Discurso del regidor Yuri Antonio Trinidad por el Aniversario Luctuoso de Guadalupe Posada - LJA Aguascalientes
23/06/2025

Discurso pronunciado por el Regidor

Discurso pronunciado por el Regidor Yuri Antonio Trinidad Montoya, Presidente de la Comisión Permanente de Educación y Cultura del H. Ayuntamiento de Aguascalientes, en la Sesión Solemne de Cabildo celebrada el Domingo20 de enero de 2013 en conmemoración del Primer Centenario Luctuoso del Ilustre grabador aguascalentense José Guadalupe Posada Aguilar.

 

Señoras y Señores:

 

En esta mañana de Domingo, nos convoca en este solemne acto el Primer Centenario luctuoso del ilustre grabador José Guadalupe Posada.

Posada nace el 2 de febrero de 1852, en el barrio de San Marcos de la ciudad de Aguascalientes. Su padre Germán Posada Serna y su madre Petra Aguilar Portillo, procrearon ocho hijos, entre ellos: José María de la Concepción, José Cirilo, José Bárbaro, José Guadalupe, Ciriaco, y María Porfiria. Después de aprender a leer y escribir con su hermano José Cirilo, Posada ingresó a la Academia Municipal de Dibujo de Aguascalientes. Posteriormente, en 1868, entró como aprendiz en el taller litográfico de J. Trinidad Pedroza. Algunas de sus primeras caricaturas de crítica política fueron publicadas en El Jicote, periódico de oposición al gobierno de Jesús Gómez Portugal. Comenzó su carrera haciendo dibujos, copiando imágenes religiosas y como ayudante de un taller de cerámica.

En 1872, Posada y Pedroza deciden instalarse en León, Guanajuato, donde ambos se dedicaron a la litografía comercial. En León, Posada abrió su propio taller y trabajó como maestro de litografía en la Escuela de Instrucción Secundaria, asimismo, realizó litografías y grabados en madera que ilustraban cajetillas de cerillos, documentos y libros. En 1873 regresó a Aguascalientes en donde contrajo matrimonio con María de Jesús Vela en 1875. Al año siguiente le compró la imprenta a Trinidad Pedroza. De 1875 a 1888 continuó colaborando para varios periódicos de León, entre ellos La Gacetilla, El Pueblo Caótico y La Educación. Logró sobrevivir a la fuerte inundación de León ocurrida el 18 de junio de 1888. Publicó varias litografías que representan la tragedia en la cual se hallaron más de doscientos cincuenta cadáveres y se reportaron más de mil cuatrocientas personas desaparecidas. A finales de 1888 se trasladó a la Ciudad de México, en donde aprendió el oficio de técnicas de grabado en plomo y zinc. Colaboró para el periódico La Patria Ilustrada y la Revista de México hasta los primeros meses de 1890.

Comenzó a trabajar con Antonio Vanegas Arroyo, hasta que pudo establecer su propio taller litográfico. A partir de entonces Posada emprendió un trabajo que le valió la aceptación y admiración popular, por su sentido del humor, propensión a lo dramático y calidad plástica. En su obra, amplia y variada, Posada retrató las creencias y formas de vida cotidiana de los grupos populares, criticando los abusos del gobierno y la explotación del pueblo. Además, ilustró las famosas «calaveras», versos alusivos a la muerte que junto con sus demás ilustraciones, se distribuían en periódicos y hojas sueltas. En 1893 colaboró de manera irregular para el periódico Gil Blas el cual estaba dirigido a al clase pobre del pueblo y de tinte antiporfirista.


Durante su trabajo como ilustrador de periódicos, José Guadalupe se reveló pronto como un extraordinario dibujante, de técnicas muchas veces contrarias a las reglas de la pintura académica mexicana, vigente hasta los primeros años del siglo XX. Sin embargo, sus mejores habilidades estaban en el grabado y sobre todo, en una nueva técnica más burda y vigorosa: la litografía. Posada fue un excelente grabador en metal,

Realizó ilustraciones y caricatura política en varias imprentas y algunos periódicos. En su fructífera vida creadora fue perseguido y atacado, debido a que siempre enfatizó su temática haciendo crítica y denuncia de atrocidades e injusticias cometidas por los regímenes que gobernaban el país.

Desde el estallido de la Revolución mexicana de 1910 hasta su muerte en el año de 1913, el maestro Posada trabajó incansablemente en la prensa dirigida a los trabajadores. Sus primeros trabajos realizados en talleres e imprentas pequeñas, le brindaron la posibilidad de desarrollar su destreza artística como dibujante, grabador y litógrafo; por esos tiempos, realizó algunas ilustraciones satíricas que aparecieron en la revista El Jicote. Fue crítico del gobierno de Francisco I. Madero y de las campañas realizadas por Emiliano Zapata.

Ilustró corridos, historias de crímenes y pasiones, de aparecidos y milagros. Retrató y caricaturizó a todo tipo de personajes: revolucionarios, políticos, fusilados, borrachos, peladitos, bandoleros, catrines, damas elegantes, charros, toreros y obreros. Además ilustró las famosas “calaveras” (versos con alusión a la muerte que se ilustraban con esqueletos vivos personificados) género que Posada desarrolló de manera extraordinaria. Revistió al esqueleto en la calavera: esencia de los pesares y alegrías del pueblo.

Gran dibujante, trabajador incansable y un gran técnico del grabado, Posada murió tan pobre como había nacido, el 20 de enero de 1913 en la Ciudad de México.

A cien años de su muerte, Posada renace en el recuerdo palpitante de su obra. Transpira en cada uno de sus grabados, grita, canta, baila y se embriaga con cada personaje que forja en su imaginario y plasma en tinta y papel. La muerte, esa calavera terrena y cotidiana, quiso cobrarle la afrenta de sus descaros y sin embargo con una sonora carcajada que retumba ya por diez décadas, Posada vuelve a burlar a la muerte. Renace desde entonces en la Historia de México, fulgurante, chispeante, lleno de vida, se inmortaliza en la admiración de Jean Charlot y en la tinta surrealista de André Bretón. Se abstrae de la realidad y se transforma en la expresión universal del Arte Mexicano.

Precursor del movimiento nacionalista mexicano de las artes plásticas, hereda a nuestros grandes muralistas mexicanos una cauda de expresión y sensibilidad que transforma el arte mexicano. Para Diego Rivera, Posada es comparado con Francisco de Goya y Lucientes o Jacques Callot, como creador de una riqueza inagotable, cual manantial de agua hirviente y sentencia: “Si es indiscutible lo que dijo August Renoir: que la obra de arte se caracteriza por ser “indefinible e inimitable,” podemos decir que la obra de Posada es la obra de arte por excelencia. Ninguno imitará a Posada; ninguno definirá a Posada. Su obra, por su forma, es toda la plástica; por su contenido es toda la vida, cosas que no pueden encerrarse dentro de la miserable gaveta de una definición.”

Este es el homenaje que le rinde su cuna, el reconocimiento del pueblo que lo vió nacer y que se yergue orgulloso de su hijo. José Guadalupe Posada trasciende fronteras y se transforma en patrimonio del arte universal, cuando se fusiona en la técnica y la expresión sensible de artistas plásticos en todo el mundo, quienes reconocen la genialidad de este ilustre grabador, orgullosamente aguascalentense.

Montoya, Presidente de la Comisión Permanente de Educación y Cultura del H. Ayuntamiento de Aguascalientes, en la Sesión Solemne de Cabildo celebrada el Domingo20 de enero de 2013 en conmemoración del Primer Centenario Luctuoso del Ilustre grabador aguascalentense José Guadalupe Posada Aguilar.

 

Señoras y Señores:

 

En esta mañana de Domingo, nos convoca en este solemne acto el Primer Centenario luctuoso del ilustre grabador José Guadalupe Posada.

Posada nace el 2 de febrero de 1852, en el barrio de San Marcos de la ciudad de Aguascalientes. Su padre Germán Posada Serna y su madre Petra Aguilar Portillo, procrearon ocho hijos, entre ellos: José María de la Concepción, José Cirilo, José Bárbaro, José Guadalupe, Ciriaco, y María Porfiria. Después de aprender a leer y escribir con su hermano José Cirilo, Posada ingresó a la Academia Municipal de Dibujo de Aguascalientes. Posteriormente, en 1868, entró como aprendiz en el taller litográfico de J. Trinidad Pedroza. Algunas de sus primeras caricaturas de crítica política fueron publicadas en El Jicote, periódico de oposición al gobierno de Jesús Gómez Portugal. Comenzó su carrera haciendo dibujos, copiando imágenes religiosas y como ayudante de un taller de cerámica.

En 1872, Posada y Pedroza deciden instalarse en León, Guanajuato, donde ambos se dedicaron a la litografía comercial. En León, Posada abrió su propio taller y trabajó como maestro de litografía en la Escuela de Instrucción Secundaria, asimismo, realizó litografías y grabados en madera que ilustraban cajetillas de cerillos, documentos y libros. En 1873 regresó a Aguascalientes en donde contrajo matrimonio con María de Jesús Vela en 1875. Al año siguiente le compró la imprenta a Trinidad Pedroza. De 1875 a 1888 continuó colaborando para varios periódicos de León, entre ellos La Gacetilla, El Pueblo Caótico y La Educación. Logró sobrevivir a la fuerte inundación de León ocurrida el 18 de junio de 1888. Publicó varias litografías que representan la tragedia en la cual se hallaron más de doscientos cincuenta cadáveres y se reportaron más de mil cuatrocientas personas desaparecidas. A finales de 1888 se trasladó a la Ciudad de México, en donde aprendió el oficio de técnicas de grabado en plomo y zinc. Colaboró para el periódico La Patria Ilustrada y la Revista de México hasta los primeros meses de 1890.

Comenzó a trabajar con Antonio Vanegas Arroyo, hasta que pudo establecer su propio taller litográfico. A partir de entonces Posada emprendió un trabajo que le valió la aceptación y admiración popular, por su sentido del humor, propensión a lo dramático y calidad plástica. En su obra, amplia y variada, Posada retrató las creencias y formas de vida cotidiana de los grupos populares, criticando los abusos del gobierno y la explotación del pueblo. Además, ilustró las famosas «calaveras», versos alusivos a la muerte que junto con sus demás ilustraciones, se distribuían en periódicos y hojas sueltas. En 1893 colaboró de manera irregular para el periódico Gil Blas el cual estaba dirigido a al clase pobre del pueblo y de tinte antiporfirista.

Durante su trabajo como ilustrador de periódicos, José Guadalupe se reveló pronto como un extraordinario dibujante, de técnicas muchas veces contrarias a las reglas de la pintura académica mexicana, vigente hasta los primeros años del siglo XX. Sin embargo, sus mejores habilidades estaban en el grabado y sobre todo, en una nueva técnica más burda y vigorosa: la litografía. Posada fue un excelente grabador en metal,

Realizó ilustraciones y caricatura política en varias imprentas y algunos periódicos. En su fructífera vida creadora fue perseguido y atacado, debido a que siempre enfatizó su temática haciendo crítica y denuncia de atrocidades e injusticias cometidas por los regímenes que gobernaban el país.

Desde el estallido de la Revolución mexicana de 1910 hasta su muerte en el año de 1913, el maestro Posada trabajó incansablemente en la prensa dirigida a los trabajadores. Sus primeros trabajos realizados en talleres e imprentas pequeñas, le brindaron la posibilidad de desarrollar su destreza artística como dibujante, grabador y litógrafo; por esos tiempos, realizó algunas ilustraciones satíricas que aparecieron en la revista El Jicote. Fue crítico del gobierno de Francisco I. Madero y de las campañas realizadas por Emiliano Zapata.

Ilustró corridos, historias de crímenes y pasiones, de aparecidos y milagros. Retrató y caricaturizó a todo tipo de personajes: revolucionarios, políticos, fusilados, borrachos, peladitos, bandoleros, catrines, damas elegantes, charros, toreros y obreros. Además ilustró las famosas “calaveras” (versos con alusión a la muerte que se ilustraban con esqueletos vivos personificados) género que Posada desarrolló de manera extraordinaria. Revistió al esqueleto en la calavera: esencia de los pesares y alegrías del pueblo.

Gran dibujante, trabajador incansable y un gran técnico del grabado, Posada murió tan pobre como había nacido, el 20 de enero de 1913 en la Ciudad de México.

A cien años de su muerte, Posada renace en el recuerdo palpitante de su obra. Transpira en cada uno de sus grabados, grita, canta, baila y se embriaga con cada personaje que forja en su imaginario y plasma en tinta y papel. La muerte, esa calavera terrena y cotidiana, quiso cobrarle la afrenta de sus descaros y sin embargo con una sonora carcajada que retumba ya por diez décadas, Posada vuelve a burlar a la muerte. Renace desde entonces en la Historia de México, fulgurante, chispeante, lleno de vida, se inmortaliza en la admiración de Jean Charlot y en la tinta surrealista de André Bretón. Se abstrae de la realidad y se transforma en la expresión universal del Arte Mexicano.

Precursor del movimiento nacionalista mexicano de las artes plásticas, hereda a nuestros grandes muralistas mexicanos una cauda de expresión y sensibilidad que transforma el arte mexicano. Para Diego Rivera, Posada es comparado con Francisco de Goya y Lucientes o Jacques Callot, como creador de una riqueza inagotable, cual manantial de agua hirviente y sentencia: “Si es indiscutible lo que dijo August Renoir: que la obra de arte se caracteriza por ser “indefinible e inimitable,” podemos decir que la obra de Posada es la obra de arte por excelencia. Ninguno imitará a Posada; ninguno definirá a Posada. Su obra, por su forma, es toda la plástica; por su contenido es toda la vida, cosas que no pueden encerrarse dentro de la miserable gaveta de una definición.”

Este es el homenaje que le rinde su cuna, el reconocimiento del pueblo que lo vió nacer y que se yergue orgulloso de su hijo. José Guadalupe Posada trasciende fronteras y se transforma en patrimonio del arte universal, cuando se fusiona en la técnica y la expresión sensible de artistas plásticos en todo el mundo, quienes reconocen la genialidad de este ilustre grabador, orgullosamente aguascalentense.


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