
- Expertos opinan que el impuesto a asnos y equinos en Sonora es una “rebuznancia”
- Desde 2012, los estados han estado preocupados por reponer la cantidad de recursos que por la tenencia de vehículos les llegaba
La tenencia para burros y caballos en Sonora es una ocurrencia que puede provocar otros absurdos, como los de la Colonia y el Santanismo o Porfirismo, con los impuestos a las ventanas, a los perros, el sombrero; incluso, a la obesidad y ser soltera o bien parecido.
Así lo consideró Ricardo Rodríguez Vargas, ex presidente de la Liga de Economistas de Aguascalientes, al señalar que la intención fiscal sonorense de ponerle impuesto a la tenencia de burros y caballos “refleja en buena medida la desesperación de las entidades federativas para resarcir la pérdida de recursos por la abrogación el 1 de enero de 2012 del impuesto federal a la tenencia de vehículos”.
No obstante, agregó, esta propuesta está fuera de todo contexto impositivo y “parece más bien una ocurrencia que una medida para fortalecer las finanzas estatales; más tarde se va a querer imponer ciertos impuestos extraños como son: a la obesidad, ventanas, posesión de perros, por el uso del sombrero e incluso, estar soltero y ser bien parecido”.
Explicó el especialista que desde comienzos de 2012, los estados han estado preocupados por resarcir la cantidad de recursos que por la tenencia de vehículos les llegaba a sus finanzas e incluso, le hacían partícipe a sus municipios y que en su conjunto representaban aproximadamente 20 mil millones de pesos.
Rodríguez Vargas dijo que en la actualidad, en el entorno fiscal de las entidades federativas existe ambigüedad e incertidumbre, respecto al mecanismo que se aplicará para resarcir o compensar los recursos que los estados han dejado de percibir. Postuló:
“Un escenario muy probable es que los estados mantengan el impuesto, pero ahora con carácter local, agregando a su legislación hacendaria las normas bajo las cuales operaría este gravamen en cada entidad. De otra manera, hay que instrumentar reducciones en el gasto de los estados o recurrir a la emisión de deuda”.
Sin embargo, consideró que los estados deben buscar de forma responsable y seria, incrementar su recaudación en el contexto del federalismo y agotando sus potestades tributarias, “por lo que pueden homogeneizar el conjunto de tributos locales y establecer: impuestos cedulares, a los servicios profesionales, e incluso, cierto tipo del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) en los productos que permita el pacto federal”.
Precisó el economista que el objetivo fundamental del federalismo en nuestro país “debe ser el de brindar a través de los dos instrumentos fiscales más importantes, los ingresos y el gasto público, sustento económico y condiciones de vida adecuadas para todos los habitantes de una región, considerando para tal propósito sus características propias, así como las ventajas y limitantes que enfrentan cada una de esas regiones”.
Las entidades federativas tienen la necesidad de instrumentar las modificaciones fiscales necesarias, no sólo para incrementar per se su eficiencia recaudatoria, sino para que sean las promotoras de su propio desarrollo económico, precisó.
Manifestó que el sistema fiscal mexicano se caracteriza por una fuerte dependencia de las transferencias del gobierno central a los estados subnacionales, de manera que la Ley de Coordinación Fiscal genera un sesgo antirrecaudatorio que inhibe los esfuerzos y actividades de recaudación propia por parte de las entidades federativas.
Los dos impuestos de mayor base -el Impuesto sobre la Nómina y el Impuesto sobre Hospedaje- son aplicados por las 32 entidades federativas, en tanto que el resto del espectro impositivo no se ha implementado en la totalidad de las entidades por factores diversos, entre los que destacan la falta de capacidad administrativa, un análisis costo-beneficio desfavorable (asociado a la pérdida potencial de recursos federales), implicaciones políticas, etcétera.
Foto: Víctor Pérez / Archivo