Entrevista a Rowena Bali, autora del libro de cuentos La herida en el cielo - LJA Aguascalientes
23/01/2025

 

Me encanta jugar con esta humanización de los entes divinos

  • “Recopilé relatos breves, que fueran sintéticos, que estuvieran llenos de semánticas o de interpretaciones diversas”

 

 

Rowena Bali es autora de las novelas Amazon Party, El Ejército de Sodoma y El Agente morboso, pero  La herida en el cielo (Axial, 2012) está compuesto por 28 cuentos breves en donde la prosa poética y la fantasía dominan en un escenario en donde la sensualidad, a veces ingenua, a veces cruda y extraña es acompañada por un negro sentido del humor que se burla tanto de los estereotipos de belleza y las obsesiones consumistas que dominan en la sociedad contemporánea. La fantasía, la ironía, la prosa poética son los elementos que le dan vida a estos cuentos en los que la brevedad da paso a la intensidad con los que la autora nos sorprende. Platicamos con ella sobre éste, su primer libro de cuentos publicado.

Javier Moro Hernández (JMH): Leí en una entrevista previa que los cuentos ahora reunidos en La herida en el cielo son cuentos de diferentes etapas creativas, ¿cómo fue ese proceso de evolución de tu obra?

Rowena Bali (RB): Muchos de los cuentos surgieron a partir de circunstancias que pueden ser de cosas que vi en la calle o en la televisión o lecturas o pláticas que sostuve con otras personas, es decir las fuentes de inspiración son muy diversas, tan diversas como los temas que abordo y tan diversas como las intenciones que tiene cada texto, pues mi idea era cuando empecé a escribir estos relatos breves era recopilar algo de la mucha prosa poética que he escrito y que no he publicado nunca; sí había una intención de que el libro fuera de relatos, sin duda, pero lo más cercano a la prosa poética, es decir que fueran sintéticos, que estuvieran llenos de semánticas o de interpretaciones diversas.

Es un libro que yo ya tenía más o menos recopilado, con otro nombre, pero  a esta versión de la recopilación le omití algunas cosas y le agregué algunas otras, pedí asesoría en cuanto al título y la mayoría de las personas coincidió en que el mejor título era La herida en el cielo, cosa que me dio mucho gusto porque ese cuento es muy entrañable para mí y fue el primer cuento que me publicaron en una revista que se llamaba Pluma y compas que editaban unos compañeros de la facultad y que fue algo que me cayó de sorpresa, pues yo ni sabía ni tenía la más pálida idea de que mi trabajo a esas alturas estuviera publicable. Ese cuento en particular lo escribí a los 16, 17 años y yo traía todas estas angustias existenciales que suelen acompañar a la adolescencia de las personas que leemos, porque quizá no a todos les pasa eso, entonces tiene influencias muy obvias: La Metamorfosis de Kafka, La Loca de Maupassant, El  Muro de Sartre, todas esas lecturas que en la adolescencia hacemos, algo de los poetas malditos y cosas así, es una época muy efectista de mi trabajo, una época muy “adjetivada”, el cuento está lleno de adjetivos, los cuentos que se encuentran más al centro son más mesurados, menos adjetivados, aunque no menos efectistas, porque siempre fueron hechos con esta intención, de dar una pequeña punzada al lector y si no que una puñalada por la espalda, siempre con la idea de provocar cierta incomodidad, cierta inquietud, de provocar o de retar la moral del propio lector.

JMH: ¿Podría decirse que en este libro están todas las obsesiones que te construyen como escritora?

RB: Sí, están todas, las mismas obsesiones que aparecen en mis novelas, en El agente morboso y en El ejército de Sodoma, todo el asunto de la sexualidad un poco freak, todo este asunto de los personajes locos en situaciones de extremo sufrimiento o estos personajes desencantados por la vida o personajes como el protagonista del cuento El árbol que se siente locamente atraído por unas siamesas, un poco el asunto del desencanto en la niñez; alguien me comentaba que en mi libro hay una constante pérdida de la inocencia en la niñez, y sí, un poco en cuentos como El niño del vaticinio o en El dios de los juguetes, que también es un cuento que escribí en el centro de ese periodo del tiempo y que tiene que ver con una angustia personalísima que yo me la vivía trabajando y trabajando, mientras mi hijo crecía y se me ocurrió esta historia de una madre que convierte a su hijo en un negocio, entonces sí hay una diversidad de temas y obsesiones, pero siguen siendo más o menos los mismos que están también en mis novelas. Siento que en estos últimos cuentos, como por ejemplo Recuerdo vivido o La Vida horizontal, son en cierto sentido más tiernos, más ingenuos y creo que con el paso del tiempo me voy volviendo una narradora más ingenua conforme voy evolucionando o por lo menos trato de ser más básica, no tan adjetivada, no tan compleja, mucho más magra, más limpia, y por otro lado siempre apegada a la fantasía.


JMH: Hay un tema, el protagonismo que toman en algunos cuentos los insectos, que son vistos como seres conscientes de su sensualidad, y que me parece que se vincula con ese lado sexual-sensual, que siempre ha tenido tu trabajo.

RB: Esto fue muy curioso pues hay una escena en una película, no recuerdo si es la del Exorcista, en donde se empiezan a acumular insectos, moscas, en una ventana; esa escena me traumó un poco, quizás porque la vi muy chica, yo me metía en el cine cuando vivía en Chapingo, me metía en el cine los martes y los jueves y nadie me decía nada, quizás porque ni me veían, y me metía y veía películas terribles, vi películas como El bebé de Rosemary o La piel que estaba basado en la novela de Curzio Malaparte, con unas escenas brutales que me marcaron muchísimo, entonces esto fue otro elemento importante, el haber visto cine de arte a una edad muy corta y que por otro lado no hubiera un vigilante que me dijera “tú estás muy chiquita para ver esto”, luego por otro lado leí un ensayo de Jardiel Poncela que hablaba sobre todos los escritores que han hablado de las moscas, entonces sí me interesó mucho el personaje mosca y también hablo de la mosca en otro cuento, Amorosa en donde el personaje principal es la mosca, y esto viene a partir de una reflexión de que como seres humanos no deberíamos tener el derecho a quitarle la vida a un ser tan extraordinario como una mosca, que puede ser una reflexión un poco ñoña si tú quieres, pero es decir tendemos a ser terriblemente desconsiderados con otras formas de vida distintas al ser humano cuando la existencia de una mosca es una verdadera maravilla, y por eso escribí este cuento de Amorosa que también es uno de los últimos.

JMH: En relación a esto mismo, la preocupación del tema divino que aparece en varios de los cuentos, como El dios de los juguetes o El altísimo, en donde aparecen estas presencias divinas pero que abordas desde una visión irónica.

RB: Eso seguramente tiene que ver con las formas en que me educaron, crecí en una familia atea, atea recalcitrante, todo lo que oliera a sistemas de creencia en mi familia era descalificado inmediatamente. Justo hace unos días estuve leyendo un libro de Joseph Roth que se llama Viaje a Rusia, que habla de esta descalificación que había en la Unión Soviética sobre los asuntos religiosos, y yo siempre tuve la idea o me instruyeron en el sentido de que el socialismo no era necesariamente una supresión del asunto religioso pero sí aprendí, necesariamente, que el socialismo ridiculizaba mucho el asunto religioso, creo que eso influyó en mí y me llevó a tener esa interpretación y no puedo evitarlo, pero por otro lado el asunto de la divinidad pesa en mi conciencia pues a partir de esta educación me surgieron muchas dudas, es decir el asunto de la divinidad no es algo de lo que pueda burlarme realmente, porque sigo siendo una persona ignorante, como la mayoría de las personas, y sigo teniendo un montonal de cosas que no puedo explicar sino a partir de un ente divino que las hizo, pero por otro lado me encanta jugar con esta humanización de los entes divinos y me encanta jugar con la idea del temor que infunde lo divino y de estas grandes posibilidades manipuladoras que ha tenido lo divino.

JMH: En varios de tus cuentos puede haber dos lecturas: la lectura literal pero también cuando terminas te das cuenta de que hay un subtexto, por lo que tus cuentos son exigentes con el lector, hay referencias literarias, hay referencias a autores que te obligan como lector a sumergirte en el cuento.

RB: De pronto hago guiños que pueden resultar muy personales y que sé que pocos lectores puedan llegar a encontrar, por ejemplo en Recuerdo vivido hago un pequeño homenaje a Pamuk, pretenciosamente si tú quieres, pero trato de hacerle un homenaje, en La herida en el cielo hay algunas referencias, me gusta mucho jugar con la posibilidad de estas diferentes semánticas en la narrativa, yo pretendo que esto sea prosa poética, es decir que puedas tú como lector un montón encontrar de lecturas diferentes, de pronto el lector es el que viene a descubrir cosas que ni yo haya notado a la hora de escribir, me ha llegado a sorprender mucho la forma en la que los lectores interpretan las cosas que yo escribo, y siempre son sorpresas gratas, sé que hay una diversidad de significados porque además me gusta mucho jugar con el doble sentido de las frases y es una forma de tener una lectura rica y lo más crítica posible.

JMH: Todos tus cuentos pueden ser ubicados dentro de la realidad pero en realidad son  cuentos en donde el género de la fantasía es el que predomina.

RB: Es un poco sobre el conflicto, esta dicotomía que hubo en mi formación, que por una parte fue muy material, que descalificaba a cualquier cosa que sonara a sistema de creencias, que tuvo que traer como consecuencia natural el cuestionamiento que iba a suceder de una manera u otra, entonces por eso probablemente sea que en estos relatos esté mucho esta dicotomía o esta posibilidad  de pasar de una situación completamente real, cotidiana a otra que no lo es tanto, entonces yo supongo que de ahí provenga todo esto.


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