El Pacto por México, como cualquier alimento o medicina chatarra que las trasnacionales promocionan a través de los medios masivos de comunicación, se nos ofreció como un producto milagro en cuya envoltura, por demás llamativa, se imprimió una engañosa tabla de información nutrimental que señalaba el alto valor vitamínico aportado por las tres grandes fuerzas políticas, PRI, PAN, PRD, suficiente para que la nación superara su postración y adquiriera la energía necesaria para aliviar su anémica condición económica.
De los siete partidos políticos existentes en el país que pueblan nuestra maltrecha democracia mexicana, sólo tres fueron llamados por el gobierno impostor de Enrique Peña Nieto a conformar el Pacto por México. Inspirados en la teoría del menor esfuerzo la tríada partidista, encarnación del nuevo Estado, se comprometió a impulsar, sin la participación de otros partidos, reformas de alto impacto en lo político, económico y social con el objeto de lograr un crecimiento sostenido y construir una sociedad de derechos sin prácticas clientelares, pobreza extrema o desigualdad social. Nadie se preguntó si ello iba más allá de lo establecido en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos o de los poderes legalmente establecidos, tal como sucedió con las reformas recién aprobadas.
De esta manera la Cámara de Diputados se limitó a refrendar los acuerdos negociados primero con los suscriptores del pacto y después presentados a debate ante la soberanía popular del Congreso. En la reforma educativa la alianza PRI-PAN fue suficiente para sacarla adelante. En la reforma hacendaria PRI- PRD hicieron lo propio. Nadie duda que en la reforma energética PRI-PAN darán la puntilla al pueblo de México. Sabíamos que algunos diputados del PRD practicarían a ciegas las maromas y genuflexiones enseñadas por los changos viejos del PRI. Las cacareadas reformas educativa y hacendaria anticipadamente negociadas por las cúpulas partidistas quedaron tal como se esperaba: un traje a la medida del PRI-PAN-PRD, entallado y con parches y zurcidos invisibles que pesar de todo, satisfizo los requerimientos de la santísima trinidad.
La gravedad de este asunto es que los acuerdos del Pacto por México están muy alejados de la comprensión intelectual de las personas físicas y morales ajenas a sus signatarios. La publicidad oficial que sigue promocionando sus “logros” está diseñada con la misma estrategia de marketing de los productos milagro que ofertan a radioescuchas y televidentes sustancias que por igual ayudan a combatir la obesidad, calvicie, estreñimiento, desmemoria, disfunción eréctil o mala suerte hasta las que ayudan a dormir bien, fortalecer el sistema inmunológico, recuperar el vigor sexual y aliviar males incurables. En este contexto las reformas emanadas del Pacto por México y votadas por el Poder Legislativo prometen curar todos los males del país y coadyuvar en la solución de los grandes problemas nacionales aunque la realidad sea diametralmente opuesta a lo que la santísima trinidad partidista anuncia como una revelación. Televisa a final de cuentas transformará dichas reformas en un “soplo divino” que difundirá como si se tratara del himno nacional mexicano a través de su telenovela estelar La Rosa de Guadalupe.
El Pacto por México o la santísima trinidad la componen tres partidos distintos y un solo hombre verdadero, Enrique Peña Nieto, al que le compraron la presidencia y a quien dogmáticamente se le depositará la gracia, el amor y la comunión de un pueblo en la conquista por su bienestar. Frente a ello, MORENA se levanta como la esperanza de México por la libre voluntad de millones de mexicanos decididos a conformar este movimiento de regeneración nacional en el partido político que reclama nuestra nación. El próximo sábado 16 de noviembre a partir de las 10 de la mañana en la plaza de la patria en Aguascalientes estaremos con Andrés Manuel López Obrador para aportar nuestro esfuerzo a esta tarea.
