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viernes, diciembre 5, 2025

[Especial] Cuando los árboles sienten

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“Algo típico en Termápolis son las huertas. La circundan, la estrechan con cinturón de esmeralda, le rodean el talle como una caricia”.

Un viaje a Termápolis,

de Eduardo J. Correa

Entre hierbabuena, menta, altamisa, epazote, ruda, perejil, alcachofa, flores frescas recién cortadas; higueras, duraznos, chabacanos, ciruelos, membrillos y granados en pie; magueyes, pirules, mezquites; alegres perros, gallinas y pájaros libres, los recuerdos del señor Jesús Rodríguez Ruelas y de su esposa María del Socorro Trujillo se escapan entre el silencio de las ruinas de aquella hacienda llamada La Cardona, ubicada en Paseo de la Cruz y Josefa Ortiz de Domínguez, un último resquicio de las huertas que adornaban la antigua ciudad de Aguascalientes, renombrada Termápolis por el escritor Eduardo J. Correa.

Fotos: Roberto Guerra

“Se recorre en circuito la ciudad, y no se encuentra lugar donde no se vea alguna huerta, escondiendo en su interior paisajes de jardín”.

Ante esta fotografía resguardada aún por dos generaciones que habitan esta finca en ruinas, para La Jornada Aguascalientes los señores Jesús y María del Socorro hicieron un recuento de su historia toda vivida allí durante más de 40 años. Ellos hasta ahora se han mantenido de la noble cosecha de los frutos y flores de la región y que todavía hace un año la recogían de la huerta para su venta en el mismo domicilio, una esquina a la vista de los transeúntes de esa vía (Paseo de la Cruz) que en su momento de construcción dividió y terminó con las huertas del barrio de La Salud.

Sin embargo, desde hace ya un año, se les prohibió sembrar en la huerta debido a que el predio, cuyo dueño fue Carlos Salas Calvillo y quien desde los años sesenta les permitió habitarla y cuidarla, fue repartido a sus herederos, uno de ellos, mediante un abogado, no les permitió derecho de réplica y además de darles cierta cantidad de dinero, les señaló que deberán desalojarla antes del 31 de agosto de este año, quedando de esta manera al margen de la finca Jesús, María del Socorro y su familia.

“El hortelano no tiene sino que manejar la azada para ir llevando la corriente del regateo donde la tierra o los árboles sienten mayor sed, cortar flores y recoger la fruta que se cae de madura o la que invita a la mano a desprenderla de la rama”.
Jesús, desde que tenía 13 años fue ocupado en la hacienda para “espantar los pájaros para que no tumbaran la flor (…) no se imagina, es una tristeza dejar aquí (…)  íbamos a asear la huerta, en el tiempo de fruta íbamos a cortar la fruta, la limpiábamos”, de esta manera aprendió a sembrar la tierra: “yo no sé hacer otra cosa más, vamos a seguir con lo que yo conozco, yo entrego en el mercado Terán, en la Purísima”, por lo que ahora debe sembrar en un terreno prestado ubicado en Jesús María para sostener los gastos diarios, para sostener el oficio de la “naturaleza pródiga”.

“¡Qué amplitud y qué sosiego! ¡Qué oasis de frescura y de reposo!”.

Jesús y María del Socorro, quienes afirman haber vivido felices en este lugar, enfatizaron en anécdotas sucedidas en la huerta, aquella, por ejemplo, que sirvió como escenario para varias secuencias de una película de los hermanos Almada (Fotografiando la muerte), también para reportajes de la televisora local y medios impresos, documentales, estudios de historiadores y hasta para paisaje de fondo para la foto del recuerdo de bodas. Además de formar parte de la memoria histórica de las haciendas de Aguascalientes.

Una parte de la historia local se sostiene por la importancia de sus cultivos, sin embargo en la actualidad, se registra una entrada considerable de productos que vienen de Chile como lo es la uva, otros como la guayaba y el higo que llegan desde Michoacán, o el membrillo y la granada que están desapareciendo de las pocas huertas que sobreviven en el estado. Jesús y María del Socorro afirmaron con melancólica certeza que “hasta los árboles sienten” los designios de los hombres contra la naturaleza, puesto que la huerta La Cardona ya no dio más frutos al saber de su abandono.

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