- A pesar de los espacios de reflexión sigue habiendo fuerte discriminación
- Señala la sexóloga Martha Padilla que actualmente continúa la discriminación en su contra
La discriminación hacia las personas con preferencias sexuales distintas de las heterosexuales parecen una historia de toda la vida, pues aunque se abren constantemente espacios dentro de las instituciones educativas para reflexionar sobre el tema, la realidad sigue siendo hostil incluso en el mundo del entretenimiento donde se ha pedido que los “gays” vayan a antros de “gays”. Esto lo comentó en entrevista Martha Padilla de la Universidad La Concordia, luego de las reflexiones del pasado Congreso Nacional de Sexualidad y a partir de los hechos ocurridos en la clausura de dicho evento.
Después de que en el foro se hizo un recorrido a través de la historia para conocer cuál ha sido el estatus de las personas homosexuales en México, los académicos llegaron a la conclusión de que las personas siguen siendo muy ignorantes, les cuesta mucho trabajo vivir y convivir con los diferentes, falta criterio social para construir una verdadera diversidad dentro del tejido social.
“Entender que cada quien puede dormir con quien quiera y que eso no lo hace una persona diferente, que puede tener una profesión, una familia y que eso no te hace otra persona diferente, por eso cuando se vive un acto de discriminación es una cosa muy injusta cuando se vive en carne propia”.
Se habla de que la de ahora es una sociedad más evolucionada o que ahora se entienden cosas que hace décadas no y aunque es evidente el avance que se ha tenido aún existen rasgos de discriminación evidentes que no se han logrado erradicar y así se están educando las nuevas generaciones en un ambiente donde el respeto a la diversidad no es lo que predomina.
Otro de los temas que se abordaron en el Congreso fue la experiencia del Instituto Mexicano de Sexualidad (IMESEX) que se dedicó a capacitar a los jueces del Distrito Federal luego de la autorización del matrimonio entre personas del mismo sexo. “Lo que hizo este instituto fue dar capacitación a los jueces que tenían desde 22 años hasta 70 años y sensibilizarlos con el tema de que ellos también tienen derecho a quererse, tienen derecho a tener esta seguridad social”.
Toda la información generada en este proceso se quedó con las personas de la Universidad La Concordia como una forma de compartir los alcances, beneficios y dificultades de un trabajo de esta naturaleza que sirvió para romper tabúes e independiente de que llegue a realizarse en los demás estados a mediano plazo sirva como una referencia y como un ejemplo de hasta dónde es posible llegar cuando se mira más allá de las similitudes.




