Hace unos meses, varios ya, y demasiados para nuestro vertiginoso ritmo de vida, un titular de una organización lanzó a su equipo directivo una pregunta intempestiva, cuando le comunicaron una meta establecida para un indicador clave. La meta se acordó previo al inicio de la gestión del titular, por lo que la pregunta resulta natural para el observador externo, pero para los que fijaron la meta, constituyó una fuente de confusión, fue un cuestionamiento incómodo, ya que no había a la mano un argumento lógico que sustentara la meta. Para otros, esas ganas de saber cómo definir adecuadamente esa meta se volvió un reto e iniciaron un proceso para racionalizar la definición de la meta para el siguiente ciclo organizacional. Yo me apronté a encontrar un modelo matemático que me permitiera definir con un buen nivel de confianza la meta de nuevo ingreso para un ciclo escolar. Acudí a la técnica que promueve Powell (1) con la expectativa de estimular una discusión, pero mis primeros borradores fueron productos individuales, varios de ellos se extraviaron y a lo largo de unos tres meses, medianamente logré un producto congruente, un diagrama de influencia que me producía más dudas que un panorama general. Llegó el inicio de un nuevo cuatrimestre y con él mi responsabilidad ante un nuevo grupo, al que me propuse enseñarle la técnica para modelar matemáticamente sistemas organizacionales, y al buscar ejemplos, decidí tomar mi borrador, desenmarañarlo un poco y someterlo a discusión con mis estudiantes. Fue algo realmente grato comprobar que al socializar la idea, al discutir con gente capaz el problema, pude avanzar en semana y media, lo que tenía meses atorado.
Parece que el vínculo sociedad y educación no es siempre el adecuado. Los grupos humanos suelen ser fuente de tensiones, no es raro que por los motivos más irrelevantes la violencia se manifieste entre los miembros del grupo y se sancione a uno de ellos. Newton, según el libro de Las cinco ecuaciones que cambiaron el mundo (2), destacó más por sus habilidades de pugilista en su educación inicial, que por su talento intelectual. Turing fue acosado hasta la muerte, incluso se dice que el mismo Arquímedes fue asesinado en un rapto de cólera de un soldado invasor, por nombrar sólo unos ejemplos de mentes brillantes que no la libraron de lo que hoy llamamos bullying.
Por otra parte, la sociedad es a la vez un manantial de oportunidades. El colectivo humano encuentra formas cada vez más eficaces e incluso eficientes para dar respuesta satisfactoria a sus necesidades, circunstancia que da lugar a necesidades nuevas que demandan del concurso de sus mejores mentes para responder de manera innovadora a los retos emergentes. Tradicionalmente se representaba al sabio como un ente solitario, que concebía sus genialidades en la intimidad de la introspección. Algunas disciplinas abstractas permiten de manera acotada esos proyectos, con el riesgo que de que conviertan en soliloquios, propensos a la tautología. En la actualidad predominan los artículos científicos de dos, tres y más autores; se reúnen profesionales de áreas distintas para integrar perspectivas y conocimientos en búsqueda de técnicas más eficaces. En este proceso se abre campo el diálogo para encontrar en las matemáticas el lenguaje común que permita representar la parcela de la realidad objeto de interés y experimentar en ese artilugio intelectual vías alternas para mejorar el entorno.
El docente de hoy necesita predicar con el ejemplo, mostrar a sus estudiantes formas prácticas de usar el conocimiento y hacer del método científico el procedimiento habitual de trabajo, con un enfoque colectivo que lleve a que cada integrante de esa comunidad de aprendizaje consolide sus habilidades pero también adquiera otras. En este proceso formativo se apunta a desarrollar en los individuos andamiajes intelectuales que sean sólidos, para soportar los problemas que requieren análisis; a la vez flexibles para poder adaptarse a un entorno dinámico; versátiles para encontrar aplicaciones en campos disciplinares distintos y por último, pero no menos importante, íntegras, que respeten los valores y principios fundamentales para una convivencia sana.
El docente que entiende que puede compartir sus ideas con sus alumnos, que no necesita reservarse sus genialidades porque finalmente son producto de su interacción social; que estimula procesos divergentes para propiciar análisis ricos y completos; que forma en el debate y el intercambio de ideas para obtener mejores respuestas; que sabe guiar las discusiones hacia procesos convergentes creativos que concluyan con respuestas factibles y eficaces, idealmente eficientes, ese docente estará haciendo una gran labor por su comunidad.
En el número de octubre de este año, de Letras Libres, viene un breve pero significativo ensayo de Gabriel Zaid, en el que inicia contando cómo la mayoría democrática degradó a Plutón de su carácter de planeta. Si bien, esa parte social del conocimiento puede ser incluso lamentable, que sea una mayoría la que imponga su opinión, sólo porque ese considera que es la respuesta, también es cierto que hay momentos en que los acuerdos, aunque sean coyunturales, permitirán continuar con la discusión de otros aspectos y no tener tantos frentes abiertos. Hay que ser generosos en las ideas y abiertos para la crítica.
(1) Powell, S. & Batt, R. (2008) Modeling for Insight. A Master Class for Business Analysts, Wiley, New Jersey.
(2) Guillen, M. (2008) Cinco Ecuaciones que Cambiaron el Mundo, Debolsillo, Barcelona