- No podría describirla con otras palabras: Ángel Mejía
- Siempre apoyó a todo mundo, siempre ayudó a los demás: Jorge Ávila Storer
Adelina Eugenia Alcalá Gallegos nació en el mes de noviembre de 1944 en la colonia San Miguel Chapultepec, en México Distrito Federal, hija de Francisco Alcalá Gutiérrez y Adelina Gallegos Díaz fue la mayor de siete hermanos.
Dado a su carácter afable tuvo una relación cercana con sus hermanos, sobre todo con María Luisa, Guicha, la más pequeña de sus hermanas, quien era su protegida y con quien tenía un fuerte lazo de hermandad y cariño.
Obtuvo su licenciatura como profesora de educación media con especialización en Lengua y Literatura Española, en la Escuela Normal Superior de México en 1977 y su maestría en literatura mexicana en la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) en el 2007.
Conocida por su gran carisma y sus inagotables fuerzas por impartir conocimiento, es considerada como una de las integrantes de la familia del arte en la década de los 70´s y 80´s.
“Tenía un carácter muy jovial, muy cordial, muy ameno, con una educación finísima, sí selectiva pero muy popular, la escuchabas cantar, reír a carcajadas como lo hacía muy frecuente” comentó José Ángel Mejía, perteneciente al departamento de relaciones públicas del Instituto Cultural de Aguascalientes, quien sostuvo una amistad cercana a Adelina Alcalá.
Ángel Mejía durante su participación en el grupo teatral La columna de Aguascalientes en el año de 1985 conoció a Adelina Alcalá en la Casa de la Cultura, aseveró que la maestra era una mujer que no pasaba desapercibida, pues se involucraba con todos los grupos artísticos.
“Fue uno de los personajes alrededor de la vida cultural de esa época, que además la Casa de la Cultura como era la centralización de la actividad cultural, tú veías a la maestra Alcalá recorrer los salones, recorrer los patios y visitando cualquier tipo de actividades, ella siendo una maestra de Literatura se involucró de una manera muy rica y además en muchas instituciones”.
Adelina Alcalá, ocupaba el cargo de subdirección en la época de Ladislao Juárez Ponce, tenía su oficina subiendo las escaleras de la Casa de la Cultura Víctor Sandoval, lo que actualmente son los baños, “era de esas oficinas en las que no debías tocar siempre estaba muy al pendiente, muy servicial” era recordada por los artistas como una persona de puertas abiertas.
La promotora cultural, disfrutaba de leer poesía, literatura regional así como sacra; fue reconocida por su trayectoria y sus obras con el título de maestra emérita por la UAA y con el premio del Fideicomiso Profesor Enrique Olivares Santana.
“Ella tenía mucho entusiasmo, fue una persona muy linda siempre apoyando a todo mundo, siempre ayudando a los demás”, comentó Jorge Ávila Storer investigador del departamento de Letras de la UAA, quien expresó que la habilidad de Adelina Alcalá por distribuir y posicionar libros entre la gente así como sus aportaciones a la enseñanza de la literatura eran superados por su sencillez y empatía con las personas.
“Para mí fue muy agradable tratar a la maestra Adelina como amiga, era excelente, era una muy buena maestra, todo mundo la quería mucho, luego andábamos caminando por la calle, no podíamos avanzar 100 metros porque como dicen por ahí, en todos lados se le atoraba el rebozo, se encontraba a una persona como cada cinco metros, era una experiencia de ese tipo”, explicó que las amistades no las restringía a una edad, era cercana a todas las generaciones.
Recordó que fue en la UAA cuando fueron invitados a renovar los programas de estudio, realizar capacitación de maestros y sobre todo actualizar los contenidos bibliográficos, “escribimos cuatro libros que fueron parte escritos, parte antológicos, escribimos uno de introducción literaria era justamente la idea teórica que considerábamos necesitaba el alumno para poderse enfrentar al programa literario, uno de literatura hispanoamericana, otro de literatura europeo y uno más de lingüística”.
Ávila Storer relató que eran jornadas largas de trabajo que terminaban hasta las tres de la mañana, sin embargo la costumbre de Adelina Alcalá era que antes de comenzar había que disfrutar de una buena cena “habitualmente nos juntábamos en su casa donde vivía con su hermana, era una muy buena anfitriona, ella tenía la versión que para poder trabajar había que comer antes, entonces llegábamos y lo primero que hacía era una muy buena cena y luego ya nos poníamos a trabajar”.
Adelina Alcalá en su pasión por la enseñanza impartió clases en el colegio Guadalupe Victoria durante muchos años, posteriormente en la secundaria y bachillerato de la UAA, hasta hace poco se le podía ver todavía en el colegio Portugal; “entre esa manera de ser que tenía, que compartía todo lo que tenía, daba luego clases a las señoras de tejido”, comentó entre risas su amigo.
Fue en el último año de su vida que la diabetes agravó su estado de salud ocasionando cambios drásticos en sus niveles de presión, “sus últimos tiempos, por desgracia, por la edad ya se veía un poco deteriorada, pero ni así se le quitaba lo contento”.
Definida como noble y bondadosa, sus amigos lamentan una pérdida en sus corazones y una pérdida para la promoción de la cultura en Aguascalientes, “no podría describirla con una palabra, quizás con una frase: mujer de todos los tiempos, por esa diversidad que tenía de conocidos, de todas las generaciones con una gran calidad humana”, detalló Ángel Mejía.
Foto: Archivo LJA
