Es cuestionable que en la lógica de una persona nacida en Tabasco, Zacatecas, la ciudad de Aguascalientes le signifique un mundo nuevo, no solamente por motivos geográficos e hidrológicos, sino por razones históricas, económicas, educativas, culturales y políticas. Bajo este contexto, la tabasquense-zacatecana, Lorena Martínez Rodríguez está plenamente convencida de que su parque Línea Verde será más verde que las verdes matas de marihuana que el ejército mexicano le ha destruido a los zetas en la tierra húmeda que la vio nacer , allá en Villa del Refugio, asentamiento de los indios caxcanes donde todavía hoy, para fortuna del México del siglo XXI, siguen “jiloteando” las milpas y “floriando” las calabazas. Pero Lorena Martínez cree que construir un parque lineal de 12 kilómetros en la zona oriente de la ciudad, elevará como por arte de magia la calidad de vida de las familias más pobres que habitan el lugar, a través de la promoción de actividades vinculadas al esparcimiento, la convivencia social y la activación física. Nunca en la historia del Municipio de Aguascalientes la construcción de un camellón con su alumbrado público ha sido tan costoso como el que Lorena Martínez proyectó y que difundirá hasta el último minuto de su administración con un costo superior, sólo en la promoción de la Línea Verde, de más de 200 millones de pesos, resultado de la suma en gastos de difusión que el Ayuntamiento de la capital presupuestó en los tres años de gobierno. No existe una sola planta tratadora de aguas residuales conectada en red para regar el “emblemático parque lineal” y ya la alcaldesa con la “sociedad de elogios mutuos” que ella misma fundó, considera su Línea Verde como un “prototipo inteligente de urbanización moderna” expuesto, según sus boletines de prensa, en Alemania, Italia y Suiza, aunque Tabasco, Zacatecas tenga aspectos más tangibles y bellos que la “realidad virtual” que ella mediáticamente impone a sus gobernados. Los sueños verdosos de Lorena Martínez no tienen límite y pueden alcanzar dimensiones fantásticas al grado de transformar un simple “camellón alumbrado” en la “Venecia de Latinoamérica” o la “Esmeralda del nuevo mundo”. Si al menos la alcaldesa entendiera la urgente necesidad de contener el envenenamiento gradual de la población más pobre del Municipio de Aguascalientes que está consumiendo agua potable con alto contenido de fluoruro de sodio asociado al cáncer y a diversas malformaciones congénitas, así como a graves riesgos para los sistemas respiratorio, gastrointestinal, urinario y neurológico. Eso es lo que más importa en el aquí y ahora de nuestras ciudades. No podemos cruzarnos de brazos y escuchar el canto de las sirenas de los gobiernos, mientras unos cuantos ricos destruyen el planeta en contubernio con autoridades locales que no ven más allá de insignificantes camellones con alumbrado público, el desastre ecológico y el genocidio a largo plazo que las oligarquías están ocasionando en nombre del desarrollo urbano. La realidad de nuestra ciudad es más dramática que los discursos oficiales que el Municipio de Aguascalientes difunde a placer a través de los medios de comunicación a su servicio. Baste ver la deplorable condición en que se encuentran las canchas de basquetbol del Centro de Educación Ambiental, Recreativo y Cultural El Cedazo, a un mes de la apertura de la Casa del Adolescente que la titular del DIF Estatal presumió como “ejemplo nacional” y “modelo de atención” para darse cuenta que a la sociedad de Aguascalientes no se le puede seguir engañando tan fácil con estrategias mediáticas de difusión.
La Línea Verde de Lorena Martínez no solamente es una farsa por las “bondades” discursivas que se han difundido públicamente. Este desarrollo urbano no es más que la elaboración merolica de una “obra milagro” destinada a ser en un futuro no lejano un cuadro de naturaleza muerta con polvo que en cualquier colonia de Aguascalientes podemos encontrar.




