Por Luis Ernesto Gutiérrez Berdeja.
Si las y los homofóbicos rebuznan es porque los tacones están sonando.
L. Berdeja
Ayer celebrábamos el Día Internacional contra la Homofobia y era evidente cómo a muchas de nuestras autoridades se les olvidó esta forma de discriminación y prefirieron conmemorar el Día del Internet, olvidando que existe la discriminación hacia personas homosexuales, lesbianas, transgéneros, travestis y transexuales, invisibilizando una vez más los crímenes de odio. Esto hace que recuerde que hace ya varios años en un titular de un periódico local de Aguascalientes se podía observar la fotografía de un asesinato en primera plana y decía “Lo maté por joto”, ésta era la noticia de un homicidio a un hombre que tenía prácticas sexuales con personas de su mismo sexo. Este título y sobre todo el crimen, demuestran que el odio existente hacia las personas homosexuales está generado por la homofobia, que está alimentada por los prejuicios y estigmas que tienen como función restringir los derechos y libertades fundamentales de las personas que tienen una preferencia sexual diferente a la heterosexual.
En Aguascalientes se encuentra tipificada la discriminación como delito en el artículo 91-D de la Legislación Penal del Estado. Este ordenamiento al que podríamos clasificar entre las leyes para la “no discriminación”, sería como lo menciona Luigi Ferrajoli (1999), “protecciones para todos, pero expresan, en especial, el derecho de los más débiles. Garantías como la no discriminación constituyen, en efecto, ʻla ley del más débilʼ, porque obligan al Estado a no atropellar y a no avalar atropellos, contra las personas que son objeto de prejuicios negativos y de estigmas sociales sólo por pertenecer a un grupo subvalorado o despreciado de manera no justificable”.[1]
¿Qué quiere decir esto? “la ley del más débil” es una defensa en la que se evita que las mayorías poblacionales, religiosas, morales o étnicas de un país puedan apartar a los grupos más débiles y oponerse a que ellos disfruten de una vida digna. Por ejemplo en el caso que mencioné del homicidio es un crimen de odio, es el grado más extremo de la discriminación, sorprende a la gente y provoca expresiones tales como: “¿Cómo puede ser posible? o ¿cómo se puede matar a alguien sólo por su orientación sexual?” Entonces dejamos las respuestas a las ciencias clínicas y a la criminología mencionando que dentro del asesino había locura, patología o alguna discapacidad, demostrando que el odio es una enfermedad que sólo se da entre algunas personas; claro, sin darle poder a los prejuicios que existen hacia las personas homosexuales; es más, en la mayoría de los casos pareciera ser que la víctima es la culpable, argumentado en los medios de comunicación y en los servicios de justicia que es un “crimen pasional”.
Por lo tanto la homosexualidad está en desventaja inmerecida en un mundo donde es más valorada la heterosexualidad y por ello puede ser considerada “una desviación, perversión o una anormalidad” esto lo dicta una construcción social heredada desde el siglo XVIII y en la actualidad los prejuicios, el machismo y las religiones que nos enseñan fundamentalismos llenos de odio, generando desprecio y rencor social, capaces de manifestarse en las limitaciones de los Derechos Laborales, de Seguridad, de Libertad de Expresión, e incluso a los mismos Derechos Humanos.
El desprecio y el rencor social siempre estarán presentes en los actos de discriminación, sin embargo, se debe aclarar que la finalidad de la discriminación está en concurrir en la capacidad de dañar los derechos y libertades.[2]
La estructura de la discriminación nos permite identificar los lugares donde se especifica con mayor fuerza; éstos son: el sistema de salud (cómo olvidar toda la discriminación que se desató por la aprobación del matrimonio igualitario o matrimonio entre personas del mismo sexo, al solicitar estos contrayentes su respectiva afiliación a los sistemas de Seguridad Social), el sistema educativo y el laboral.
Ahora que sabemos la estructura, podemos avanzar en una estrategia para combatir la discriminación. Ésta recurre a señalar prácticas de desprecio social; los movimientos sociales por los derechos de la población Lésbico Gay Bisexual y Transgénero, exigen un cambio cultural y éste propiciará un cambio de comportamiento en los individuos; lo anterior se logrará con el fomento a la cultura social y a la cultura política de la equidad, la relación y el respeto a las diferencias. Las demandas que deben exigir estas luchas deberían de ser un equilibrio entre medidas legales para prohibir y castigar los actos concretos de discriminación y la aplicación de medidas compensatorias orientadas a reparar a colectivos completos por los daños inmerecidos padecidos por el desprecio y el estigma social[3].
La discriminación por preferencia sexual salió del “closet” el día de ayer, para reflejarnos una realidad que vive el Estado, el país y el mundo entero; sin embargo, la discusión por una legislación más incluyente, por el respeto a los Derechos Humanos y una vida digna para todas y todos independientemente de la preferencia sexual es algo por lo que se debe luchar día con día y no sólo esperarnos a que sea 17 de mayo.
Una sociedad que discrimina y excluye no puede considerarse una sociedad democrática.
Podemos Cambiar Aguascalientes se suma a la lucha contra la discriminación y la homofobia.
[1] Luigi Ferrajoli, Derechos y Garantías. La ley del más débil, Madrid, Trotta, 1999.
[2] RODRÍGUEZ ZEPEDA, JESÚS. ¿Qué es la discriminación y como combatirla? Cuadernos de la igualdad No 2. Segunda edición 2007.
[3] Ibídem




