“Yo no quiero que Chávez se vaya, porque no quiero volver a ser invisible”
De acuerdo con los últimos datos registrados en la página de Index Mundi al 1 de enero de 2012, México ocupa el octavo lugar mundial en la producción de petróleo con un monto cercano a los 3 millones de barriles diarios. Venezuela ocupa el decimotercer lugar con un monto de alrededor de 2 millones 400 mil barriles de petróleo al día. Es decir, produce menos que México. En nuestro país, esta riqueza petrolera privilegiada debería ser efectivamente utilizada para el desarrollo del pueblo, pues es derecho de todos los que vivimos en esta nación participar de los beneficios que de nuestro suelo emanan. Sin embargo, la lógica de nuestros días mexicanos (la del mundo al revés) enseña otra cosa. De esta “antilógica” hablaba en su columna del 10 de marzo en La Jornada Jacobo Rivero haciendo comparación con las políticas públicas y sociales de Chávez, calificadas como populistas y enfocadas a la compra de votos: “Ecuación de difícil comprensión para el observador ajeno: yo vivo en comunidad; la comunidad genera una riqueza colectiva; la riqueza produce beneficios sociales; el reparto de esos beneficios es un chantaje. Curioso. Lo normal, por lo visto, era lo otro: yo vivo en una comunidad; la comunidad genera una riqueza colectiva; los beneficios son para empresas extranjeras y cuatro listos autóctonos que se reparten el pastel…” (incluidas las corruptas cúpulas sindicales en contubernio con los gobiernos, añadiría yo, o si no pregunten a Romero Deschamps y a sus hijos).
En Venezuela, la tan cacareada política “populista” de Chávez ha tenido el valor de enfrentarse a la lógica neoliberal de mercado y ha impuesto una visión revolucionaria que lejos de someterse al imperialismo político, económico, militar y cultural de nuestro -para bien y para mal- vecino del norte, enarbola la defensa de la soberanía y la autodeterminación nacional. Las estrategias del gobierno venezolano en apoyo a su pueblo han sido múltiples y variadas. El sociólogo Boaventura de Sousa Santos explica que Chávez aprovechó el boom de los recursos petroleros para realizar un programa sin precedentes de políticas sociales, sobre todo en las áreas de educación, salud, vivienda e infraestructura, que mejoraron sustancialmente la vida de la inmensa mayoría de la población. Venezuela dejó de ser un país desconocido a nivel mundial y se convirtió en un líder sudamericano de resistencia contra las hegemonías internacionales. Más allá de todo lo que tenga de negativo, de polémico o de equivocado el sistema de gobierno instaurado por Chávez, sí debe reconocerse que el rumbo hacia el que el Estado venezolano dirigió sus esfuerzos, fue el del bien común, en contraste con el servilismo y sumisión que han mostrado los últimos gobiernos en México hacia Estados Unidos y las oligarquías económicas mundiales.
Muestra del crecimiento social logrado durante el gobierno de Chávez fue el fortalecimiento de la educación. Eduardo Galeano expresó: “Yo viví en ese país algunos años y conocí muy bien lo que era. La llaman la ‘Venezuela Saudita’ por el petróleo. Tenían 2 millones de niños que no podían ir a las escuelas porque no tenían documentos. Ahí llegó un gobierno, ese gobierno diabólico, demoniaco, que hace cosas elementales, como decir ‘los niños deben ser aceptados en las escuelas con o sin documentos’”. Y se logró. Aunado a ello y con el fin de elevar las condiciones materiales y culturales de la población, este país cuenta con uno de los mejores sistemas de educación musical a nivel mundial través del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, que agrupa hoy a cerca de 400 mil jóvenes y niños de medianos y bajos recursos procedentes de los sectores más vulnerables de la población, incluyendo niños y adolescentes en situación de calle, jóvenes y niños afectados de grave incapacidad física, niños incorporados a las escuelas básicas públicas, niños y adolescentes ubicados en áreas de extrema pobreza, y jóvenes reclusos de ambos sexos que en el seno de las cárceles adquieren las destrezas necesarias para ejecutar instrumentos musicales y adiestrar sus voces mientras aguardan ansiosamente su reinserción en la comunidad como profesionales de la música. José Antonio Abreu, director del Sistema, declaró en un reciente concierto de la mundialmente reconocida Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, dirigida por Gustavo Dudamel, en espera de la recuperación de Hugo Chávez, que la música había dejado de ser un privilegio de élite, y se había convertido en un instrumento de las mayorías “contra el uso perverso del tiempo libre, contra la droga y la violencia, impulsando al mismo tiempo el acceso de los menos favorecidos a la formación estética y a la vida del arte. De esta manera, la pobreza material en un sentido profundamente revolucionario, será rotundamente vencida por aquella sublime riqueza espiritual que germina por y en la música”. Y así la música, como medio de desarrollo humano y social en el más alto sentido, transmite a la infancia y juventud venezolanas los más altos valores como la solidaridad, la armonía, el orden, la mutua compasión, y la capacidad para unirse como comunidad y concertar acuerdos. He allí las políticas del diabólico Chávez que en México se deberían emular.