos generacionales, más que lógicos. Al no haber vivido junto a Martínez Verdugo ni a Valentín Campa (que se enfrentaban a caudillos sindicales del estilo del revolucionario Martín Esparza, por cierto), no tengo por qué emitir ningún juicio contrario a lo que los de tu generación dictan sobre la vida pública.  

 

Amigo: comparar las causas de Esparza con las de Heberto Castillo es un despropósito digno de quien lucha con fantasmas. Martín, ahijado político de Carlos Salinas de Gortari, ha sido un profesionista gris y un grillo excepcional. De sus 22 años de servicio como electricista, 17 han sido ocupando posiciones directivas en el SME. 

Parece ser que en aquellos tiempos en que la educación básica era mejor que la que nos brinda Elba Esther Gordillo, no se enseñaba a argumentar con números, y de ahí la enorme resistencia a usarlos. Por ello, me permito ilustrar lo revolucionaria que es la estructura del SME (de la cual están ajenos de culpa la mayoría de sus agremiados): 

Por concepto de servicios personales, el Sindicato Mexicano de Electricistas costó al Estado, este año, casi 14 mil millones de pesos. Una cifra que contrasta con los datos recabados por  un periódico que suelen leer mis detractores (“La Jornada MÉXICO”) en su edición del pasado 14 de octubre. ¿Por qué? Porque “La Jornada MÉXICO” (así le dicen para que no se confunda con la de Aguascalientes, según ellos) evidenció que más de 23 mil trabajadores ganaban 6 mil pesos o menos al mes.  Es decir, que el 50% de los trabajadores afiliados al SME representaban un gasto de 1,500 millones de pesos, mientras que el otro 50% le costaba al Estado $12,000 millones. 

Una proporción de 8 a 1, entre una mitad favorecida por los caciques del SME, y el resto de los electricistas “de a pie”; sin duda, una idea de justicia “totalmente coherente” con el legado de Demetrio Vallejo. 

¿Fue eso una decisión unilateral de Esparza y cía.? Por supuesto que no. Esas condiciones fueron acordadas en complicidad de la dirigencia del SME y los gobiernos federales. Especialmente, a partir de tu admirado Carlos Salinas de Gortari. Una relación contractual involucra, cuando menos, a dos partes, y la “intentona” calderonista de lavarse las manos de este despilfarro ha sido una broma de mal gusto, como lo señalara el domingo pasado Edilberto Aldán. (Quien, por sus criticas al servicio que da Luz y Fuerza, también debería de ser calificado como “centrista y políticamente correcto”). 

Sin embargo, para ilustrar la mentira de la “desinversión progresiva” del Estado en la Compañía de Luz y Fuerza, me permitiré adjuntar una gráfica reveladora, que hasta los alumnos de Carlos Jonguitud Barrios podrían entender: 

P.D. En alusión a tu “pilón”, leo y re-leo el artículo del intelectual al que más admiro, Rolando Cordera (editorialista de “La Jornada MÉXICO”) y no encuentro en dónde su opinión se oponga a la mía, y reivindique el diseño de Luz y Fuerza del Centro y del SME. Como colofón, un par de citas de su texto: 

“Hace mucho que los grupos gobernantes perdieron la oportunidad de cumplir con la Constitución y sus leyes secundarias en materia eléctrica. El mandato era claro y preciso: el servicio eléctrico es público y responsabilidad del Estado y debe prestarse por una entidad única, como debería ser la CFE, a la que correspondería un solo sindicato que debería ser democrático y capaz de coadyuvar en la planeación y gobernabilidad de una industria estratégica”. 

“Lo que sí hubo fue el descuido de la industria y su solapada apertura al capital privado, sobre todo trasnacional, hasta llegar a esta maraña administrativa y laboral de la que, de nuevo, es emblemática Luz y Fuerza.” 

P.D.2 Acertijo: ¿El SME se fundó como una organización sindical para defender a los trabajadores de los abusos del poder público, o se fundó desde el poder público para legitimar a una clase dirigente corrupta e ineficiente?

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