La propuesta de reforma aprobada en la cámara de diputados -que actualmente se discute en el Senado- es producto de una legislación en pro del mercado, siendo su principal problema que se desempeña en clave meramente comercial, tratándonos como usuarios y consumidores, no como ciudadanos sujetos a titularidades. De manera abreviada, queda a deber en los siguientes puntos:
-No hay una definición sustancial de Medios Públicos.
-No se articula un círculo virtuoso de los derechos de las audiencias, que supone paquete completo: derecho de réplica, de rectificación y derechos ante la programación.
-No se explicitan las concesiones que requieren las poblaciones indígenas y tampoco las que son indispensables para regularizar las radios comunitarias.
-No retoman la idea de un mecanismo realmente ciudadano para establecer pautas sobre los contenidos, respecto a publicidad, información y entretenimiento.
-La forma de nombramiento de los titulares de los nuevos organismos en materia de competencia y telecomunicaciones responde a la estrategia de robustecimiento del poder presidencial, porque los órganos de gobierno del Ifetel y la Cofeco se integrarán por siete comisionados designados en forma escalonada a propuesta del Ejecutivo Federal. Los contrapesos -el comité de evaluación y la ratificación del Senado- buscan atenuar el diseño vertical, pero son mecanismos débiles en el marco de la cooperación interpartidista que exige el Pacto, así como por la trayectoria de acumulación de facultades -formales e informales- en la figura presidencial promovida por el PRI.
En cuanto al proceder, los partidos y quienes colaboraron con ellos en la construcción de la reforma lo hicieron a espaldas de la nación, en una negociación cupular y excluyendo a diversos actores de la sociedad civil que tenían que aportar al proceso. La democracia no es sólo una palabra a escribir en la Constitución con letras de oro, sino una práctica cotidiana, por lo que es absurdo valerse de instrumentos autoritarios para avanzar en la democratización del país. Hay legisladores que incluso usaron el nombre y peso de reconocidos académicos, activistas sociales y periodistas para darle legitimidad a la propuesta, cerrándoles la puerta en el proceso de conformación de la reforma. Una ruta democrática implica que se discuta públicamente y de cara a la Nación, realizando foros temáticos, con pluralidad de actores y organizaciones de la sociedad civil para garantizar la diversidad, para lo cual es indispensable que la reforma no se apruebe fast-track.
Urge seguir una serie de principios-guía. Propongo los siguientes:
-Partamos de que somos ciudadanos, no sólo consumidores.
-La Soberanía en el uso del Espectro Radioeléctrico es el verdadero horizonte, pues la libertad no se reduce a la decisión individual de hacer Zapping, sino que consiste en crear, producir y generar contenidos, difundir información y representarnos en los medios.
-Si un medio público no fortalece la democracia, no tiene razón de ser en última instancia. El criterio para su asignación y uso debe ser siempre democrático, con 33 por ciento del espectro destinado al sector privado, 33 por ciento para el sector público y 33 por ciento para el social-comunitario.
-Desaparecer los monopolios no se traduce por sí mismo a democratizar los medios. Planteado sólo así, viviremos una dinámica de competencia por enajenar, no para crear cultura. Tener muchos actores no garantiza que las voces sean diversas, mientras no se reconozca la participación de la sociedad, dotándola de un porcentaje definido del espectro.
-La Radio y la Televisión deben ser una plaza pública, punto de encuentro para construir democracia. Su función social es servir como espacio de los ciudadanos para informar, discutir, deliberar y decidir sobre el bien común.
El movimiento #YoSoy132 nació por una urgente necesidad de cambio. Estamos a casi un año de su punto de ignición en la Universidad Iberoamericana y desde entonces a esta parte, tomó la bandera de la lucha por la Democratización de los Medios, entendida como una pauta crucial y necesaria para democratizar al país. El objetivo va más allá de una reforma: es alcanzar una democracia auténtica, real y participativa, impulsada por ciudadanos protagónicos, que permita avanzar en la equidad y promueva la pluralidad, protegiendo a las minorías.
¿Qué es entonces democratizar el sistema de medios de comunicación? Si democracia es el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, democratizar el sistema de medios significa realizar producciones de radio y televisión del pueblo, para el pueblo y por el pueblo. Es decir: que yo, que tú, que él y ella, nosotros y ustedes, bajo la forma de sociedad organizada, produzcamos información y contenidos. Hasta ahora y salvo heroicas excepciones, los medios de comunicación han servido a quienes pueden pagar lo necesario para cámaras, micrófonos, equipos, instalaciones y operadores; sin embargo, hoy es factible que lo hagamos todos, porque los costos de producción se han abaratado enormemente y tenemos espacio suficiente por la liberación del espectro que vendrá con la digitalización. Sin duda alguna, de nuestro interés y participación depende la televisión, radio, internet y telefonía que tendremos mañana.




