Y el Goya retumbó en la Plaza de Armas.
No cabe duda que el espectáculo denigrante que está realizando la mal llamada “clase política mexicana”, nos muestra claramente que la misma no tiene una idea muy acabada de qué está haciendo hasta lo imposible por terminar de ser aborrecida por la ciudadanía.
Las últimas semanas han sido una lista interminable de hechos bochornosos en los que lo único que parece interesarle a los políticos de nuestro país, es desmarcarse de sus compañeros de partido, como si de suyo, con eso estuvieran limpiando la casa, que en las más de las veces, está más sucia y putrefacta, que lo que ellos están dispuestos a aceptar.
Qué lamentable fue ver al dirigente nacional del PRI hacer las veces de ministerio público y de un plumazo condenar a su compañero de partido Andrés Granier, y hablar de su posible expulsión del mismo, qué triste que no vimos a Camacho Quiroz en su calidad de militante priísta pedir la expulsión de Arturo Montiel, Humberto Moreira, Mario Marín, Ulises Ruiz, y vaya usted a saber cuántos más ex gobernadores priístas que han dejado verdaderos tiraderos en los estados que gobernaron; y de igual forma, qué vergonzoso es ver a los panistas denostar a Luis Armando Reynoso Femat, Marco Antonio Adame, y como seguramente lo harían si se investigara a fondo la administración del ex gobernador de Jalisco Emilio González, y así podríamos enumerar a un gran número de pseudo políticos no sólo del PRI o del PAN, como el caso de Juan Sabines en Chiapas, que sólo han llegado a las gubernaturas a robar y seguir desprestigiando la política, como herramienta de construcción de consensos y acuerdos.
Todo esto se ha venido sucediendo cuando al mismo tiempo se están realizando campañas electorales en 14 entidades de la República, y lo único que se ha logrado es que la ciudadanía aumente su escepticismo en todo lo que pueda sonar a partidos políticos, con el resultado de que seguramente muchos de los que acudan a las urnas el próximo 7 de julio, decidirán su voto en concordancia del que hayan pensado ha sido el peor agravio de los que se han ventilado a últimas fechas.
Y es precisamente en estas campañas electorales donde se ha preferido priorizar y ponderar la denuncia de supuestas malas conductas de los candidatos en su pasado reciente o descalificarse mutuamente, en vez de privilegiar la propuesta y hacerle entender al electorado que se conoce su realidad, y que se tiene la capacidad para poder atender sus demandas y exigencias, y que la mejor forma de salir adelante como sociedad, será actuando de la mano, y no dejando que se persista en la fórmula que parece ser irremediable, de buscar al electorado en campaña y nunca volver a sus colonias y comunidades.
Mucho se ha venido hablando de todas estas descalificaciones y deslindes, pero lo más lamentable es que quienes primero hacen eco de las y los mismos, son los supuestos militantes y simpatizantes de los propios institutos políticos. En innumerables ocasiones en este espacio se ha señalado la verdad de estos supuestos militantes y simpatizantes, y siempre se ha llegado a la conclusión de que la inmensa mayoría de ellas y ellos, sólo ven a los partidos políticos como agencias de colocaciones, o espacios desde los cuales en apego a la cultura del clientelismo, tan arraigada en nuestro país, es como se pueden obtener prebendas y canonjías. Sin que ni siquiera estén conscientes de que al reproducir estas descalificaciones y deslindes, sólo están aumentando la animadversión de la ciudadanía hacia los partidos políticos, y que con esto se hacen daño en sus propios intereses.
Ahora bien, sin duda que los más de los ex gobernadores, hoy sentenciados por la opinión pública, y que se ha permitido ser azuzada por los medios de comunicación masiva, principalmente por Televisa y TV Azteca (imagínese con la gran calidad moral que les caracteriza), difícilmente podrían salir airosos de auditorías profesionales, que hurguen en todas las triquiñuelas que hacen con los presupuestos ( ya sean éstos de recursos estatales o federales), pero lo ideal es que dejemos que la justicia haga su trabajo, de lo contrario, estaremos persistiendo en los linchamientos populares, que a nadie benefician.
Lo más triste de todo esto, es que la falta de transparencia y rendición de cuentas, que caracteriza a nuestro sistema político mexicano, sigue persistiendo y al menos yo no veo cuándo lograremos dar pasos firmes, para hacer que el presupuesto de municipios, estados y la federación, se aplique de la mejor forma, y sirvan los mismos para subsanar tantas carencias como las que tiene el pueblo mexicano.
Al final del camino, el asunto se reduce a la ausencia de comportamiento ético, que es una condición natural de muchas y muchos miembros de la clase política mexicana. Por ello, insistamos en que las y los verdaderos políticos (que por fortuna sí existen) continúen su esfuerzo por concitar la participación ciudadana, desde la cual se podrán realizar mejores prácticas políticas, y con la identificación de las y los ciudadanos con estos actores políticos, mejoremos nuestro actualmente lastimoso quehacer político. Lo peor es que dejemos las cosas como están, porque a pesar de lo que se diga, necesitamos partidos políticos sanos, para llevar a mejores situaciones a nuestro país.
De deslindes y descalificaciones
Jorge Izquierdo Bustamante
Y el Goya retumbó en la Plaza de Armas.
No cabe duda que el espectáculo denigrante que está realizando la mal llamada “clase política mexicana”, nos muestra claramente que la misma no tiene una idea muy acabada de qué está haciendo hasta lo imposible por terminar de ser aborrecida por la ciudadanía.
Las últimas semanas han sido una lista interminable de hechos bochornosos en los que lo único que parece interesarle a los políticos de nuestro país, es desmarcarse de sus compañeros de partido, como si de suyo, con eso estuvieran limpiando la casa, que en las más de las veces, está más sucia y putrefacta, que lo que ellos están dispuestos a aceptar.
Qué lamentable fue ver al dirigente nacional del PRI hacer las veces de ministerio público y de un plumazo condenar a su compañero de partido Andrés Granier, y hablar de su posible expulsión del mismo, qué triste que no vimos a Camacho Quiroz en su calidad de militante priísta pedir la expulsión de Arturo Montiel, Humberto Moreira, Mario Marín, Ulises Ruiz, y vaya usted a saber cuántos más ex gobernadores priístas que han dejado verdaderos tiraderos en los estados que gobernaron; y de igual forma, qué vergonzoso es ver a los panistas denostar a Luis Armando Reynoso Femat, Marco Antonio Adame, y como seguramente lo harían si se investigara a fondo la administración del ex gobernador de Jalisco Emilio González, y así podríamos enumerar a un gran número de pseudo políticos no sólo del PRI o del PAN, como el caso de Juan Sabines en Chiapas, que sólo han llegado a las gubernaturas a robar y seguir desprestigiando la política, como herramienta de construcción de consensos y acuerdos.
Todo esto se ha venido sucediendo cuando al mismo tiempo se están realizando campañas electorales en 14 entidades de la República, y lo único que se ha logrado es que la ciudadanía aumente su escepticismo en todo lo que pueda sonar a partidos políticos, con el resultado de que seguramente muchos de los que acudan a las urnas el próximo 7 de julio, decidirán su voto en concordancia del que hayan pensado ha sido el peor agravio de los que se han ventilado a últimas fechas.
Y es precisamente en estas campañas electorales donde se ha preferido priorizar y ponderar la denuncia de supuestas malas conductas de los candidatos en su pasado reciente o descalificarse mutuamente, en vez de privilegiar la propuesta y hacerle entender al electorado que se conoce su realidad, y que se tiene la capacidad para poder atender sus demandas y exigencias, y que la mejor forma de salir adelante como sociedad, será actuando de la mano, y no dejando que se persista en la fórmula que parece ser irremediable, de buscar al electorado en campaña y nunca volver a sus colonias y comunidades.
Mucho se ha venido hablando de todas estas descalificaciones y deslindes, pero lo más lamentable es que quienes primero hacen eco de las y los mismos, son los supuestos militantes y simpatizantes de los propios institutos políticos. En innumerables ocasiones en este espacio se ha señalado la verdad de estos supuestos militantes y simpatizantes, y siempre se ha llegado a la conclusión de que la inmensa mayoría de ellas y ellos, sólo ven a los partidos políticos como agencias de colocaciones, o espacios desde los cuales en apego a la cultura del clientelismo, tan arraigada en nuestro país, es como se pueden obtener prebendas y canonjías. Sin que ni siquiera estén conscientes de que al reproducir estas descalificaciones y deslindes, sólo están aumentando la animadversión de la ciudadanía hacia los partidos políticos, y que con esto se hacen daño en sus propios intereses.
Ahora bien, sin duda que los más de los ex gobernadores, hoy sentenciados por la opinión pública, y que se ha permitido ser azuzada por los medios de comunicación masiva, principalmente por Televisa y TV Azteca (imagínese con la gran calidad moral que les caracteriza), difícilmente podrían salir airosos de auditorías profesionales, que hurguen en todas las triquiñuelas que hacen con los presupuestos ( ya sean éstos de recursos estatales o federales), pero lo ideal es que dejemos que la justicia haga su trabajo, de lo contrario, estaremos persistiendo en los linchamientos populares, que a nadie benefician.
Lo más triste de todo esto, es que la falta de transparencia y rendición de cuentas, que caracteriza a nuestro sistema político mexicano, sigue persistiendo y al menos yo no veo cuándo lograremos dar pasos firmes, para hacer que el presupuesto de municipios, estados y la federación, se aplique de la mejor forma, y sirvan los mismos para subsanar tantas carencias como las que tiene el pueblo mexicano.
Al final del camino, el asunto se reduce a la ausencia de comportamiento ético, que es una condición natural de muchas y muchos miembros de la clase política mexicana. Por ello, insistamos en que las y los verdaderos políticos (que por fortuna sí existen) continúen su esfuerzo por concitar la participación ciudadana, desde la cual se podrán realizar mejores prácticas políticas, y con la identificación de las y los ciudadanos con estos actores políticos, mejoremos nuestro actualmente lastimoso quehacer político. Lo peor es que dejemos las cosas como están, porque a pesar de lo que se diga, necesitamos partidos políticos sanos, para llevar a mejores situaciones a nuestro país.