¡Machos en acción! / Valor en Público - LJA Aguascalientes
08/02/2025

 

Me dio gran gusto recibir la noticia de que el obispo diocesano ya recuperado de su salud sigue participando en la política local, y ahora, me supongo que en pleno uso de sus derechos políticos como ciudadano proponga una consulta pública para que la iniciativa de reforma al artículo 2º, de la Constitución Local, relativa al aborto, se someta al proceso de plebiscito mientras, tanto su Consejo de Laicos anuncia la movilización social suficiente para lograr su propósito ante el Congreso Local.

Con el debido respeto que merece la investidura de don José María de la Torre, debo manifestar que los licenciados que han asesorado al obispo en este asunto, desconocen las particularidades de la Ley de la materia. En tal sentido, con toda humildad, me ofrezco apoyar a sus asesores y licenciados, en lo conducente.

Por ahora, me gustaría precisar que el procedimiento de plebiscito propuesto por el obispo y su Consejo de Laicos, con base en el artículo 21 de la Ley de Participación Ciudadana del Estado de Aguascalientes, sería declarado improcedente por el Consejo General del Instituto Estatal Electoral, simplemente porque estamos inmersos en un proceso electoral y la Ley señalada, no lo permite. El plebiscito es una forma de participación ciudadana donde se vota con un simple, sí o no alguna propuesta pública de carácter político y de importancia para la comunidad, pero jamás se realiza sobre un posible acto Legislativo, sus resultados suelen ser de carácter consultivo, y pocas veces vinculatorio. Los solicitantes deben acreditar el apoyo de al menos el 5 por ciento de electores inscritos en la Lista Nominal vigente, y anexar las copias de credencial de elector y las firmas autógrafas; esto es alrededor de 40 mil electores de Aguascalientes.

Sin embargo, al tratarse de una iniciativa de reforma a la Constitución, como es el caso que nos ocupa, el procedimiento adecuado debería ser el referéndum, cuyos resultados sí son vinculatorios. Según los artículos 36 y 37 de la propia Ley de Participación Ciudadana, la decisión de procedencia, o no, de esta solicitud corresponde exclusivamente a las dos terceras partes de la diputación local. La solicitud debe acreditar el mismo porcentaje (5 por ciento) de electores requeridos para el Plebiscito, la aplicación corresponde al IEEA, y por supuesto tampoco se puede realizar la Consulta a la par del proceso electoral.

El título de esta colaboración ¡machos en acción! Se inspiró en una anécdota que se atribuye a la pareja presidencial en el año 2000, cuando el Presidente Vicente Fox, que había sido acusado de practicar un machismo excesivo hizo suyo el lenguaje de género en el discurso oficial de su gobierno, sorprendió a propios y extraños. Se dijo entonces que las presiones de su mujer, Martha Sahagún, parecían haberlo doblegado y que ya nada quedaba de aquel macho calado que desde un monte del Valle de San Cristóbal llamaba a su hembra con un agudo chiflido. Aquel controvertido hombre de las botas ya no sería el mismo a partir de su llegada a Los Pinos, y en la cabañita del amor nunca más viviría, un ¡macho en acción!

Y viene a cuento, porque al presentar la iniciativa de reforma al artículo 2º, constitucional de Aguascalientes, el joven diputado José Luis Alférez afirmó que él sólo seguía instrucciones, con lo cual provocó que los promotores de la teoría de la conspiración voltearan sus ojos hacia la catedral. Conozco al diputado Alférez y puedo suscribir que él no hizo otra cosa más que apegarse a los usos y costumbres del ejercicio del poder; a las tradiciones religiosas que practican las familias en Aguascalientes; y actuó en apego a su libertad de convicciones éticas, misma que seguramente reivindicará en unos cuantos días más, al votar en favor de la reforma al artículo 24 de la Constitución General de la República.

Más allá de si mi amigo Alférez, siguió o no, las instrucciones de algún poder constitucional o fáctico, debo reconocer que el obispo José María de la Torre, acertó al calificarla como  una acción valiente. Hay poderosas voces que han felicitado a José Luis por su congruencia ideológica, comenzando desde el obispado hasta los grupos pesado-religiosos que promueven la campaña del “Sí a la Vida” que actúan como aliados estratégicos del Partido Acción Nacional.  ¡Oh Alá!, que los vituperios que ha recibido el diputado Alférez por esta acción valiente, los valores su defensa ante el juzgado del purgatorio que le tienen prometido  porque, lo que es acá en la tierra, ya fue condenado a la hoguera por grupos defensores de mujeres con derecho a decidir sobre su cuerpo, pues se comprobó su actitud retrógrada, troglodita, y de macho calado. Además, sin derecho a un juicio justo, como debería corresponde a su alta investidura como diputado, Alférez también fue condenado por los recelosos co-legisladores, que lo ven muy cerca del cielo.

Como padre de tres hijas que han formado ya sus propias familias; como hombre de una sola esposa; como practicante del cristianismo puritano; y en mi posición de abogado y analista de los problemas sociales, me resulta complicado suscribir los argumentos de quienes promueven el “Sí a la Vida”, debido a que anteponen sus particulares dogmas religiosos, a la razón. Ellos no aceptan la duda razonable, y desechan el razonamiento científico con respecto del no nato, y de quienes apoyan los derechos humanos de las mujeres que padecen un embarazo no deseado por causas diversas. Simplemente me parece injusto cualquier intento por criminalizar a las mujeres y los hombres (parejas por supuesto), que apegados a sus propias convicciones éticas deciden interrumpir su embarazo.


En consecuencia me resulta complejo apoyar a esos grupos de presión y de poder fáctico que se niegan a colaborar con las campañas intensivas de prevención del embarazo y de orientación que el Gobierno promueve para el uso correcto de métodos anticonceptivos, entre mujeres y hombres, en edad reproductiva. No acepto que se obstaculicen las campañas de salud reproductiva bajo el argumento de que promocionan una cultura de la muerte, y son anatema, por lo tanto se oponen ciegamente.

Me parece inaceptable suscribir que a la mujer y al hombre les esté prohibido el placer sexual. Ésa es una postura hipócrita, que le viene bien a los machos en acción, que abarrotan los burdeles, casas de cita, moteles y las zonas de tolerancia, y como lo describe el gran Gabriel García Márquez, agreden la memoria de mis putas tristes.

Desde mi punto de vista, la salud mental entre las parejas que forman las familias de Aguascalientes, sería más duradera en la medida en que se realice una práctica placentera y satisfactoria de la relación sexual. En tal sentido, deberíamos desechar de nuestra cultura, la posición pseudo-religiosa y tradicionalista que sostiene que las mujeres no pueden, ni deben, mantener relaciones sexuales por simple placer. Esta corriente de pensamiento tan arraigada en Aguascalientes, sostiene que nuestras mujeres tienen la misión divina, sólo de procrear hijos. Suponiendo sin conceder que tal misión divina sea una verdad, a mí no me parece muy saludable, ni recomendable para la felicidad de las familias. No deberíamos ocultar que la insatisfacción en las relaciones sexuales de pareja, invita a la infidelidad. La insatisfacción sexual ocupa el primer lugar entre las causas de separación entre parejas que viven en unión libre; igualmente, constituye la principal causa de divorcios, entre esposos, que se litigan ante los juzgados.

Con todo respeto a los actores religiosos y políticos involucrados en este tema, refrendo que los derechos humanos no se limitan a los derechos naturales del individuo; el Contrato Social que garantiza nuestra Constitución, y limita las libertades individuales a favor del bien común, es la mejor garantía para hacer una realidad los derechos sociales que a todos nos incumben. En tal razón, más allá de mis creencias religiosas y convicciones éticas, no puedo compartir que un Dogma religioso pretenda imponer sus principios y creencias a toda la sociedad de Aguascalientes.

Me niego a coincidir con quienes manipulan la buena fe de la gente, y pretenden presionar el voto particular de las y los legisladores de Aguascalientes. Me parece que el obispo José María, cometió un exceso típico de la soberbia. Calificó la actuación de los diputados al Congreso Local como timoratos y guajiros. Tal vez, jamás sabremos si usó tal palabra para asemejarlos al pueblo cubano y a su música, si les quiso llamar campesinos, o conoce el color original del cabello rojizo de nuestros diputadas y diputados. ¡Es cuanto!

Email: davidpé[email protected]

Valor público

¡Machos en acción!

David Pérez Calleja

 

Me dio gran gusto recibir la noticia de que el obispo diocesano ya recuperado de su salud sigue participando en la política local, y ahora, me supongo que en pleno uso de sus derechos políticos como ciudadano proponga una consulta pública para que la iniciativa de reforma al artículo 2º, de la Constitución Local, relativa al aborto, se someta al proceso de plebiscito mientras, tanto su Consejo de Laicos anuncia la movilización social suficiente para lograr su propósito ante el Congreso Local.

Con el debido respeto que merece la investidura de don José María de la Torre, debo manifestar que los licenciados que han asesorado al obispo en este asunto, desconocen las particularidades de la Ley de la materia. En tal sentido, con toda humildad, me ofrezco apoyar a sus asesores y licenciados, en lo conducente.

Por ahora, me gustaría precisar que el procedimiento de plebiscito propuesto por el obispo y su Consejo de Laicos, con base en el artículo 21 de la Ley de Participación Ciudadana del Estado de Aguascalientes, sería declarado improcedente por el Consejo General del Instituto Estatal Electoral, simplemente porque estamos inmersos en un proceso electoral y la Ley señalada, no lo permite. El plebiscito es una forma de participación ciudadana donde se vota con un simple, sí o no alguna propuesta pública de carácter político y de importancia para la comunidad, pero jamás se realiza sobre un posible acto Legislativo, sus resultados suelen ser de carácter consultivo, y pocas veces vinculatorio. Los solicitantes deben acreditar el apoyo de al menos el 5 por ciento de electores inscritos en la Lista Nominal vigente, y anexar las copias de credencial de elector y las firmas autógrafas; esto es alrededor de 40 mil electores de Aguascalientes.

Sin embargo, al tratarse de una iniciativa de reforma a la Constitución, como es el caso que nos ocupa, el procedimiento adecuado debería ser el referéndum, cuyos resultados sí son vinculatorios. Según los artículos 36 y 37 de la propia Ley de Participación Ciudadana, la decisión de procedencia, o no, de esta solicitud corresponde exclusivamente a las dos terceras partes de la diputación local. La solicitud debe acreditar el mismo porcentaje (5 por ciento) de electores requeridos para el Plebiscito, la aplicación corresponde al IEEA, y por supuesto tampoco se puede realizar la Consulta a la par del proceso electoral.

El título de esta colaboración ¡machos en acción! Se inspiró en una anécdota que se atribuye a la pareja presidencial en el año 2000, cuando el Presidente Vicente Fox, que había sido acusado de practicar un machismo excesivo hizo suyo el lenguaje de género en el discurso oficial de su gobierno, sorprendió a propios y extraños. Se dijo entonces que las presiones de su mujer, Martha Sahagún, parecían haberlo doblegado y que ya nada quedaba de aquel macho calado que desde un monte del Valle de San Cristóbal llamaba a su hembra con un agudo chiflido. Aquel controvertido hombre de las botas ya no sería el mismo a partir de su llegada a Los Pinos, y en la cabañita del amor nunca más viviría, un ¡macho en acción!

Y viene a cuento, porque al presentar la iniciativa de reforma al artículo 2º, constitucional de Aguascalientes, el joven diputado José Luis Alférez afirmó que él sólo seguía instrucciones, con lo cual provocó que los promotores de la teoría de la conspiración voltearan sus ojos hacia la catedral. Conozco al diputado Alférez y puedo suscribir que él no hizo otra cosa más que apegarse a los usos y costumbres del ejercicio del poder; a las tradiciones religiosas que practican las familias en Aguascalientes; y actuó en apego a su libertad de convicciones éticas, misma que seguramente reivindicará en unos cuantos días más, al votar en favor de la reforma al artículo 24 de la Constitución General de la República.

Más allá de si mi amigo Alférez, siguió o no, las instrucciones de algún poder constitucional o fáctico, debo reconocer que el obispo José María de la Torre, acertó al calificarla como  una acción valiente. Hay poderosas voces que han felicitado a José Luis por su congruencia ideológica, comenzando desde el obispado hasta los grupos pesado-religiosos que promueven la campaña del “Sí a la Vida” que actúan como aliados estratégicos del Partido Acción Nacional.  ¡Oh Alá!, que los vituperios que ha recibido el diputado Alférez por esta acción valiente, los valores su defensa ante el juzgado del purgatorio que le tienen prometido  porque, lo que es acá en la tierra, ya fue condenado a la hoguera por grupos defensores de mujeres con derecho a decidir sobre su cuerpo, pues se comprobó su actitud retrógrada, troglodita, y de macho calado. Además, sin derecho a un juicio justo, como debería corresponde a su alta investidura como diputado, Alférez también fue condenado por los recelosos co-legisladores, que lo ven muy cerca del cielo.

Como padre de tres hijas que han formado ya sus propias familias; como hombre de una sola esposa; como practicante del cristianismo puritano; y en mi posición de abogado y analista de los problemas sociales, me resulta complicado suscribir los argumentos de quienes promueven el “Sí a la Vida”, debido a que anteponen sus particulares dogmas religiosos, a la razón. Ellos no aceptan la duda razonable, y desechan el razonamiento científico con respecto del no nato, y de quienes apoyan los derechos humanos de las mujeres que padecen un embarazo no deseado por causas diversas. Simplemente me parece injusto cualquier intento por criminalizar a las mujeres y los hombres (parejas por supuesto), que apegados a sus propias convicciones éticas deciden interrumpir su embarazo.

En consecuencia me resulta complejo apoyar a esos grupos de presión y de poder fáctico que se niegan a colaborar con las campañas intensivas de prevención del embarazo y de orientación que el Gobierno promueve para el uso correcto de métodos anticonceptivos, entre mujeres y hombres, en edad reproductiva. No acepto que se obstaculicen las campañas de salud reproductiva bajo el argumento de que promocionan una cultura de la muerte, y son anatema, por lo tanto se oponen ciegamente.

Me parece inaceptable suscribir que a la mujer y al hombre les esté prohibido el placer sexual. Ésa es una postura hipócrita, que le viene bien a los machos en acción, que abarrotan los burdeles, casas de cita, moteles y las zonas de tolerancia, y como lo describe el gran Gabriel García Márquez, agreden la memoria de mis putas tristes.

Desde mi punto de vista, la salud mental entre las parejas que forman las familias de Aguascalientes, sería más duradera en la medida en que se realice una práctica placentera y satisfactoria de la relación sexual. En tal sentido, deberíamos desechar de nuestra cultura, la posición pseudo-religiosa y tradicionalista que sostiene que las mujeres no pueden, ni deben, mantener relaciones sexuales por simple placer. Esta corriente de pensamiento tan arraigada en Aguascalientes, sostiene que nuestras mujeres tienen la misión divina, sólo de procrear hijos. Suponiendo sin conceder que tal misión divina sea una verdad, a mí no me parece muy saludable, ni recomendable para la felicidad de las familias. No deberíamos ocultar que la insatisfacción en las relaciones sexuales de pareja, invita a la infidelidad. La insatisfacción sexual ocupa el primer lugar entre las causas de separación entre parejas que viven en unión libre; igualmente, constituye la principal causa de divorcios, entre esposos, que se litigan ante los juzgados.

Con todo respeto a los actores religiosos y políticos involucrados en este tema, refrendo que los derechos humanos no se limitan a los derechos naturales del individuo; el Contrato Social que garantiza nuestra Constitución, y limita las libertades individuales a favor del bien común, es la mejor garantía para hacer una realidad los derechos sociales que a todos nos incumben. En tal razón, más allá de mis creencias religiosas y convicciones éticas, no puedo compartir que un Dogma religioso pretenda imponer sus principios y creencias a toda la sociedad de Aguascalientes.

Me niego a coincidir con quienes manipulan la buena fe de la gente, y pretenden presionar el voto particular de las y los legisladores de Aguascalientes. Me parece que el obispo José María, cometió un exceso típico de la soberbia. Calificó la actuación de los diputados al Congreso Local como timoratos y guajiros. Tal vez, jamás sabremos si usó tal palabra para asemejarlos al pueblo cubano y a su música, si les quiso llamar campesinos, o conoce el color original del cabello rojizo de nuestros diputadas y diputados. ¡Es cuanto!

Email: davidpé[email protected]


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