- Desde hace 15 años, Licha tiene grupos que los recibe dos veces por año
- Si el espacio es público, es para todos y ahí están incluidos también los discapacitados
Es en los meses de marzo y octubre cuando grupos de niños con discapacidades tienen la oportunidad de conocer una biblioteca, acercarse a los libros, escuchar o leer un cuento como cualquier otro estudiante de una escuela regular. Licha los recibe en la biblioteca Enrique Fernández Ledesma desde hace quince años, incluso ya hay jovencitos que ahora la recuerdan como parte de su formación en el pasado.
“Los recibo en el mes de octubre y luego en el mes de marzo, dos veces al año, me llevan los grupos de las escuelas, un grupo por día (…) hay una escuela que tengo los quince años de estar atendiendo, ya los niños que han pasado por ahí, el día que hicimos el aniversario de los quince años llegó uno grande y me dice no es que tú empezaste, tú eres conmigo”.
Para ella no es una labor “titánica”, es nada más una cuestión de tener paciencia y tratar de buscar otras estrategias para que te entiendan porque en cuanto a capacidad pueden prácticamente hacer lo mismo que todos, por ejemplo en el caso de los invidentes pueden leer en braille, pero a través de otros métodos pueden también realizar sus propias manualidades. Para quienes no tienen la capacidad de leer les toca escuchar y prestar atención a los cuentos, además de las explicaciones para luego hacer una actividad.
Las manualidades no les quedan tan bonitas como le pueden quedar a un niño que no tiene alguna discapacidad pero lo más importante es su capacidad de desarrollarse, moverse, pintan, pegan, recortan, se divierten, su discapacidad no les impide ser. Para esta última ocasión los más pequeños que recibieron fueron bebés porque en la escuela Mercedes Brand ya tienen área de maternidad, a ellos les cantan, les leen, los bailan para que tengan contacto con su propio cuerpo.
“La otra vez les puse la canción de ráscate la panza y me dice la mamá es que ella no puede hacer nada y le digo sí puede préstemela y ahí la traigo cargándola y con una mano le agarre su mano para rascarle y la niña se reía, a su modo y como ellos puedan, con sus limitaciones, pero viven lo mismo que viven los demás”.
Licha no sabe braille entonces para trabajar con ellos utiliza lectura en voz alta, figuras resaltadas y también ellos mismos se ponen a leer los que ya saben de este sistema, recuerda cuando recién comenzó se le ocurrió hacer una figura de plastilina para que los niños ciegos se guiarán pero al tocarla para saber cómo era la deshicieron, ahora tiene a la mano todos los materiales que sí son aptos para desarrollar actividades con estos niños.
“Les cuesta más trabajo, soy muy repetitiva con ellos, les pregunto qué les dije porque ya se me olvidó, esto para que se les quede mal, pero por ejemplo con los invidentes ellos tienen muy buena memoria, les dices y te devuelven la información rapidito, pero todos son discapacidad intelectual y tiene problemas motrices o los ciegos”.
Una biblioteca pública debe ser para todos y en esa totalidad están incluidas también las personas con discapacidad, sin embargo que Licha realiza durante las tardes en la biblioteca no está dedicada solamente a ellos, sino también personas adultas, de la tercera edad y niños de otras escuelas.




