Synkrasis / Construir la verdad - LJA Aguascalientes
28/03/2025

 

This last month has changed our lives forever, and we hope it will change yours too.

Take care of one another.

Be gentle, be compassionate.

Be open to letting someone in when it is you who is faltering.

Lend your hand. We need it. The world needs it.

With love,

The Tripathi Family(i)

En los albores de la edición 2013 de la Feria Nacional de San Marcos fue posible escuchar en uno de los programas de nota policiaca, a través de una de las radiodifusoras locales, la historia casi cinematográfica de un joven que hizo la tarea de la policía. Mientras gozaba de la diversión que proporcionan los bares del citado festejo, sufrió el robo de su teléfono celular. El aparato debió de ser lo suficientemente costoso como para que, en cuanto percibió la sustracción, decidió ir a su casa, encender su computadora portátil, e iniciar el rastreo de su dispositivo con ayuda de las telecomunicaciones. Su búsqueda resultó exitosa, su localizador le reportó la ubicación precisa de su teléfono, y de manera más que prudente, solicitó apoyo a un policía para detener al atracador, en cuanto estuvieron a la distancia adecuada para ello. El ladrón decidió que le podría ser redituable denunciar a sus compinches y finalmente quedó bajo arresto una pandilla que había concretado ya más de tres decenas de robos de celulares de lujo, en el marco de la verbena popular. Una historia exitosa del quehacer ciudadano apoyado por la tecnología.


En una situación también destacada, de acuerdo con León Krauze, de Letras Libres(1), los hermanos Tsarnaev, indiciados como los responsables de los atentados en el maratón de Boston, hoy podrían seguir en el anonimato, libres, o peor aún, llevando a cabo ataques adicionales contra la población civil, sin embargo, la convergencia de los recursos tecnológicos que hoy están al alcance de los ciudadanos, permitieron integrar un expediente rico en imágenes y video, que llevaron a reconocer a estos jóvenes como los agresores y su posterior persecución y captura. La actitud de los hermanos chechenos expresó un reto, o un desdén hacia el argos contemporáneo, conocido como la colmena (Krauze dixit), apostando a que sería posible pasar completamente desapercibido ante la miríada de ojos electrónicos que lo componen. De nuevo la ciudadanía instalada como fuerza policial, aportando los elementos indispensables para ubicar a los responsables de violentar la ley y poder fincar responsabilidades.

Estos hechos nos describen situaciones cada vez más comunes en los que los espacios electrónicos de convivencia se constituyen en plataformas desde las cuales se pone a disposición de sus integrantes componentes que al integrarse, van construyendo versiones de los sucesos en un entorno particular; articulan la construcción de respuestas en fondo y forma y coordinan respuestas colectivas que buscan opciones más adecuadas que las que ofrecen las autoridades o grupos que persiguen el poder. En el interesante artículo de Néstor Duch-Gary(2) sobre las sociedades de aprendizaje colectivo, habla de la conveniencia de propiciar “que la comunicación y el intercambio de ideas sean eficientes e impliquen una gran diversidad de puntos de vista y de habilidades distintas”. Parece que las redes sociales pueden ser más que adecuadas para esa comunicación e intercambio, superando incluso las barreras físicas de la ciudad. Se puede pensar que justo esos medios promueven.

Sin embargo, las historias caminan sobre sus propias patas y se convierten en otras historias, dice Eduardo Galeano(3), esta misma facilidad para aportar datos con los cuales sea posible llegar a la verdad, se vuelve en el mismo factor con el cual se desvirtúan hechos, se incurre en falacias y se promueven injusticias contra ciertos individuos o grupos. CNN compartió una relación de cinco mentiras que se popularizaron tras los ataques en Boston(4). La curiosidad, el morbo, la exasperación, el hartazgo por la impunidad crean un caldo propicio para que la opinión pública construya mitos, mentiras terribles e incluso se puedan concretar fines aviesos. Detrás de algunas de las falsedades está la intención de esquilmar la buena voluntad de la gente, cometer fraude, e incluso se han dado casos terribles en los que se ha atizado la ira colectiva para que la turba asesine a un rival, como no hace mucho ocurrió en nuestro país, cuando un joven azuzó con éxito a la población de su localidad para que lincharan a un rival de amores, acusándolo de un delito menor que no cometió. La misma cadena CNN en algún momento, consecuencia de la ansiedad de sus ejecutivos de proporcionar la gran primicia, declaró el mismo día de los atentados que había personas detenidas como sospechosos de haber efectuado los ataques.

No es sencillo discernir qué información que está circulando por las redes sociales es fiable. A finales de marzo, el reporte de noticias mostró en mi página de Facebook un cartel digital con dos fotos, una de una muchacha y otra de un joven, acompañada del texto siguiente: “El es”… “ MI ASESINO. Ayúdame a encontrarlo y hacer justicia. No permitas que asesine a alguien más. Yo podría ser tú”, al leer el texto, mi primer impulso fue reproducirlo en mi página para incrementar la difusión, pero, en un ejercicio que equivaldría a pensar dos veces antes de decir algo, reflexioné un rato y analicé el comunicado. No tenía un número de denuncia ante las autoridades competentes, no se señalaban medios para denunciar al indiciado, simplemente se le acusaba sin más. Consideré que no reunía los requisitos mínimos para ser calificado como objetivo, y pensé que podría sumarme en una campaña de desprestigio contra una persona. En menos de 15 días, en la revista Proceso se consignaba la captura de un joven acusado de asesinar a su ex novia(5), y sí, era el que estaba difundido en las redes sociales, la edición electrónica de la revista reproducía el cartel aludido, aunque la captura del sospechoso no se debió al efecto de las redes, sino a un incidente fortuito, de acuerdo con ese sitio de noticias.

En principios de abril  de nuevo recibí una solicitud de difundir un reporte de una niña robada. En esta ocasión decía que en Texcoco, en la plaza Bicentenario, la niña Valeria Hernández de Jesús había sido robada(6). De nuevo, la petición no contaba con elementos de soporte que ayudaran a juzgar que era un reporte fidedigno. Como es del dominio público, este caso alcanzó notoriedad nacional y afortunadamente tuvo un final feliz.

Después de esos incidentes, he reflexionado sobre mi papel al ser omiso, al no haber contribuido en la búsqueda del presunto asesino, o la localización de la pequeña plagiada, pienso que tengo familiares en la zona donde capturaron al hoy indicado con el asesinato, y tengo amigos del trabajo en el lugar donde se dio el robo de Valeria. Y mi decisión en ambos casos fue no difundir algo que no parecía verdad. Pienso en Sunil Tripathi(7) (8). Probablemente estén al tanto que este joven desapareció un mes antes del atentado en Boston y tres días después de la tragedia, alguien lo señaló como uno de los atacantes. Hoy Sunil está muerto, y no hay un indicio de que esta injusta acusación haya sido determinante en su muerte, pero su familia vivió momentos terribles, aunados a la angustia que ya experimentaban tras un mes de búsqueda de su ser querido. Su sufrimiento se ahondó y estuvieron expuestos a posibles agresiones, sólo porque alguien dijo que el parecido del sospechoso (en ese momento no identificado) con Sunil era innegable y por lo tanto, habría que encarcelarlo, lo menos.

La búsqueda colectiva de la verdad puede fomentar la innovación, el desarrollo tecnológico, como Duch-Gary apunta, y las telecomunicaciones, redes sociales y tecnologías de información pueden muy bien acelerar este proceso y difundirlo ampliamente en poco tiempo. El riesgo es que convirtamos en Salem al ciberespacio y lo constituyamos en una picota de la cual podamos colgar prestigios ajenos o peor aún, sea la atalaya desde la que convoquemos a la turba  más próxima a nuestro adversario para que le inflija el mayor daño posible, incluso lo asesine, y que hoy día esa turba podría constituir de un individuo con la suficiente decisión y sagacidad para concretar lo que adoptó como lo justo y correcto. Con un espíritu científico, serio, objetivo, podremos contribuir a alcanzar el mayor provecho de estar insertos en una comunidad global, y educándonos en la forma de discernir sobre lo que es verosímil, veraz, pertinente y relevante, podremos contribuir con eficacia a la evolución de nuestra sociedad en una de aprendizaje colectivo, que en lugar de concretar la pesadilla de Edilberto Aldán y convertir a los periodistas en granjeros, aportemos una nueva generación de lectores que consumen y crean contenidos de calidad.

[email protected]

(i) https://www.facebook.com/pages/Help-Us-Find-Sunil-Tripathi/403275636436466

(1) http://www.letraslibres.com/blogs/blog-de-la-redaccion/el-fin-del-crimen-perfecto

(2) http://www.lja.mx/2013/05/las-sociedades-del-aprendizaje-colectivo-y-la-organizacion-urbana/

(3) http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2013/05/06/151643896-eduardo-galeano-recuerda-en-ny-que-estamos-hechos-de-historias

(4) http://mexico.cnn.com/tecnologia/2013/04/17/las-cinco-mentiras-sobre-los-atentados-en-boston-que-se-hicieron-virales

(5) http://www.proceso.com.mx/?p=338179

(6) http://www.jornada.unam.mx/2013/04/14/estados/030n1est

(7) http://www.belfasttelegraph.co.uk/news/world-news/sunil-tripathi-missing-man-wrongly-labelled-as-a-boston-bombing-terrorist-29217483.html

(8) http://www.theatlantic.com/technology/archive/2013/04/it-wasnt-sunil-tripathi-the-anatomy-of-a-misinformation-disaster/275155/


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