Toros / Puyazos - LJA Aguascalientes
31/03/2023

 

Cuando terminó la segunda novillada de la campaña en el rancio coso del barrio de San Marcos de Aguascalientes, y ante otro lleno hasta las canales, los aficionados caminaban por los pasillos desahogando el edificio llenos de satisfacción, plenos, satisfechos y recompensados de lo que en monedas dejaron en los estanquillos expendedores de boletos. Tuvieron motivos para ello. El central fue que el producto ganadero que la empresa adquirió tuvo todas las características para dar seriedad y categoría que le otorga esencia al taurinismo que tanto presume y pregona la entidad.

El señor José Miguel Llaguno Gurza, de sus alambrados zacatecanos de Arroyo Hondo seleccionó seis ejemplares muy finos de hechuras, bien armados, armónicos y cuajados que además, en calificación general, dieron un juego sobre los lineamientos de la bravura.

Irónico pero halagador hecho que durante la serie menor de preferia la clientela taurina pueda paladear encastes que en la Feria Nacional de San Marcos, en el escenario de la Monumental de Alberto Bailleres, estén ausentes gracias al entreguismo de las lacayunas autoridades, mismas que a su vez condescienden postradas ante el ventajismo de los apoderados de las, sobre todo, figuras extranjeras que vienen a México a entrenar en tientas de luces, cobrando extravagantes emolumentos, ante novillones desrazados, débiles y sin trapío como son los que mandan, haciendo válidas dañinas complacencias, Teófilo Gómez, Fernando de la Mora, Bernaldo de Quirós y otros hierros similares.

Cada vez tiene más sonido el acontecimiento de que José Tomás Román Martín, El Príncipe de Galapagar reaparecerá el 27 de abril ante los aficionados hidrocálidos, pero para desencanto, enfado y frustración de los que aman la fiesta, lo hará, faltaba más, con ganado de cualquiera de las divisas introducidas en la cuartilla, no sea que le vaya a salir otro “Navegante”.

El sexteto de Llaguno, retornando al reciente buen recuerdo, proyectó sentimiento, gusto, honor, pasión y desmesurado cariño por el campo y la crianza del ganado de lidia. Para ser buen ganadero primero hay que ser buen ranchero, amar el campo y todo lo que de él fluye, dijo el señor José Miguel. Tener, agregaría bajo mi riesgo y cuenta, un perfil ecologista. Y lo posee este criador de acendrada estirpe ganadera.

Hoy, en acomodo a las formas de vivir, el orden y desorden de la sociedad y su transcurrir todo, no existe mejor forma de preservar la especie bovina de lidia que sigue siendo criada en la organización de las dehesas. Obedeciendo igualmente a un fin.

La res de esta raza, como ente animal, tiene el objetivo de estar para beneficio de la humanidad, y no al contrario. Pese a que se desgarren los ecologistas políticos tratando sin fundamentos de abolir las corridas de toros, una tradición que en México está a cercana a llegar a los 500 años, el bóvido de lidia, al igual que muchas otras especies, se cría con sacrificio bajo el objeto de proporcionar beneficios como son, primero, el divertimiento popular, y posteriormente con su muerte, dar alimento y todos los demás productos que de su cuerpo sacrificado se pueden obtener; después de haber desgajado una derrama económica extensa y  muy importante para infinidad de familias que están colgadas en la enorme gráfica estadística en la que está como eje y en el centro exacto este fabuloso y místico cornúpeta.

Si se prohibiera la celebración de las corridas en México, desequilibrando y desapareciendo de paso la organización económica externada ligeramente, el primer perjudicado sería el propio toro, pasando a ser de animal pleno a animal exótico mantenido quizás en alguna reserva e igualmente para divertimiento y curiosidad de todos aquéllos que tienen la desgracia de pisar en su vida solamente el pavimento como presidiarios del terrible urbanismo y nunca la tierra viva, corteza natural de este planeta, y que les es extraña, por la lejanía con ella, toda forma de la vida animal.


El verdadero sentido de la cría del toro es mantener y fortalecer el respeto por su dignidad, proporcionándole todo lo que necesita de cuidados, manejo, alimentación y genética. En parte, ello es el mejor argumento que serviría como escudo a los sentimentalistas ataques de pseudoecologistas metidos a la “defensa” de un ser del que desconocen todo.

Uno de los mejores blindajes con que se puede cubrir la fiesta es que los que se dedican a la explotación del ganado de lidia, hagan lo que está haciendo José Miguel Llaguno. Y no es la primera, todas las veces que su divisa se ha presentado en escenarios aguascalentenses, ha brillado el trapío, bravura y buena crianza de su ganado.

Eso es proteger la fiesta, dignificando plenamente su parte más importante, el toro; dándole lo necesario para que a los ruedos salga sano, completo, espléndido como es de naturaleza.

Enemigos verdaderos del espectáculo son todos aquéllos que diciéndose taurinos minimizan y condicionan a mansos al bovino de casta; aquéllos que servilistas de figurines le quitan, por medio de manipulaciones genéticas, trapío, raza y belleza. Y todavía ganan el acomodo de placas en los muros de las plazas de toros en “correspondencia” a “corridas históricas”…


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