De entrada, quiero decir que es una medida correcta estimular la instalación de la segunda planta de Nissan en Aguascalientes. Que el proceso paulatino de generar una ocupación de doce mil empleos directos e indirectos, indudablemente, es una medida socialmente adecuada ya que le genera una alternativa laboral que va a evitar que muchos jóvenes emigren a los Estados Unidos buscando alternativas de trabajo.
Ese sólo argumento, además de otros, hacen valiosa la medida en sí misma, pero en los procesos sociales y económicos las cosas no se pueden ver como todo bueno o todo malo. En la medida en que los procesos sociales avanzan se van integrando elementos y eso le da complejidad, y a veces hasta caos a los fenómenos sociales.
Es por ello que una medida correcta y adecuada con un proceso mal cuidado puede convertirse más en problema, que en la solución a distintos temas de empleo y crecimiento económico para Aguascalientes.
Es por ello que creo importante hacer un reclamo a la empresa Nissan ¿Por qué? Primero. La empresa tiene que reconocer que Aguascalientes es una entidad que le ha mantenido márgenes de ganancia y de producción exitosos. A diferencia de la planta instalada en Hidalgo, que ha tenido conflictos laborales desde su instalación, las condiciones socioeconómicas de Aguascalientes, en donde la vida laboral ayuda más a la empresa que al trabajador, le ha permitido lograr niveles de productividad y ganancias por encima de muchas otras plantas del país y del mundo.
En segundo lugar, si Nissan se asume como una empresa socialmente responsable, entonces debe conducirse con una actitud ética y no porque la economía mundial, y con ella la del estado, requieran de manera urgente fuentes de trabajo; ni que tome ventaja de esta situación y exija inversiones por parte del Gobierno que deben de ser asumidas por la empresa.
Sería lamentable que, ante una coyuntura económica y política, la empresa se comportara de manera voraz para sacar la mayor ventaja posible. Que al ver la presión social y política en la que está metido el gobernador, por cumplir promesas de campaña, Nissan lo “agarre con las manos en la puerta” y termine aprovechándose de esa circunstancia.
Una empresa, que actúa con honor y ética, trata de lograr el mejor margen de ganancia que le permita el mercado, pero ante todo lo que aporta es un modelo productivo y empresarial que evoluciona la simple y primitiva acción de la ganancia por la ganancia misma.
La inversión que realice el Gobierno del Estado para la instalación de la planta Nissan no sale de los bolsillos personales del gobernador. Se comprometen servicios e impuestos de las nuevas generaciones y al final somos los ciudadanos los que terminamos pagando esas decisiones. Un gobernador dura sólo seis años, una deuda puede quedarse por décadas impidiendo que las nuevas generaciones accedan a servicios de educación, salud, infraestructura urbana, etc. Porque una parte importante de estos recursos se destinarán para pagar la deuda.
Por eso, es tan importante saber realmente qué está pasando con el proceso de cabildeo y negociación que no puede ser un proceso unilateral que se atienda sólo en el despacho del gobernador, ya que la decisión afecta a un ámbito mucho más amplio de población que la élite política que representa el grupo que está al frente del Gobierno.
Desafortunadamente, el proceso ha sido muy mal cuidado, no se han involucrado a sectores más amplios que incorporen aportaciones e ideas y le den legitimidad a este tipo de decisiones; organismos de empresarios locales, de los colegios de profesionistas, la academia, las organizaciones civiles, etc., pueden hacer aportaciones y están fuera del proceso.
El tema se ha abordado con desaseo político y opacidad, y le quita decoro y dignidad al Congreso ya que le dan trato de oficialía de partes para que endeude al estado por mil setecientos millones de pesos (que es hasta ahorita lo que se sabe y se conoce) y son ellos los que van a asumir el costo político del endeudamiento.
Se piensa que con una prensa servil que oculte información y que llene de lisonjas y halagos desproporcionados todo lo que haga el gobierno, es suficiente para tener el control sobre decisiones tan importantes y que nos afectan a todos. Tener un mejor país requiere del compromiso y la responsabilidad de todos; esa prensa, que hoy aplaude servilmente todas estas medidas que pueden convertirse en una tragedia para el estado, (véase el caso Moreira), también tiene una responsabilidad social e histórica.
Pero qué se puede esperar, si el fallido espectáculo de Enrique Iglesias tuvo que requerir de dinero público para que los empresarios que lo promovieron no tuvieran pérdidas estrepitosas. ¿Cómo se van a pagar estos favores? Con loas y lisonjas constantes en el radio y la prensa escrita y, si no, es cuestión de escuchar las estaciones de esos comunicadores o revisar su periódico todos los días. Ellos sí sacan grandes ventajas de las arcas públicas, pero ¿Los demás y el Estado? Qué va a pasar con el resto que somos mayoría. Mi correo: nagonza@correo.uaa.mx.




