La gente que me conoce sabe que raramente me quedo sin palabras, pero Gravedad logró la hazaña pues al terminar la proyección seguía sin poder articular otra cosa que no fuera ¡Wow!, la verdad Señor Cuarón, ante su trabajo me quitó el sombrero y hasta los guantes, acción que repito ante el trabajo de Emmanuel Lubezki, cuyo desempeño en esta cinta constituye más del 50 por ciento del éxito de la misma.
Al igual que me pasó con Abel o No se aceptan devoluciones, el nacionalismo que llevo dentro -enseñado desde la cuna- me impulsaba a querer que me gustara esta película aún antes de verla, pero no tenía muchas esperanzas por dos motivos: el primero, la tremenda desilusión que habían sido las dos cintas mexicanas mencionadas y segudno, el exceso de prensa positiva, lo que, por lo general, significa que el estudio ha metido mucho dinero en publicidad y que el largometraje no vale la pena. Sin embargo, en esta ocasión, todo lo que se ha dicho de Gravedad es justificado, todas las cosas buenas y elogios que cualquiera de ustedes haya escuchado en los distintos medios, es cierta y, créanme, incluso se quedan cortos.
Gracias a las nuevas tecnologías para hacer películas y a la sobreexplotación que se ha hecho de la temática del espacio en numerosos filmes, los espectadores estamos un poco vacunados al respecto, es decir, ya casi nada nos sorprende pues estamos acostumbrados a que lo imposible sea alcanzado en el mundo mágico del cine. De vez en cuando el señor Cameron y el señor Spielberg salen con una genialidad que nos hace soñar de nuevo, pues ahora, a esa pequeñísima lista de directores/productores fantásticos hay que sumarle el nombre de Alfonso Cuarón, pues lo que logra en Gravedad, a mi parecer, ha cambiado la historia del cine y ha colocado la barra muy alta para los que deseen seguirle.
Y es que los efectos visuales, especiales, digitales o analógicos, sumados a la tecnología 3D y a la fotografía, no sirven tan sólo para vestir la historia y que esta se vea mejor, sino que SON parte de la misma, tan importantes como Sandra Bullock o George Clooney, sin ellos -tecnología y actores-, Gravedad no sería la película que es, ni provocaría el impacto que logra.
Desde el inicio, cuando vemos el impresionante espacio, nuestro planeta azul como fondo y las pequeñas figuras blancas que flotan en la negra inmensidad, el espectador queda sobrecogido por la fuerza de las imágenes y la aparente tranquilidad con la que el veterano astronauta Matt Kowalski pasea (gracias a su jet pack) alrededor de la nave espacial, no obstante, el estómago se comienza a anudar cuando percibimos la incomodidad e intranquilidad de la doctora Ryan Stone quien en su primer viaje espacial está encargada de realizar unos arreglos al telescopio espacial Hubble.
“Tengo un mal presentimiento sobre esta misión” dice Kowalski y uno sabe que la intuición no le falla al astronauta cuando Huston les avisa que vuelvan a la nave pues una serie de escombros espaciales, provocados por la explosión de un misil ruso, navegan a la velocidad de una bala directamente hacia ellos.
La música es otro de los importantes elementos que ayudan a crear el ambiente de tensión que desde ese momento en adelante no hará más que crecer y crecer, ésta va aumentando sistemáticamente como impulsando a los proyectiles que amenazan a los astronautas. La desesperación de la doctora Ryan al solicitar un transporte más veloz -el brazo mecánico que la llevará hasta la escotilla se mueve a la velocidad de un caracol enano-, la locura con la que trata de desabrochar el seguro que la ata a la estructura y la violencia con la que sale disparada girando sin control hacia la nada, nos va llevando (a los espectadores) hacia el borde del asiento, en donde nos quedaremos por los siguientes 90 minutos mientras los astronautas tienen que usar su conocimiento, creatividad e ingenio para poder regresar a la tierra en una pieza.
La historia en sí misma no es la gran cosa, es más, de estar producida con menor genialidad pudiera haber resultado una cinta bastante chafa. Es una especie de mezcla del Náufrago (de Zemeckis) con cualquier otro largometraje de miedo o suspenso. El caso es que desde el minuto 14 yo me encontré casi sentada en el suelo, con las uñas enterradas en los descansabrazos de mi asiento -las palomitas olvidadadas- e hiperventilando al mismo ritmo que Sandra Bullock.
Sumando a todos los aciertos de esta película están las actuaciones de sus dos únicos actores: Clooney siendo Clooney, con la tranquilidad, encanto y carisma que lo caracteriza, no batalló para nada en meterse en la piel de Kowalski pues el personaje podría ser el hermano gemelo del actor (me supongo que la personalidad de George fue la principal razón de Cuarón para contratarlo).
De igual manera, Sandra Bullock hace un estupendo papel para traer a la vida a la doctora Ryan, es su trabajo lo que termina por redondear este largometraje, trasmitiendo perfectamente el sentir de una persona común y corriente (no astronauta) al verse atrapada en una situación tan estresante como la que se plantea en Gravedad. Como espectadores podemos sentir junto con ella las náuseas que provoca estar por primera vez en el espacio, el terror de sentirse perdida en el universo, la inseguridad, el miedo. Son sus pequeños monólogos entre irónicos, psicóticos e ingeniosos los que nos traducen lo apremiante de la situación y hacen de esta cinta una experiencia completa.
No me cabe duda que Gravedad es una fuerte contendiente al Óscar y que Cuarón, Bullock y Emmanuel Lubezki estarán indiscutiblemente en las listas de nominados en sus respectivas categorías.
Productor: Alfonso Cuarón y David Heyman; Director: Alfonso Cuarón; Guión: Alfonso Cuarón y Jonás Cuarón; Fotografía: Emmanuel Lubezki; Edición: Alfonso Cuarón y Mark Sanger; Música: Steven Price; Efectos visuales: Tim Webber; Elenco: Sandra Bullock, George Clooney y Ed Harris; duración una hora 31 minutos.
