- La prensa mexicana vive una etapa complicada, incidió el conductor y periodista
- Hay que reconocer que la libertad de expresión es definida por los dueños: Javier Solórzano
A las 15:00 horas Javier Solórzano Zinser despidió el noticiario televisivo que condujo sobre uno de los prados de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Institución que lo invitó a venir desde la Ciudad de México, esto como parte de los festejos por su 40 aniversario.
El hidalguense, de característica melena blanca, se dio tiempo para unos minutos de amena charla con la prensa. Como minutos antes había hecho votos para que las aulas oaxaqueñas se repoblaran el lunes entrante, el entrevistador se convirtió en entrevistado.
-No hay día sin marchas magisteriales y no hay marcha magisterial sin protestas contra la prensa. Los disidentes piden ecuanimidad a los medios. ¿Ves un problema en los reporteros o uno en la línea editorial de sus empresas?
-Es una pregunta que tú y yo nos tenemos que hacer -respondió con los lentes de armazón rojo sobre los reporteros-. Te diré una cosa respecto a ese tema: en los últimos años hemos entrado a una etapa muy complicada en relación con los medios, se los digo a ustedes que son mis colegas. ¿Dónde empieza y termina la libertad de expresión? Ese es el gran asunto de los últimos años. ¿Empieza donde Enrique Peña Nieto dice algo o empieza donde el gobernador Lozano dice algo? No hay que perder de vista que los medios de comunicación se han convertido en una gran industria.
Los “auténticos conglomerados”, incrustados en el imaginario popular mediante las figuras de Televisa y TV Azteca, dijo, cuentan bancos y centrales de telefonía móvil entre sus propiedades.
El miércoles 4 de septiembre tuvo lugar el primer desfile contra la Reforma Educativa en Aguascalientes. Los manifestantes no dudaron en reprochar el “manoseo” informativo efectuado por los medios. “No somos uno, no somos 100, prensa vendida, cuéntanos bien”.
Algo con lo que los reporteros se van a dormir cada noche, menciona Solórzano antes de confesar que “no voy a decir nada que no sepan”, es que “la libertad de expresión empieza y termina donde quieren los dueños de los medios. Ese es un asunto que hay que reconocer”.
Enlista enseguida la Reforma en Telecomunicaciones, la verdadera utilización del derecho de réplica y el replanteamiento de las formas del debate político en medios de comunicación como algunas salidas del atolladero.
Con 61 años de edad y con larga trayectoria en medios apunta que el comunicólogo puede volverse “paranoico”, cuando cada día de trabajo se le invita a acometer la noticia por un extremo totalmente distinto.
“Creo que estamos en el preámbulo de algo muy importante: no todos son iguales. Que no se te olvide lo que te voy a decir, hay gente que está entendiendo el momento que vive México y como tal, lo asume. Es evidente que las protestas de los maestros en contra de los medios de comunicación, en mi opinión, tienen una gran razón de ser”.
-¿Quién sí está entendiendo lo que le pasa a México?
-No te voy a decir quién, sale sobrando. Perdón que lo diga, yo estoy en lugares en donde con quien trabajo y para quien trabajo van entendiendo al país, hacen lo que deben hacer.
Alude a un anuncio publicitario para cuestionar: “¿no es una campaña en contra de los maestros, bajo de la mesa, colocar a un niño que tiene ocho años y decir: cómo es posible que yo no pueda estudiar medicina? No manches, por Dios”.
Desde el punto de vista de Javier Solórzano, en el país ha hecho falta un foro destinado a la expresión del Magisterio. Si éste es incapaz de hilar un discurso, considera, debería ser la sociedad quien genere un juicio propio respecto a quienes se oponen a la comentada Reforma.
“En algunos medios de comunicación, muy concretos, veo grandes cosas. Que no se les olvide otra variable, está la venganza del pueblo, lo digo jugando: son las redes”.
-¿Twitter, por ejemplo, ha cambiado tu vida reporteril?
-Nunca me lo había preguntado, pero te voy a decir que he batallado en Twitter desde hace cuatro años, diario hago un podcast y tengo 500 y tantos mil seguidores. Hay una señorita que se llama Anahí que tiene tres millones… hay públicos para una cosa y públicos para otra cosa. Lo importante es que el Twitter nos ha servido maravillosamente, igual te sirve para que alguien diga que te quiere mucho, también sirve para esconderte de una balacera en Reynosa o para evitar el alcoholímetro.
Por sí solas las redes sociales, dice el periodista convencido, no cambiarán el sentido de la vida en México. Hay que entender que su función es revelar, las más de las veces sin ataduras empresariales, una fracción de la vida cotidiana.
“Hay acarreados en los actos políticos. ¿A poco no hay acarreados en el Twitter?”.
Foto: Gilberto Barrón.
