El banquete de los pordioseros / Réquiem para XENM Op. 1320 - LJA Aguascalientes
15/02/2025

Debo ser honesto contigo, amigo lector, me cuesta mucho trabajo abordar este tema con objetividad, pero al menos lo intentaré, finalmente tengo el derecho de hacerlo, deseo compartir contigo algunos de mis más entrañables recuerdos de lo que fue la primera estación de radio cultural en Aguascalientes. ¿Por qué hoy? Bueno, porque mañana sábado es doce de octubre, y ese día, pero de 1973 se fundo esta frecuencia radiofónica que originalmente se llamó Radio Casa de la Cultura con las siglas de XENM y en la frecuencia de los 1320 Khz en la banda de amplitud modulada. Su objetivo era el de proporcionar a la población un espacio en donde se pudieran satisfacer todas las ambiciones de quienes buscaban una propuesta distinta en la radio, una programación más ambiciosa, más inteligente y con pretensiones que sobrepasaban lo estrictamente convencional. La persona que donó el equipo y trabajo, literalmente, con la camisa arremangada para llevar a buen fin este proyecto fue don Pedro Rivas Cuellar y su primer director y directamente responsable, digamos, autor intelectual de proponer este lenguaje radiofónico dirigido a un auditorio inteligente y con una sensibilidad muy depurada, fue el señor José Dávila Rodríguez. Así empezó todo, aquel doce de octubre de 1973. Aguascalientes contaba con una estación de radio que abría nuevas posibilidades en la forma de entender, escuchar y hacer la radio. Era la única estación de radio en nuestro estado que proponía una barra de programación especializada, con total conocimiento de causa abordando formas musicales que eran ignoradas por la otra radio, la comercial. Así pudimos acceder a toda la diversidad musical que hasta entonces no había estado disponible en el cuadrante: música clásica, que fue definitivamente el perfil de la estación, pero sin ignorar otras cosas como el rock, el jazz, el blues, y todas las posibilidades del folklore, tanto nacional como extranjero. Programas especializados en literatura, artes plásticas, servicios informativos con un enfoque distinto, es decir, buscando más una verdadera labor periodística que el escándalo barato y ramplón, pero que vende mucho, eso sí. La ventaja de Radio Casa de la Cultura es que no buscaba vender, sino proponer. Además, lo que a mí me parece una de las cosas más importantes que hizo XENM, la cobertura, hasta entonces inédita, de diferentes eventos culturales, sociales y políticos en nuestro estado.

Los recursos, ya te imaginarás, eran mínimos, cuando no nulos, como suele suceder con las iniciativas culturales pero el entusiasmo de aquellos pioneros de la radio cultural sustituía con imaginación y creatividad cualquier limitante. De hecho, el Señor José Dávila proveía a la estación con recursos propios, de su bolsa adquirió cintas de carrete abierto, discos, cassettes, cartuchos. En aquellos lejanos años 70’s ni pensar en todas las alternativas tecnológicas con que los medios de comunicación cuentan hoy en día. Era una forma muy rústica, pero al mismo tiempo profundamente romántica de hacer y entender la radio, y consecuentemente de transmitirla. A mí me tocó un poco de eso, creo que yo llegué a la radio poco antes de la aparición del disco compacto, así que viví la transición a la era actual. Yo entré a Radio Casa de la Cultura, que para ese momento cambió su nombre por el de Radio Instituto Cultural de Aguascalientes, pero conservando su misma esencia y el mismo personal comprometido, incluso enamorado,  con esa forma de hacer radio, en julio de 1984. En ese entonces se contaba ya con un generoso stock de música, principalmente en formato de acetato, cassettes y cintas de carrete abierto de diferentes tamaños, evidentemente, el tamaño de la cinta determinaba la duración de la misma.

Como ya comenté, el trabajo estaba lleno de romanticismo, pero también de una asombrosa precisión por parte de los operadores de audio y por supuesto, de un conocimiento absoluto de la música que se programaba, así, mientras el conductor hacía sus comentarios, el operador tenía que arreglárselas para encontrar la pista tres del lado B de la cinta en cuestión. La  verdad, muy pocas veces me tocó que el operador me pidiera que me extendiera en mis comentarios para tener tiempo de encontrar la canción que le había solicitado, generalmente todo estaba listo con mucho tiempo.

El trabajo de edición era una verdadera obra de arte, el encargado del audio tenía, como es fácil suponer, un oído fino al extremo, se requería de una precisión milimétrica para armar dignamente un programa de radio y que pudiera ser transmitido. Pero lo más encantador de todo era que ese control de calidad tan meticuloso, independientemente del que imponía nuestro director, José Dávila, era un asunto personal, el operador de audio no se permitía el mínimo error, y en ocasiones, se tardaba más de lo que su tiempo le exigía en corregir un desperfecto en el audio que sólo él escuchaba y que sin duda, pasaría desapercibido por el público radioescucha, pero él no quedaba contento, hasta satisfacer su propio control de calidad. Eso era lo más encantador de aquella XENM a la que hoy le dedico este Réquiem.

Hoy en día, los recursos técnicos, la gran cantidad de alternativas que están a disposición, las opciones para elegir un buen software, han facilitado y optimizado el proceso de grabación y edición, y lo digo sin ánimos de menospreciar el trabajo de ingenieros y operadores de audio, finalmente, las características de este trabajo siempre exigirán de quien lo realice, un máximo de su talento creativo, aún con la tecnología de que se disponga.

Radio Casa de la Cultura o Radio Instituto Cultural, como sea, es la misma estación, fue muy importante en mi vida, primero como radioescucha, ahí, con la insustituible guía de mi papá, conocí algunas de las más trascendentes obras de la gran música de concierto, por ejemplo, las sinfonías “Pastoral” y “Coral” de Beethoven, los conciertos de violín y piano de Tchaikovsky, “La Consagración de la Primavera” de Stravinsky, la 40 de Mozart o la “Londres” de Haydn, “Carmina Burana” de Orff o el “Bolero” de Maurice Ravel. Mi papá se sentaba en su restirador a dibujar todos los sábados en la mañana, mientras yo, con mis seis o siete años jugaba con mis carros a escala mientras mi papá me decía con lujo de paciencia: “escucha, es el Concierto “Emperador” de Beethoven, imagínate, era sordo y así compuso esa música”. Recuerdo bien aquellos sábados en la mañana, gracias a eso, hoy en día vivo a plenitud este delicioso padecimiento llamado “Melomanía”, según dicen los que saben, y yo lo he comprobado en carne propia, es un padecimiento progresivo, regenerativo y vital.

Pero qué cosas pasan, apenas entraba en calor y se alborotaban mis recuerdos cuando el contador de palabras me dice que ya me excedí y que es hora de despedirme. Bueno, quedó el tema inconcluso, así que si me lo permites, en el Banquete de la próxima semana concluiremos este Réquiem XENM, Op. 1320, aún queda mucho por decir, y parafraseando a León Greco, “sólo le pido a Dios” que no me pase lo que a Mozart, que dejó su Réquiem inconcluso. Hasta la próxima, si Dios no dispone lo contrario.



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