Dijo Don Manuel Camacho Solís que el sistema político mexicano ni funciona, ni se reforma y él sabe de eso. La credibilidad de los partidos políticos está más allá del subsuelo, y la del político común, peor.
La sociedad contribuyente, la que trabaja, la que sufre de inseguridad, la que tiene deudas, desempleo y conflictos familiares, entre otro sin fin de males, también padece de apatía política. Está decepcionada, y con razón, de los engranes que echan a andar la maquinaria del sistema político más cochino y corrupto del mundo, el mexicano.
Un sistema partidista de dos fuerzas principales que limitan la posibilidad de construir coaliciones electorales y de gobierno, monopolizando la democracia, teniendo como resultados perfiles huecos, alejados de la ciudadanía, que sólo cumplen con compromisos mezquinos y ejercen poder para beneficio de unos pocos, mal administrando el dinero de unos muchos. Usando el legislativo, esos que han intentado descentralizar el poder, sin lograrlo por no hacerlo acompañado de la debida corresponsabilidad, democratización local y efectiva rendición de cuentas.
Con un sistema judicial aún con fuertes intervenciones del Ejecutivo y un Ministerio Público dependiente y politizado. Tres poderes dependiendo partidistamente uno del otro, pagándose favores y cumpliendo caprichos, tiene todo menos servicio público y la ciudadanía lo palpa, lo padece y lo señala, sin que hasta ahora se haya hecho nada.
La vida política del país, de los estados y de los poderes en general, está secuestrada por intereses meramente partidistas, por entes que sólo buscan mantenerse en el poder y por quienes le apuestan a la vía de la cooptación y manipulación ciudadana.
Pero para este terrible cáncer del sistema político existe un remedio, muy conocido pero poco acudido: el ciudadano. Este asunto tiene un trasfondo muy importante y delicado, pues arrebatarle el poder a este corrupto sistema es un anhelo que refleja la inconformidad de la sociedad mexicana con quienes nos han gobernado, no solamente hacia el monopolio que ostenta la partidocracia que existe en este país, sino también hacia la actitud de la desprestigiada clase política. Es un vicio cíclico en el que todos hemos caído, y digo todos, porque para muestra basta ver el resultado del pasado proceso para ver nuestra corresponsabilidad. Hemos prostituido nuestro voto y favorecido a que el mal gobierno se perpetúe.
Esta mala aplicación de partidocracia nos ha llevado a tener en importantes cargos de elección popular a personajes impreparados, ingenuos, inútiles y corruptos. Delincuentes en funciones, con charola y con cargo al erario.
Ha llegado la hora de ciudadanizar los procesos electorales, dotar a la ciudadanía, por medio de sus liderazgos naturales, de perfiles adecuados, comprometidos y responsables. Ésos que por convicción y no por compromiso desempeñen su función.
Recientemente el escritor, político y servidor público del Municipio capital David Pérez Calleja, relató una reunión del empresario Felipe González Ramírez con los líderes nacionales del Movimiento Ciudadano, refiriéndolo como coquetería con fines electorales de frente al próximo proceso electoral de Aguascalientes. Dicha reunión, se la platicaron acertadamente sus amigos priístas, se llevó a cabo en Guadalajara, bajo un ambiente de colaboración y compromiso para poder fortalecer un proyecto de ciudadanización de la contienda.
Pero más allá de ver como encabezado del currículo de Felipe González Ramírez su árbol genealógico, hay que ver el arraigo social, el desempeño empresarial y su irrefutable compromiso por ser parte de la transformación de Aguascalientes, sea la trinchera que sea. Por eso hay que seguir esa línea, y el Movimiento Ciudadano sabe que es prioridad ser opositor a este sistema corrupto y agotado y por ello, es responsabilidad de este instituto político ciudadanizar sus perfiles para poder competir dotando de reales opciones a una ciudadanía cansada de lo mismo.
Podrán llamarle coquetería, oportunismo y hasta demagogia, la realidad es que sólo cuadros ciudadanos son los que podrán cambiar la perspectiva popular de la policía mexicana, aunque eso pise algunos callos.
Y no hay que enfrascarse en un nombre por el morbo político que ello implica, hay destacados ciudadanos listos e interesados en desbancar a los dueños del sistema político local. Movimiento Ciudadano espera y buscará ser ese escaparate para aplicar una real democracia.
La ciudadanización del servicio público es inminente. Es hora de sacudirnos prejuicios y dejar de pensar con colores. Es momento de movilizar a la ciudadanía para que participe, hay que generar para ello la extinción de los dinosaurios tricolores y aportarle al refresque de los gobiernos, los partidos y sus candidatos. No hay que tenerle miedo a cambiar, coqueteémosle entonces al progreso, no a la grilla.
Oswaldo Rodríguez García
Presidente del Movimiento Ciudadano
movimiento.ciudadano_ags@yahoo.com.mx




