Aguascalientes, la villa quieta de los conformistas, sigue distinguiéndose por ser un pueblo de injusticia e impunidad gobernado por una cleptocracia que asaltó el poder para institucionalizarlo a través de la alternancia. De esta manera, los partidos en el Poder han intercambiado complicidades y han hecho del “tapaos los unos a los otros” la más efectiva tapadera de la corrupción y el peculado que con el PRIAN ha encontrado nuevas y sofisticadas formas de enquistarse en la administración pública.
Cochupos, componendas, concertasesiones, arreglos extrajudiciales, sobornos y operaciones financieras, que en el mejor de los casos infringen la ley dentro de la ley, son el PAN de cada día y el modus operandi de la clase gobernante, experta en manipular los procesos políticos, sociales, económicos y administrativos para mantener sus esquemas de PRIvilegios sin importar el régimen jurídico y tributario de los contratos o convenios que hacen el milagro de la multiplicación de los billetes por la vía de la corrupción Fast Track.
Las denuncias de corrupción y desvío de recursos en el Municipio de Aguascalientes no pueden ser desestimadas por el alcalde en razón de que ignorar las leyes no lo exime de su cumplimiento y su responsabilidad. Ningún funcionario público puede alegar el desconocimiento de las leyes por el sólo hecho de ignorarlas, aún contando con el respaldo y los favores de los mercenarios de la comunicación social que manipulan y depravan la opinión pública para justificar las corruptelas, arrogancia, desfachatez y cinismo de los gobernantes en turno, quienes le apuestan a la falta de memoria colectiva donde irremediablemente se esfuman sus fechorías.
El avicultor “ exitoso” Francisco Gabriel Arellano Espinosa, comisionista estrella del Instituto de Vivienda de Aguascalientes no puede negar que en lo que lleva de su administración la secuela de corrupción que ha dejado a su paso tiene como inventario obras públicas, sobreprecios, licitaciones manipuladas, adjudicaciones directas ilegales, delitos tributarios, desvió y saqueo de fondos federales y municipales, malversación de la ayuda social, influyentismo, tráfico de leyes, decretos y resoluciones amañadas, alianzas políticas mercantilistas, gestiones financieras incestuosas, lavado de dinero, protecciones al narcotráfico, tal como se lo han dicho funcionarios públicos bajo su mando, todos amparados en la impunidad oficial, en el sistema de lealtades delincuenciales y el abuso de poder.
En síntesis, el Presidente Municipal de Aguascalientes seguirá haciendo alarde de sus torpezas y competitividad delictiva; presumir a sus influyentes amigos; confesarse católico y asistir a misa los domingos acompañado de Peña Nieto; publicitar la filantrópica donación de su sueldo con dinero público y balbucear su alianzas estratégicas con los “cerebros” del progreso y los tahúres del porvenir.
Ciertamente, no le queda otra que seguir utilizando todas las formas licitas e ilícitas para legitimar sus acciones de gobierno y “limpiar” la corrupción que ha envilecido al gobierno municipal con todo y las amenazas justicieras para encarcelar a los “ladrones de su ayuntamiento” que se clonan al ritmo de sus ambiciones políticas.
La arbitrariedad, la corrupción y la violencia son el alto precio que el pueblo de Aguascalientes está pagando en virtud de que la inmensa mayoría de ciudadanos no conocen sus derechos ni sus obligaciones. Uno de los grandes problemas de México es la aplicación de la ley. Nunca es tarde para intensificar la lucha y hacer valer las leyes más allá de aquellos que se cruzan de brazos y evitan el esfuerzo para no superar esa histórica deficiencia que tanto ha beneficiado a los cleptócratas de todos los tiempos.




