A ctualmente es más frecuente que una persona reciba una postal vía internet que una impresa entregada por el correo tradicional. De acuerdo al informe de mayo de 2009, de la Asociación Mexicana de Internet, AMIPCI, enviar una postal electrónica es la quinta actividad social online, con un 26 por ciento, mientras que el correo electrónico, email continúa siendo la principal con un 70 por ciento. Incluso, hablando de envío de postales, quizás esta columna titulada, “Postales” sea leída por un número significativo de lectores en la red y no en la modalidad impresa de este diario.
El impuesto del tres por ciento a las telecomunicaciones es un tema que ha generado debates sobre internet y su papel en el desarrollo social, económico y político, del país. La Asociación Mexicana de Internet y Visa expusieron en el estudio sobre comercio electrónico 2009, cómo la economía ha encontrado en el soporte tecnológico de internet nuevas modalidades para la banca, el comercio y diversos servicios como el turismo. El crecimiento de este sector del 2008 al 2009, creció un 85 por ciento, más allá de lo previsto.
Sin embargo, no sólo se debate el tema de los impuestos a las telecomunicaciones con relación a la economía, con respecto a las redes sociales, la capacidad de los ciudadanos para articularse entre sí y generar una expresión colectiva también se ha puesto en la discusión como un asunto medular. Precisamente tanto en la red, como en un espacio público urbano, en el Parque Hundido en la Ciudad de México, se manifestaron los tweeteros logrando llamar la atención de los senadores del PRI, quienes se han comprometido a bajar el impuesto por lo menos a un 2 por ciento y del PRD, los cuales señalaron que votarán en contra del impuesto. Los tweeteros se han nombrado de esta manera debido a que son usuarios del Tweeter, un espacio para establecer relaciones y enviar mensajes en red, creado recientemente en el 2006. Un Tweet, en inglés significa el sonido breve de un gorjeo o canto de un pájaro, lo cual remite a la brevedad de los textos que se pueden enviar a través de este servicio, o en convergencia con la telefonía celular, que deben mantenerse en menos de 140 caracteres.
Lo que los llamados tweeteros pusieron en relieve fue su derecho a hacer uso de esta tecnología para organizarse y formar comunidades en red con distintos fines, señalando cómo los sentidos sociales se han traducido hacia sentidos políticos y una nueva manera de expresarse como ciudadanos. Es una manifestación que cobra especial relevancia en Iberoamérica porque pone en relieve la perspectiva de los ciudadanos sobre el problema de la brecha digital, el cual se da no sólo entre distintas regiones del mundo, sino en un mismo país, ciudad e incluso en una misma familia. El más reciente informe sobre las tendencias en los nuevos escenarios y medios en Iberoamérica, fue publicado por la fundación Telefónica en el 2007. En él, María José Cantalapiedra y Próspero Morán llaman “la brecha infernal” a la situación iberoamericana con respecto a los países en desarrollo en el acceso no sólo a los llamados “nuevos medios”, sino a los medios de comunicación en general. Relatan los déficits y la dificultad en el acceso para la compra y lectura de libros, cinematografía de calidad, a la música mediante la compra de discos compactos y el consumo de diarios impresos. La oferta principal, en Iberoamérica y en México, ha sido la radio y la televisión comercial, que en nuestros países se encuentra tradicionalmente centrada en unos cuantos grupos que concentran el poder mediático.
El problema de la brecha digital se acrecienta precisamente por acciones como la de incrementar los impuestos, en lugar de promover políticas públicas para favorecer a los sectores que no tienen acceso a las telecomunicaciones de tecnología más reciente y tampoco a una educación para adquirir las competencias para hacer uso de ella. El fortalecimiento de la ciudadanía se da no sólo en facilitar y promover el acceso a las tecnologías de información y comunicación, sino en su capacidad para dominar los lenguajes mediante los cuales operan estos soportes, convirtiéndose no sólo en lectores o consumidores, sino en productores activos. La reflexión y la educación para comprender y manejar la gramática mediática es un asunto lejano en nuestra realidad.
Me permito ofrecer un ejemplo para ilustrar los contrastes digitales en el mundo. En Suecia, el 71 por ciento de sus hogares cuentan con una computadora o más con acceso a internet. Este país es una de las naciones con mayor infraestructura en tecnología en telecomunicaciones y el gobierno ha considerado utilizarla como una estrategia para promover su economía, una ciudadanía más activa y fortalecer su democracia. Las nuevas tecnologías de información y comunicación se asumieron como herramientas potentes para activar la economía y un espacio público virtual en donde se incentiva el diálogo y la discusión entre el gobierno, partidos políticos, representantes políticos y la sociedad civil. En general, los países nórdicos y bajos son quienes tienen un mayor avance en cuanto a telecomunicaciones digitales entre su población, no sólo en lo referente al acceso, sino además en estrategias de apropiaciones sociales, educativas y políticas entre sus ciudadanos.
Sin embargo, destaca el caso de Corea con un 94.1 por ciento de sus hogares con acceso al internet de acuerdo al reporte de marzo del 2008 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Este mismo informe señala que el promedio de los países de la OCDE, de hogares con acceso a internet es de 57 por ciento, mientras que en México sólo un 13.5 por ciento de sus hogares cuentan con este soporte tecnológico.
En sentido estricto, enviar una carta o una postal por el correo tradicional es una telecomunicación, sin embargo a pesar de la brecha digital, es decir, de la falta de acceso a internet de la mayoría de la población, la manera en la cual nos comunicamos entre sí tiende a olvidar estas prácticas. Enviar una postal en estos días para las nuevas generaciones es de manera obvia a través de la red. Este hecho, más allá que durante estos días suscita controversia por el impuesto que se propone ejercer, abre varias preguntas sobre nuestra relación con la tecnología, las cuales aún estamos lejos de ser capaces de responder.




