En la semana del 23 al 27 de septiembre se realiza en la Ciudad de Aguascalientes la segunda Cumbre Iberoamericana de agendas locales de Género, bajo el lema: “repensando las ciudades desde los derechos de las mujeres”. La Cumbre en nuestra ciudad es el resultado de la ejecución de una de las políticas públicas más relevantes y exitosas en México, y nuestro continente: la política pública de igualdad laboral y la convivencia feliz para prevenir la violencia. La Nueva Política en el gobierno municipal a cargo de Lorena Martínez Rodríguez, ha generado una objetiva presencia internacional por haber logrado la incorporación de un cuarenta por ciento de mujeres en su gabinete; la certificación de políticas de igualdad laboral dentro de su gobierno; y la exitosa operación de la Unidad de Atención a la Violencia Intrafamiliar UAVI, para detectar, diagnosticar y reducir los hechos de violación de derechos de las mujeres que se generan particularmente en los hogares de infinidad de familias en la Ciudad de Aguascalientes.
En estos días, los estudiosos del tema van a exponer sus proyectos de futuro, y las expectativas de las mujeres que luchan por instaurar un régimen donde se respete la igualdad en los derechos humanos. Ellas y ellos intentarán promover un sistema de gobierno en el que se generen oportunidades de desarrollo humano en las ciudades, y eliminar la discriminación y las violencias en contra de las mujeres. Sin embargo, la sustancia de esta segunda Cumbre no puede quedar encuadrada tan sólo en el abuso de un lenguaje mal llamado de género (ellas y ellos; las y los; chiquillas y chiquillos; unas y unos; etc.), porque entonces sus debates perderían sustancia. El reto consiste en generar políticas públicas de respeto hacia los derechos de las personas, que vayan más allá de los ismos, y a promover su libertad por encima de los dogmas. Sería un grave error el pretender promulgar leyes o normas de convivencia social, donde prevalezca el favoritismo al feminismo, o a las “cuotas de género”, tan alejadas de la igualdad, y que a la larga sólo van a confrontar al feminismo con el hombrismo.
“La debilidad de las mujeres, como las de los esclavos, depende de su condición legal”. Esta reveladora frase es atribuida al emperador romano de origen español, Publio Elio Adriano, protegido por la emperatriz Plotina y el Emperador Trajano. Posiblemente las palabras de Adriano se hayan pronunciado, a favor de las mujeres, como pago de los favores que había recibido de parte de Plotina, esposa de Trajano, quien se encargó de difundir entre el Senado Romano, que Adriano había sido adoptado por Trajano y que por su voluntad sería su sucesor al frente del Imperio. Adriano pagó así los favores de la emperatriz. Hoy, a dos mil cien años de haberse pronunciado aquellas frases, la debilidad de las mujeres en muchas regiones del mundo sigue obedeciendo a la carencia de libertad para decidir su propio destino; en otras palabras, en muchas latitudes como en México, la mujer aún tiene rostro de esclavo.
Afirma Adriano en referencia al trabajo de las mujeres: “su fuerza se desquita en las cosas menudas donde el poder que ejercen es casi ilimitado; raras veces he visto casas donde no reinen las mujeres, y en cada tienda casi siempre mandan en el mostrador, y administran los bienes familiares con admirable capacidad de hombre de negocios”. Debemos recordar que en los orígenes de la familia, el hogar había sido el reino de las mujeres, ahí los derechos de ellas generalmente se imponían sobre ellos. Pero en la modernidad de los siglos 20 y 21, la mano de obra femenina ha jugado un rol muy importante en la depreciación de la mano de obra varonil. La industria en general ha ofertado el trabajo de las mujeres, entre otras razones, con el objeto de depreciar la mano de obra de los hombres. Tampoco debemos pasar por alto que el creciente deterioro del tejido social tiene su origen en el obligado empleo de mano de obra de miles de mujeres que, por consecuencia, abandonan a sus hijos con el fin apoyar la economía familiar, y reciben salarios miserables desplazando a los hombres en la industria. Hoy el rol natural de la familia se ha invertido, y los hijos pagan el costo, pues los hombres carecen de muchas virtudes femeninas que son ideales para la crianza.
Esperemos que en los debates de la segunda Cumbre Iberoamericana de Género, las mujeres tomen en consideración que han pasado más de dos milenios desde que el emperador Adriano introdujo importantes políticas públicas en la roma imperial, y cuando firmen sus acuerdos tengan en mente lo que Adriano afirmó: “en el orden financiero siguen las mujeres legalmente sometidas a una forma cualquiera de tutela; por lo cual he acordado a la mujer una creciente libertad para administrar su fortuna, testar y heredar. Insistí en que ninguna doncella sea casada sin su consentimiento. El matrimonio es la cuestión más importante de su vida; justo es que la resuelvan según su voluntad”. Actualmente, algunos derechos que para los hombres resultan intrínsecos a su naturaleza, no lo son para las mujeres; por ejemplo el derecho a contraer o no matrimonio; el derecho a procrear hijos o no hacerlo; y el derecho al trabajo con iguales salarios. Aquí es donde nace la responsabilidad del Estado para impulsar políticas públicas orientadas a la equidad y la justicia, comenzando por aplicar en sus términos el Código Civil y la Ley Federal del Trabajo.
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