Agoniza ya, por fin, esta terrible administración panista. Contaminada y saturada de pillerías desde su imposición y arrastrando graves errores y ocurrencias de la que le antecedió.
Ahora comienza una nueva, con un similar amañado comienzo e igualmente impuesta por el único poder que no elige el pueblo: el Judicial.
El mensaje de Calderón fue lo que se esperaba. Una lista sin fin de auto halagos inmerecidos; se vanaglorió de logros ajenos en cuanto inversiones se refiere; presumió con una falta de vergüenza “cimientos sólidos” para un México seguro; se autoproclamó como arquitecto del sexenio de la infraestructura, olvidándose que iba a ser el del empleo; repartió culpas y lloró las de cocodrilo; para cerrar con broche de oro acudió a esa artimaña donde la lástima vende y desgarró los corazones de su público, recordando funcionarios fallecidos y abrazando moribundos.
Lástima da el malogrado Presidente, porque la realidad dista mucho de su mundo de caramelo. México está hundido en la pobreza, en la injusticia, en la corrupción, en la violencia, en la crisis económica, política y social. Somos una triste caricatura de lo que debería ser una patria.
Muchos son los números negativos que deja, sin mencionar el mal sabor de boca. Cerca de 100 mil ejecutados a manos del crimen; tres cuartas partes de los mexicanos en pobreza y la mitad de ellos en extrema; hambruna y desabasto alimenticio; y lo peor para un futuro prometedor, una economía colgada con alfileres y basada en falsas estadísticas.
Nuestra enclenque economía será un tema toral que enfrente la próxima administración, porque además de devastada, tiene un cochinero de magnitudes inimaginables, por ello Calderón negocia una transición “tersa” y una colaboración que cae en la lambisconería.
Pero y cómo no, cuando escuchamos que uno de los principales “logros” que Felipe alardea en su último informe es el mentado blindaje económico, en donde él explica que está compuesto por reservas internacionales que superan los 160 mil millones de dólares y una línea de crédito flexible con el Fondo Monetario Internacional por 73 mil millones de dólares. Dijo cínicamente que pese a la crisis económica, su administración reportó una incorporación histórica de 1 millón 859 mil 563 afiliados formales al IMSS.
Vemos que son simples habladurías cuando en el país cada día pierden su empleo 645 personas y se tiene una desocupación total cercana a los 10 millones de mexicanos. Durante el 2009 esta tasa se recrudeció pues el mismo IMSS se lamentaba por la pérdida de un empleo cada 2 horas.
Crisis como ya es costumbre, azotaron a México durante estos 6 años. Rápido salió Calderón a anunciar un plan de austeridad republicana, reducción de nómina gubernamental y tendencia a la baja de la deuda pública. Al mismo tiempo incrementó el gasto corriente, aumentó erogaciones por servicios personales y crecieron los compromisos con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Nuestras finanzas las fue deteniendo para que no se colapsaran de telarañas. El primer mes de 2011 el Gobierno calderonista obtuvo menos ingresos, pero ello no fue pretexto para que gastara y se endeudara todavía más, de acuerdo con el Informe de Finanzas Públicas y la Deuda Pública a enero de 2011, elaborado por la Secretaría de Hacienda, donde algún tarugo asegura que con 6 mil pesos mensuales se puede vivir bien, y con ciertos lujos, ese mismo tarugo que quería ser presidente y hoy es un flamante Senador.
Ese horrible enero los ingresos presupuestales se redujeron 3.3 por ciento, pero el gasto neto pagado se incrementó en esa misma proporción, ¿dónde quedó la austeridad? Por lo que toca al descenso de los ingresos, destacan las caídas en los impuestos a los rendimientos petroleros, que fue de 73.7 por ciento; la captación de IVA de apenas 8.2 por ciento; el IETU que recaudó solamente 4.4 por ciento y los impuestos a las importaciones que alcanzaron 2.4 por ciento, así como los ingresos no tributarios de 12 por ciento.
Pero eso sí, a la hora de ver los egresos, se tuvieron incrementos en el gasto corriente de 12 por ciento, y dentro de éste los servicios personales como nómina burocrática crecieron 6 por ciento, mientras el costo financiero de intereses y comisiones del sector paraestatal aumentó un escalofriante 120.6 por ciento. Y para rematar vimos cómo la inversión de capital, esa generadora de riqueza y empleo, registró una estrepitosa caída del 16 por ciento. Ésas son las finanzas sanas y blindadas del pobre Calderón.
La cereza en el pastel, para salir librado los últimos 3 años y superar, en apariencia, una severa crisis fue acudir a la deuda, contratando desde el sector público federal un nuevo máximo histórico de crédito. Al cierre de mayo la deuda neta total del gobierno federal y de las empresas de control estatal llegó a 4 billones 988 mil 227.7 millones de pesos.
Nos endeudó 152 por ciento más que lo registrado en junio de 2006. Los intereses pagados por el sector público a los acreedores, en estos seis años, sumaron un billón 301 mil 576 millones de pesos, 65 por ciento del saldo que tenía la deuda en junio de 2006, aun cuando los pasivos no dejaron de crecer, mostró la información oficial. En el tiempo transcurrido desde la última elección presidencial, el sector público federal contrató nuevo endeudamiento por 3 billones 8 mil 791 millones de dólares o, expresado de otra manera, los pasivos han crecido un ritmo de mil 393 millones de pesos diarios. Así de sólidas son las cuentas de Felipe y son la herencia maldita para las próximas administraciones. Lo peor de todo es que de seguir el PRI en el poder, ellos también tienen la mala costumbre de acudir a la deuda irresponsablemente, sino pregúntenle a Moreira, Ulises Ruíz, Eruviel, Fidel Herrera y, ups, a Lozano y hasta Lorena.
Pero no es nuevo que nos doren la píldora. Desde hace más de 3 sexenios que nos vienen dado atole con el dedo. Es cuestión de recordar, desde el sexenio salinista se decretó el fin del problema de la deuda pública, pero claro, con más discursos que hechos, sin embargo el débito en las finanzas públicas no ha dejado de aumentar.
Hasta en aquella utópica victoria democrática, cuando se dieron los tiempos del “cambio”, Vicente Fox repitió, entre muchas estupideces que dijo, que los endeudamientos se trataban de un asunto superado. Pronto tuvo que comerse sus palabras porque hasta la fecha, la deuda se ha constituido como uno de los pilares de la estabilidad económica del país, siempre poniendo por delante la justificación simplona de que los dineros, producto de tal endeudamiento, se han destinado al progreso nacional, el cual, dicho sea de paso, no se ve por ninguna parte, al contrario.
La actual Legislatura Federal deberá atarle las manos al próximo Presidente para que no caiga en la pecaminosa tentación de endeudarnos más. Además deberemos recordar que hay que pagar y no tenemos de dónde sacar más dinero. Así que adiós Pemex, IMSS, ISSSTE, etcétera. Por eso prevenía Andrés Manuel que mandarían al diablo a las instituciones. n
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