Hoy 26 de marzo de 2013 (hora del Este), toda vez que fue aprobada en la Cámara de Diputados la “histórica” reforma constitucional en materia de telecomunicaciones y radiodifusión, la empresa Satélites Mexicanos, S.A. de C.V. (Satmex) e International Launch Services (ILS) lanzarán desde el Cosmódromo de Baikonur en la república rusa de Kazajstán, a 2100 kilómetros de Moscú, el satélite SATMEX 8, basado en una plataforma SS/L 1300E cuya posición orbital estará a 116.8° Oeste y constará de 64 transpondedores (dispositivos electrónicos inalámbricos) con bandas C y Ku que darán cobertura a todo el continente americano.
Desde la venta de Telmex a Carlos Slim (1990) hasta la entrega del sistema satelital mexicano a manos privadas en 1997, los gobiernos emanados del PRI y PAN han regalado a particulares miles de millones de dólares que nadie ha podido cuantificar y mucho menos transparentar por así convenir a los intereses de los grandes consorcios de la comunicación beneficiarios absolutos del proceso de privatización de sectores económicos prioritarios que el estado mexicano dejó de considerar estratégicos. Desde entonces se dijo que la apertura a la inversión privada en el área de las telecomunicaciones traería al país grandes beneficios en materia de salud, empleo y educación con el consabido aumento en la productividad del comercio y la industria nacionales. Nada de eso se ha logrado hasta nuestros días. Se modificó el artículo 28 de la Constitución y se entregó la operación de los satélites mexicanos del Sistema Morelos de propiedad federal a empresas privadas. De nada valieron las voces que advertían de un atentado a la soberanía en virtud de que los asuntos de seguridad nacional manejados por la Secretaría de la Defensa Nacional, Secretaría de Marina y Procuraduría General de la República serían transmitidos por satélites operados desde México, propiedad de extranjeros. Bajo este contexto Satmex, empresa independiente de Telecomm, se convirtió en la principal operadora de servicios satelitales fijos en América Latina y es una de las dos empresas privadas con sede en Latinoamérica que ha diseñado, adquirido, lanzado y operado tres generaciones de satélites durante más de 25 años. Desde 1997 el sistema satelital mexicano ha funcionado más que a favor del desarrollo nacional, en beneficio de una mafia empresarial que impuso en la presidencia de la república por encima de la ley a Felipe Calderón Hinojosa y que acabó comprándole la misma a Enrique Peña Nieto. La actual reforma constitucional en materia de telecomunicaciones con todo y su “pacto por México” es más de lo mismo. Poco o nada importa si las reglas de juego para combatir los monopolios cambian para que todo siga igual. Concluyó la vida útil de los satélites del Sistema Morelos y fueron muchos los milagros que lograron la bonanza económica de Telmex, Televisa y Azteca. El cártel de las telecomunicaciones a final de cuentas terminó aplaudiendo la nueva reforma sin acordarse de sus viejos pleitos. Comprar la presidencia de México les salió más barato de lo que pensaban. Lo cierto es que para millones de mexicanos, privatizar y modernizar las empresas propiedad de la nación no les ha redituado en beneficio alguno. La entrega sistemática del patrimonio nacional y del dinero público a empresas privadas, sencillamente es incuantificable. Los más de 21 mil millones de pesos que el gobierno invirtió en el proyecto Sistema Satelital Mexicano (Mexsat) con satélites exclusivos para garantizar la seguridad nacional operados por Telecomm de la SCT que puso en órbita el pasado 19 de diciembre de 2012 el satélite Bicentenario y que en 2014 hará lo mismo con los satélites Centenario y Morelos III, escribirán la misma historia de rapacidad y pillaje que data de 1997. El problema entonces no es la “brecha digital” ni la seguridad nacional, sino la “banda ancha” de alta velocidad, rápida y activa de delincuentes comandados por Enrique Peña Nieto. Esa “banda ancha” de telecomunicadores no es más que una vulgar “coalición de funcionarios y empresarios” dispuestos a instaurar en Latinoamérica el espectáculo de la banalidad y la simulación por encima de la sociedad del conocimiento. Para ello seguirá sirviendo el Sistema Satelital Mexicano que hoy pone en órbita el SATMEX8.
