La “narcocultura” más que una tendencia artística o un tema tratado a profundidad por el arte es una forma de vida que responde a una estructura de valores, unos intereses, una forma de vestir, un grupo de personas de una cierta nacionalidad que conservan muchas características de la sociedad en general, pero ellos por su cuenta adoptan ciertas actitudes propias sólo de un grupo en específico.
Para el ensayista e intelectual mexicano Carlos Monsiváis es un hecho brutalmente delincuencial para el cual no tiene alguna idea de cómo solucionar la ola de violencia que se ha desatado en su entorno.
“No que yo sepa, no que yo piense, si los gobiernos han fallado, si los gobernadores han fallado, si los presidentes han fallado, si las policías han fallado, si incluso la acción del ejército porqué tengo yo que ofrecer una respuesta”.
Sin embargo desde el aspecto cultural entendido como los fenómenos artísticos o el patrimonio, el narco no es un tema que hasta ahora haya hecho mella de manera significativa, de no ser por los narcocorridos que desde la perspectiva de Monsiváis están más bien en una etapa de extinción luego de la última ola de barbarie, en lo referente a artes plásticas no hay nada que él tenga registrado, en literatura hay un puñado de obras de Elmer Mendoza y lo que hay en el cine le parece deplorable. “No tiene ningún nivel, son fantasías de policías y ladrones, de niños que sueñan con ser narcotraficantes y federales, eso no sirve de nada”.
Los narcocorridos son un género que adoptaron grupos que de antaño hacían ya corridos incipientes relacionados con el tema del consumo o el tráfico, pero cuando esa situación parecía no ser tan evidente dentro de la dinámica. La venta de este tipo de discos tanto en las tiendas donde venden material original, pero sobre todo en los puestos de tianguis donde venden piratas, sigue siendo una demanda de un grupo de personas que cada vez se ha diversificado más.
Al hacer referencia a las crónicas y novelas de Elmer Mendoza dijo que son tan pocas que no alcanzan a constituirse como un subgénero, sin embargo queda ahí pendiente una historia que parece apenas comienza a escribirse pues en las librerías los textos desde novelas policíacas, relacionadas con la mafia son muy solicitados, sólo que en cuanto a narcotráfico generalmente salta a la vista el nombre de Arturo Pérez- Reverte.
Desde la perspectiva de Monsiváis, las artes más adecuadas para retratar el fenómeno del narco son el cine, la novela y la crónica, sólo que hasta ahora fuera de unos cuantos trabajos, los intentos han sido fallidos y oportunistas. La seriedad apenas comienza y “por lo visto va a tardar porque nadie conoce lo suficiente este mundo como para retratarlo y los que lo conocen lo suficiente, no pintan, no escriben, no filman”. Habrá que esperar a que surjan más plumas y pinceles que más que retratos serán inferencias de lo que en el mundo del narco sucede.
El periódico y las noticias de televisión son los medios a través de los que un artista puede enterarse de lo que sucede en el mundo del narco y es por este medio que ellos podrán nutrir sus historias de ficción. Lo que indudablemente no concibió el intelectual mexicano es que sea una contracultura, él describió a esta última como un hecho de oposición a la cultura tradicional a partir de la creación de formas artísticas literarias, teatrales, musicales que tienden a representar variantes experimentales, “qué tiene de contracultura el narco, en todo caso sería una anticultura”.
Para Monsiváis al igual que para Genaro Zalpa, profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, la narcocultura tiene que ver más con un estilo de vida, vestuario, vivienda, guardarropa, alhajas y demás que con un sentido artístico. Si se observa como un modo de vida es realmente una cultura o quizá una subcultura dentro de la cultura mexicana.
El narco no es parte del pueblo, es parte del desempleo, es un hecho desgraciadamente existente por las situaciones del consumo de Estados Unidos y México, por la violencia con que proceden, por el horror que despierta su violencia y sus matanzas, dijo Monsiváis.
Zalpa aunque no es un sociólogo que le haya dedicado un estudio específico al fenómeno de la narcocultura como tal, conoce mucho de la cultura y desde esa perspectiva acotó que existen dos maneras básicas de entenderla, una se conoce como cultura patrimonio es aquella que está relacionada con cuestiones artísticas y la otra relacionada con estilos de vida de los pueblos que son por sí mismos muy diversos.
La narcocultura entendida como un estilo de vida es un fenómeno reciente y para estudiarlo a fondo hay que delimitarlo en su tiempo y espacio adecuados para entonces poder entender el estilo de vida propio de la gente cuya vida gira en torno al consumo o el tráfico de narcóticos. Para Zalpa, el narco pareciera más una subcultura por ser un estilo de vida metido dentro de otro más amplio que es la cultura mexicana con la que comparte rasgos y algunas formas de comportamiento pero no coincide en su totalidad con la forma de ver el mundo.
De hecho, pautas similares de comportamiento a las que pudiera tener el narcotráfico han sido ya estudiadas por las ciencias sociales, como las pandillas, los grupos de delincuentes, las mafias; ahí se habla de formas de vida, pautas de comportamiento específicos, valores que encarnan los miembros, como el respeto, la lealtad, el acto de no delatar, el hecho de dirimir los conflictos en lo interno.
Sin embargo, aunque existan estas estructurales generales es necesario analizar a mayor profundidad el fenómeno del narco situado en México, en el tiempo en que se está sucediendo para entonces determinar cuáles son estos valores, los aspectos religiosos, las creencias, las filias y las fobias de quienes se internan en este mundo.
Para Genaro Zalpa, una tendencia que pareciera clara entre quienes se involucran con el narcotráfico es que pareciera que su único propósito es estar orientado a vivir la vida rápidamente, en este momento, sabiendo que no hay un horizonte muy largo adelante por la facilidad con la que se dan las ejecuciones, visualizan vivir su vida hasta los 30 ó 37 años y por eso buscan vivir su vida a todo lo que dé, esto en algún sentido es una desvaloración de la vida misma.
En términos académicos o teóricos hay todavía mucho qué hacer en cuanto a los códigos y estilos propios de quienes viven inmersos en el narcotráfico.
Los factores que inciden generalmente para la creación de una subcultura es el cambio de actitudes y cambios de sentido ante la realidad, entonces empiezan a hacerse grupos, el uso de las drogas en ciertos rituales, por ejemplo tienen un sentido muy distinto al que se le puede dar dentro del sistema del consumo y el tráfico visto desde la venta de narcóticos.




