La naturaleza de los elementos objeto de estudio en ciertos dominios de la ciencia hacen que el paso de la micro visión a la macro visión plantee problemas en extremo difíciles de resolver. Me explico: la física, por ejemplo, que se suele exhibir como la ciencia ejemplar, no es ajena a este conflicto. Las dos teorías físicas más firmemente establecidas hasta hoy, no son compatibles. El llamado modelo estándar para la física de las partículas elementales (micro física) y la relatividad general que explica la gravedad en cosmología (macro física), son excluyentes. Si se probase que una es completa (que puede explicar todo) la otra deberá ser falsa y viceversa. Esto, no obstante que los resultados experimentales, hasta el presente, han resultados correctos en ambos casos considerados por separado. Es decir, no existe, al menos por ahora, una explicación única del comportamiento del mundo físico tomado en su conjunto: hay entre lo micro y lo macro físico una escisión que, hasta hoy, no ha podido resolverse.
En sus últimos años de vida, Albert Einstein se afanó en la búsqueda de una “teoría del todo”, del “campo unificado”; no obstante, los intensos esfuerzos que realizó en esta dirección resultaron infructuosos. Los físicos contemporáneos han seguido esta orientación de su trabajo y buscan la unificación de toda la física en una sola teoría. Al parecer, la llamada teoría de las súper-cuerdas puede ser el instrumento apto para esa tarea de unificación entre lo micro y lo macro físico. Sin embargo, habrá que esperar todavía algunos años o algunas décadas más para saber si esta última concepción es la anhelada respuesta a esa búsqueda de la unicidad en la física.
Si en la ciencia más reputada ocurren estas anomalías conceptuales ¿qué esperar de las ciencias sociales en general y en la economía en particular, menos rigurosas y menos formalizadas que aquella? Es claro que también se observan dificultades cognoscitivas para pasar de los comportamientos individuales a las regularidades globales que inducen en la sociedad. En el caso de la economía, la conexión entre micro y macro ha planteado muy complejas dificultades. Parece que se trata de dos ciencias diferentes y no suele ser lógicamente claro, hasta ahora, el proceso de pasar de los comportamientos individuales a los efectos globales que inducen en la sociedad en su conjunto.
Por ejemplo, en el caso de la economía considérense las llamadas externalidades negativas. Se dice que ocurre una externalidad de este tipo cuando una decisión individual, que es intrínsecamente favorable a una persona, da lugar a un mal social cuando es adoptada por un buen número de individuos. Un ejemplo cotidiano es la adquisición de un automóvil y sus efectos en el tráfico de una localidad. Es posible que, dadas ciertas circunstancias, una persona se beneficie al adquirir un automóvil. Pero si una gran cantidad de personas decide lo mismo, puede ocurrir, y de hecho ocurre, que el tráfico se complique y se convierta en una desventaja para la sociedad. En este caso, los taxistas, por ejemplo, requerirán más tiempo para completar sus servicios y consecuentemente podrán hacer menos de ellos con lo que disminuirían sus ingresos o subirán sus costos, sin tener ninguna responsabilidad directa en este fenómeno. El tránsito de las ambulancias que transportan heridos o enfermos graves se vuelve lento y pone en riesgo vidas humanas, entre otras consecuencias resultantes de la complicación del tráfico vehicular. En suma: una decisión que es benéfica para un individuo en un momento dado no lo es necesariamente para la comunidad cierto tiempo después, si esa misma decisión se repite un gran número de veces. En otros temas como en las redes de comercio, la distribución espacial del desempleo, el equilibrio de los precios en mercados descentralizados, la volatilidad de los beneficios al capital también hay efectos globales que dependen de un gran número de decisiones individuales autónomas.
Para enfrentar este tipo de problemas, algunos economistas contemporáneos conjuntamente con otros especialistas de distintas formaciones: computólogos, sociólogos, antropólogos, han venido perfeccionando un nuevo paradigma, un nuevo modo de explicación concebido para dar cuenta de este tipo de fenómenos. Esta nueva manera de enfocar los asuntos del tipo descrito se ha denominado Ciencia Social Generativa; se habla también de Ciencia de las Sociedades Artificiales. Según uno de los especialistas más connotados en la construcción de este nuevo paradigma, Josuha M. Epstein, el término “Generativa” se ha tomado de la obra de Chomsky, quien es, como se sabe, el creador de las Gramáticas Generativas. En este tipo de gramática, un simple vocabulario y unas reglas para combinar sus elementos son capaces de “generar” todos los discursos posibles en ese lenguaje. Hay una similitud entonces con la generación de efectos globales sociales a partir de decisiones individuales. De ahí la adopción del calificativo “generativa” para esta manera de entender la ciencia social.
Esta concepción de la ciencia social se inspira en los trabajos que la inteligencia artificial ha desarrollado en torno de un tema conocido con el nombre de sistemas multi-agentes. En términos un tanto esquemáticos podríamos decir que el principio general de la ciencia social generativa puede describirse así:
Se sitúa una población inicial virtual de agentes autónomos y heterogéneos en un entorno espacial apropiado (definido en un sustrato digital). A cada uno de estos agentes (que son programas de software) se les asignan reglas de actuación simples y locales (esto es, que sean lógicamente simples y válidas sólo en su entorno inmediato), y se les hace interactuar en forma recurrente. Después de un cierto tiempo de interacción de estos agentes se generarían los resultados emergentes que afectan a la sociedad en su conjunto.
Algunas aplicaciones de este nuevo paradigma has ofrecido resultados de alto interés teórico y práctico, por decir lo menos. En otras ciencias sociales distintas a la economía se han obtenido igualmente resultados sugestivos. Se han desarrollado modelos de este tipo para estudiar, por ejemplo, la emergencia y estabilidad social de ciertas conductas determinadas por la introducción de normas equitativas. Después se procede a examinar, en otro momento, las diferencias que se producen a nivel social cuando las normas introducidas son inequitativas. Se han obtenido, asimismo, resultados relevantes en el estudio de la violencia civil y su distribución espacial en áreas urbanas. En el estudio de la difusión de las epidemias este enfoque ha dado resultados sumamente valiosos; igual de eficaz ha sido en el estudio de la difusión espacial de las innovaciones tecnológicas en materia agrícola, por citar unos cuantos ejemplos ilustrativos.
Otra ventaja de esta manera de concebir las ciencias sociales es que favorece y facilita, con naturalidad, el trabajo inter-disciplinario. No hay dificultad alguna para que las reglas de actuación que se asocian a los individuos de la población de estudio sean de carácter económico y/o jurídico y/o antropológico, etc., etc.
Como casi todas las nuevas propuestas científicas, ésta de la ciencia social generativa ha recibido numerosas críticas. En un principio se dijo en su contra que una simulación en computadora vía algoritmos, no garantizaba la validez lógica de los resultados. Algunos de los defensores del nuevo paradigma demostraron lo contario. Presentaron un teorema que establece que todo algoritmo computacional, que cumpla con ciertas características, es equivalente al más riguroso proceso de deducción lógica. Por consiguiente, los resultados de las simulaciones en computadoras para generar los efectos emergentes de poblaciones virtuales son, sin duda, lógicamente válidas y, por ende, científicamente aceptables.
En los últimos tiempos, la Economía ha sido duramente criticada. Es cierto que la crisis inmobiliaria reciente no fue oportunamente prevista. En consecuencia, se acusó a la Economía como ciencia y a algunos economistas de esa incapacidad de previsión. Pero debe decirse también que hubo otras voces que formularon advertencias pertinentes que no fueron atendidas en su momento.
No ignoro que se dice que mal de muchos es consuelo de tontos. No obstante, corro el riesgo de que se me califique de acuerdo al precepto anterior y señalo algunas concepciones erróneas en la Física. Recuérdense las nociones de espacio y tiempo absolutos postuladas nada menos que por el gran Newton y que hoy resultan insostenibles. El haber sostenido la falsa existencia de ese fantasmagórico elemento llamado éter, en el que creyeron científicos tan reputados como Maxwell… y la lista de equivocaciones de la Física podría incrementarse con facilidad. La desventaja de la Economía es que sus fallos o imprevisiones afectan el bolsillo. Y a este hecho se suele ser muy sensible en los tiempos que corren. Que la mecánica de Newton falle con rotundidad al tratar de explicar las perturbaciones en el perihelio de Mercurio (lo cual es cierto), no creo que preocupe a mucha gente, aunque se trate de un fallo teórico grave.
Mi impresión es que se cree aún que la ciencia física da lugar a una descripción lógicamente exacta de la realidad del mundo. Se acepta que representa al mundo tal cual lo percibimos. Es la concepción del “espejo” según se le ha denominado. Pero esta manera de ver el mundo ha sido desacreditada: Karl R. Popper demostró que esa creencia no se sostiene. Con base en procesos lógicos impecables probó que lo único que puede decirse con sentido de una teoría científica física es que no se ha podido demostrar que es falsa. Que se trata una articulación de conocimientos que ha resistido los experimentos que se han diseñado para falsarla. Pero en cuanto a su verdad, entendida como representación rigurosa y exacta del mundo, no se sabe mucho. Ello, no obstante a que se hayan hecho confirmaciones experimentales satisfactorias como en el caso de la mecánica clásica. Lo único que puede probarse con rigor lógico de una teoría científica es que es falsa… Es imposible saber si es o no verdadera.
La ciencia es, pues, desde mi perspectiva, un proceso permanente que procura explicaciones de sus objetos de estudio cada vez más satisfactorias en términos de integridad e inteligibilidad racionales. Por consiguiente, creo que el nuevo paradigma propuesto por la ciencia social generativa es un paso en la buena dirección. Permitirá articular, en una teoría única, los efectos de los comportamientos individuales en las regularidades macro sociales de una comunidad humana.
Hasta donde alcanzo a prever, habría que desarrollar un amplio y sostenido esfuerzo académico si se quieren incorporar estos relativamente nuevos conocimientos en la formación de nuestros futuros economistas. Confío en que algo se hará en ese sentido.




