La democracia estadounidense está amenazada por el terno gigantesco del racismo, el materialismo extremo y el militarismo
Martin Luther King, 1963
A cincuenta años del histórico discurso del doctor King en Washington: “I have a dream”, que cambió para siempre la historia de los negros en Estados Unidos, conjugado con el meteórico ascenso de Barack Hussein Obama a la presidencia de Los Estados Unidos de América, muchos dentro y fuera de ese país se han atrevido a comparar a ambos personajes. Pero hay razones muy importantes para ni siquiera intentarlo: King fue un líder social, un destacado activista, un intelectual y un profeta de su tiempo. Obama nos ha demostrado que sólo es un político más. King era en principio peligroso para el statu quo de su país, Obama lo es en cambio para su país y también para la comunidad internacional.
Porque durante 2007 y antes, el entonces Senador por Illinois Barack Obama fue uno de los legisladores demócratas más activos contra la invasión de Irak y el derrocamiento del régimen so pretexto de las armas de destrucción masiva, que hoy sabemos que nunca existieron. La invasión de Irak fue también un tema favorito de su carrera por la presidencia para desmarcarse de la administración republicana anterior.
Hoy, al premio Nobel de la Paz en 2009 por su impulso al desarme nuclear; Barack (el afortunado, pues curiosamente su nombre significa eso en árabe) Obama, convertido en el cuadragésimo cuarto Presidente de los Estados Unidos de América, al parecer no le importa si sus aliados tradicionales lo acompañan o no en la nueva aventura bélica de su país, ahora contra Siria, y tal parece que nada importa más que mantener funcionando el costoso aparato industrial militar de la hiperpotencia. Lo más curioso es que el presidente Obama obtuvo el galardón “por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la colaboración entre los pueblos” según el comité de premiación, que por lo que se ve requiere algo más que anteojos nuevos para tomar sus decisiones.
Y no se trata, ni mucho menos, de defender al dictador Sirio ni a su régimen. Naturalmente que es condenable el uso de gas por cualquiera de las fuerzas en conflicto en Siria, pero el problema de Siria, y de oriente medio en general, no se resolverá invadiendo o atacando ese país. El mejor ejemplo lo tenemos en Libia, en Irak o en Afganistán.
Tal vez el régimen estadunidense presidido por Obama se olvide de que Los Estados Unidos usaron ampliamente las armas químicas que ahora execran en Vietnam durante la guerra que al final perdieron a manos de las milicias del Vietcong, y que Sadam Hussein echó de mano de ellas sin mayor contemplación y a ciencia y paciencia estadounidense contra Irán, durante la guerra entre ambos países; y también contra los rebeldes Kurdos del PSK. Eso sin olvidar que Los Estados Unidos son el único país que ha usado armas atómicas contra población civil de Hiroshima y Nagasaki en 1945. Ya sin atacar Siria, medio oriente es un polvorín. ¿Que pasará si el ataque desencadena acontecimientos imprevisibles en toda la región?
Por lo demás, es paradójico constatar que, como documenta ampliamente el periodista inglés Robert Fisk en sus crónicas cotidianas desde Medio Oriente, si Los Estados Unidos atacan al régimen Sirio so pretexto del uso de armas químicas, los norteamericanos estarán ayudando a empoderar a los mismos fanáticos yihadistas vinculados con el extremismo religioso que es responsable de los atentados sucedidos por todo occidente (Estados Unidos, Inglaterra o España) desde el 11 de septiembre de 2003.
P.S. A cuarenta años del atroz golpe de estado contra la democracia chilena, del que hoy sabemos con certeza que no fue nada ajeno el departamento de estado de la hiperpotencia, es menester recordar las palabras de la agigantada presencia del Presidente Salvador Allende: “La historia es nuestra, y la hacen los pueblos.”
@efpasillas




