- “El cuarto eje rector de cualquier país es el medio ambiente”, insiste investigador de la UNAM
- Cuba y Estados Unidos ya tomaron algunas precauciones
Gerardo Ceballos González, investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), hizo críticas a una fracción de las políticas públicas antes de dictar la conferencia Perspectivas de conocimiento y conservación de la fauna mexicana.
“En este país ahora se habla de una Reforma Educativa, de una Reforma Fiscal, pero no hablamos de una Reforma Ambiental. El cuarto eje rector de cualquier país es el medio ambiente, está el eje social, el económico y el político y ahora el ambiental, que debe convertirse en una cuestión de seguridad nacional”.
El rubro ha sido descuidado, refirió, pues tres huracanes bastaron para causar daños equivalentes al uno por ciento del Producto Interno Bruto.
“Para que se den una idea de lo que significa esto, todo el recurso que destina el gobierno a la educación y a la tecnología, es del 0.3 por ciento del Producto Interno Bruto… La planeación se tiene que hacer con una base ambiental”.
Las inundaciones que afectaron entidades como Guerrero, Tamaulipas, Veracruz, Oaxaca y Michoacán se vieron acentuadas por el cambio climático y por las “malas políticas del uso del territorio. Si las universidades y los científicos nos involucramos en esto podemos dar las bases” de la prevención.
Ceballos aseguró que el Estado cuenta con la tecnología necesaria para evitar riesgos tanto a la población como al resto de la diversidad natural.
“No hay que construir en las zonas planas, ya tenemos la manera de hacer predicciones de qué se está inundando y qué se va a inundar. Las carreteras, en países con mejor visión como Cuba o Estados Unidos, todas las autopistas tienen cada 20 o 30 kilómetros un espacio amplio donde pueden aterrizar aviones Hércules… en caso de un desastre (puedes) convertirlos en pistas para distribuir la ayuda”.
Observó que “en este país no hacemos eso, los hacemos con curvas, mal planeados. Una planeación de esa naturaleza se requiere para que en el futuro podamos enfrentarnos al cambio climático de una manera más correcta”.
Asimismo, alertó sobre la necesidad de vincular a las instituciones con la comunidad científica, ya que cuando sus opiniones no son tomadas en cuenta normalmente aquéllas fallan en el objetivo de resguardar la integridad humana.
El acercamiento “es fundamental, lo que ha pasado es que hasta hace pocos años los científicos teníamos que hacer buena ciencia y publicarla en buenas revistas científicas a nivel internacional. Ahora es menester que los científicos podamos poner a disposición de las autoridades esta información”.
De visita en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, el investigador de la UNAM anotó que las instituciones de provincia deben dar otro paso hacia el gobierno para tratar de influir en sus políticas de gestión del territorio.
“Es una falacia que consideremos que la conservación y el desarrollo están peleados, no puede haber conservación sin desarrollo y no puede haber desarrollo sin conservación”.
Reconoció que en México ha habido progresos en materia de preservación de flora y fauna. Sin embargo aún hay cuatro mil especies en riesgo de desaparecer.
“Que yo sepa no se ha extinguido ninguna en los últimos 20 años. Hemos logrado pararlo, algunas como el borrego cimarrón, el cocodrilo de Morelet y algunos murciélagos se han recuperado”.
El águila real, la guacamaya roja, el manatí, el águila arpía, la guacamaya enana de occidente, el jabalí de labios blancos, el tapir, el jaguar y el teporingo aún “son especies muy amenazadas”.
“Nos falta mucho qué hacer, pero vamos en el camino correcto. Creo que si la ciencia y los científicos, si nos involucramos más en este tema con la sociedad y con el gobierno, podemos mejorar” la situación.




