José María RemesTroche, médico internista del Instituto de Investigaciones Medico- Biológicas de la Universidad de Veracruz, reconoció que a pesar de que existe una vacuna contra la hepatitis B, este mal se sigue presentando en el 0.8 por ciento de la población mexicana, siendo en el 80 por ciento de los casos asintomático hasta por 20 años, presentando como primer síntoma daños irreversibles en el hígado por cirrosis hepática, así lo expresó durante sus participación en el curso de Capacitación y actualización en VIH-SIDA y Hepatitis B que realiza el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), para su personal y estudiantes de medicina de Aguascalientes.
Explicó que la hepatitis B es una enfermedad crónica que en un elevado número de pacientes puede desarrollar, cáncer de hígado y cirrosis hepática siendo las principales causas de muerte. Este último padecimiento crónico degenerativo caracterizado por la formación de tejido cicatrizal que “daña la estructura del hígado, bloqueando el flujo de sangre a través del órgano”, disminuyendo la capacidad del hígado para procesar nutrientes, hormonas, fármacos y toxinas, así como la disminución de la capacidad para producir proteínas”. Apuntó que para la cirrosis hepática no hay cura, salvo el trasplante hepático.
Remes Troche señaló que una de las razones de porque se sigue
presentando esta enfermedad a pesar de estar dentro del cuadro básico
de vacunación que aplica el sector salud a niños, es porque hasta los
noventa se descubrió la presencia de este virus y la población entre
los 20 y 50 años no fue vacunada, representando un grupo de riesgo
potencial para ser portador de la enfermedad.
Precisó que entre otros grupos de riesgo más específicos además de
los de no haber sido vacunado están, “poblaciones que hacen practicas
de alto riesgo, sexo sin protección, sexo servidores, personas que usan
drogas intra venosas, personas con piercings y tatuajes realizados sin
las mediadas de higiene adecuadas”.
Entre estos grupos de riesgo también se encuentran aquellas personas
que hayan recibido una transfusión de sangre hasta 1990 y personal de
salud que haya estado en contacto con productos biológicos. Apuntó que
la población debe estar atenta si encaja en alguno de los grupos de
riesgo y comentó que de no ser portador de hepatitis B, es importante
ponerse la vacuna.
Respecto a la calidad de vida de las personas que tienen hepatitis
B, señaló, “si es un paciente que no se encuentra en la etapa terminal,
que no ha presentado cirrosis, los nuevos medicamentos son seguros,
accesibles, de los que conocemos los efectos adversos, la calidad de
vida puede ser muy buena, pero el punto es cuando se cruza la línea y
se presenta la cirrosis las posibilidades disminuyen y la calidad de
vida es mala”.
Sobre los medicamentos comentó que después de 5 o 10 años, los
medicamentos contra la hepatitis B se han vuelto resistentes, por lo
que se han diseñado y reformulado genéticamente para evitar la
resistencia “para que el paciente pueda tomar el medicamento el tiempo
que sea necesario para que el virus, se suprima y se elimine sin haber
una resistencia tal”.
El especialista manifestó que existen tres situaciones que influyen
para que se cree la resistencia del virus a ciertos medicamentos,
“tomar medicamentos de forma concomitante, que puedan predisponer a la
resistencia del otros medicamentos, en ocasiones es el mismo virus,
tiende a mutar, y tercero la susceptibilidad del paciente”.




