Continuemos ahora con el tema de mi anterior colaboración con la intención de ir ampliando mi criterio de apreciación de lo que entiendo como arte.
El arte actual es un acto creativo consciente, esto es, que es voluntad de quien intenta al realizar una obra, proponer una imagen, un objeto o un hecho, que tenga los valores que sean el puente de unión de la comunicación, expresión y emoción, entre éste y el espectador, y lo señalo como un intento porque va hacer la comunidad artística y la posteridad quien diga si es arte o no, de momento el artista sólo lo propone como tal.
Regresemos ahora al tema de las habilidades del oficio, que por sí mismas por supuesto que no son negativas, pero en el arte de ahora – y ya desde hace mucho tiempo – ya no son menesteres indispensables, para muestra remitámonos a la obra de Henri Rousseau llamado “el aduanero”, artista naif con evidentes faltas de “habilidad”, pero con gran sensibilidad y gracia que superan esa falta de preparación académica, ¿y acaso alguien duda de que su obra no sea arte?
No, definitivamente las habilidades técnicas y manuales no
estorban, son sólo un medio muy bueno para la creación fundamentada
más en las habilidades del pensamiento.
Durante mucho tiempo se usaron para la búsqueda de la belleza, la
estética que por centurias se tomó como fin último del arte, tanto que
se crearon teorías y métodos para lograrla, se establecieron reglas de
proporción, armonías de colores o formas, leyes de representación de la
profundidad en un plano, sistemas de organizar armónicamente los
elementos en el espacio, cánones de la figura humana, todo alrededor de
una academia que obligaba el desarrollo de las habilidades para
aplicar esas fórmulas. No podía ser de otra manera. Pero la academia ya
desde hace tiempo está superada en sus reglas, han sido rotas por
muchos creadores que van mucho más allá de la belleza. La estética ya
no es la única fórmula de hacer arte.
Por supuesto que hay artistas actuales muy reconocidos en el
panorama nacional e internacional que tienen habilidades y destreza y
en algunos hasta se les podría señalar como virtuosos, que aplican los
recursos de la academia, – aunque no son académicos – que buscan
representar la belleza, que en la unidad, el equilibrio, la proporción,
el tema, el color de la obra, logran la armonía y por lo tanto la
estética, pero no es el único valor que hay en la obra, ésta en su
contemporaneidad es un todo en su imagen e idea, y puede tener además
un concepto muy acentuado, una actitud provocadora o innovadora, una
expresión interna del creador o una manifestación visceral ante una
circunstancia.
Veamos, para ejemplificar lo anterior, la obra del chileno Claudio
Bravo, del mexicano Rafael Cauduro, del norteamericano Chuck Close y
de muchos otros que como ellos tienen a su servicio las habilidades
manuales, para usarlas como medio para la creación.
Si tomamos ahora el planteamiento que hace Duchamp, de que el arte
en su estado bruto, es bueno, malo o indiferente, y tiene un
coeficiente que es alto, mediano o bajo, a el arte que se hace
sustentado sólo en habilidad tendrá uno mediano o bajo, será sólo un
buen técnico pero no un creador, como si lo son los señalados en el
párrafo anterior por lo que estarían comprendidos dentro de los
considerados con alto coeficiente, puesto que su obra va más allá de la
sola aplicación de las cualidades apuntadas.
Ahora bien, tenemos que aceptar que todo arte es subjetivo, por lo
que los esfuerzos para medir con un número o cualquier otro medio lo
realizado, es relativo, y al final podemos seguir como estábamos,
entendiendo lo que es arte como cada uno de nosotros lo definamos.
Pero volvamos a dejarlo pendiente para próximas colaboraciones.




