Antes de iniciar con la reflexión del jueves quiero hacer patente mi reconocimiento a Ianis Guerrero por su profesionalismo, no cabe duda que con gente de ese tamaño podríamos iniciar un buen cambio en la sociedad; contextualizo.
Inmerso en la vorágine navideña y haciendo alarde de la “nueva tecnología” que cómo nos aleja de la comunicación directa uno a uno pero bien que nos divierte, la marca del hoy finado señor Jobs como cada año y de manera generosa hace regalos a sus clientes, desde aplicaciones lúdicas, música hasta películas completas en renta por un par de días.
Una de ellas fue “Nosotros los Nobles” dirigida por Gary Alazraki y protagonizada en su estelar por Gonzalo Vega. Desde que salió a cartelera debo admitir, no me llamó la atención verla, sé que debemos apoyar todas las manifestaciones culturales hechas por nosotros y darle vigencia a aquel eslogan ochentero que rezaba “lo hecho en México está bien hecho”, pero por más que me hice a la idea de compartir la sala con las palomitas y el resto de los espectadores, que dicho sea de paso la convirtieron en la película mexicana más taquillera de la historia de nuestra industria fílmica (cosa que no le garantiza la calidad de la producción), no me atreví a pagar por verla.
Total que para no hacer el cuento largo y hablar de lo que me atañe este jueves, decidimos hacer válida la renta gratis dándole el beneficio de la duda, así que después de ver ganar a los New Orleans Saints nos dispusimos a sincronizar el teléfono celular con el Apple TV y a disfrutar se ha dicho.
Cabe hacer mención que Nosotros los Nobles, además de hacer una referencia semántica a aquellas películas protagonizadas por Pedro Infante, tiene su origen o está basada o es una nueva versión o es un “remake” de una película del director Luis Buñuel titulada “El gran Calavera” de 1949, pero independientemente de eso, y de lo taquillera que resultó, tiene muchos errores que los críticos de cine seguramente identificaron a las primeras de cambio. Problemas de continuidad en las secuencias iniciales, un guión que en su inicio es lento, entiendo que trata de contextualizar y ubicar al espectador en la historia que se contará pero fue mucho tiempo para eso.
Y así pasaron más de veinte minutos (se me hizo una eternidad) y la película nomás no arrancaba, Don Gonzalo Vega dejando todo en la locación y sus jóvenes compañeros haciendo el esfuerzo para no ser opacados. Total que nuestros ojos y la preferencia cinematográfica no nos permitió continuar con la película y decidimos poner “stop”, abortar la misión y darle las gracias al señor Job por la renta gratis. Aguantamos hasta el momento en que los jóvenes y su papá llegan a una casa en una zona diferente a donde vivía la familia Noble.
Se acabó, no más película, indignado (como si a alguien le importara verdad) me doy de topes y me desquito en el twitter, efectivamente yo que critiqué al inicio de estas líneas la manera en que ahora nos comunicamos, levanto el celular y “twitteo” literal no iba a pagar por verla, llegó de regalo y es un asco, con todo respeto para el señor Gonzalo Vega, MALISIMA #nosotros los nobles. Y luego una más, como para rematar la crítica y ahogar mi decepción La aguanté 20 minutos, cómo pudo gustarle a la gente, malos actores menos el señor Vega. Y después de eso, ahora sí a dormir.
Recuerdo bien que uno de mis estudiantes de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad del Valle de México le pareció excelente película y hasta su Nick name cambio en sus redes sociales, se convirtió en Betho Noble, pensé en él cuando terminé de desahogar mi enojo, “seguramente Betho Chuy va a leer el twitt y el día que me vea reclamará mi comentario”.
Así quedó, no he visto a mi estudiante y no hizo ningún movimiento en el twitter con relación a mis comentarios, pero ayer querido lector, sucedió algo que no pensé ocurriera; mientras preparaba las ideas que amablemente me dejan compartir con ustedes cada jueves, afilando las uñas sobre un mensaje de texto que dieron lectura en una estación de radio local, donde por supuesto me divierto escuchando a los semidioses de las noticias, a quienes nosotros mismos alimentamos el ego, resultó que una persona pidió a la sociedad y al gobierno estatal que no dejáramos que nos pasara lo que a Oaxaca o Guerrero y su magisterio, eso me orilló a esbozar un cuadro comparativo entre los citados conflictos magisteriales y el que se está fraguando acá en la tierra de la gente buena, pero mientras estaba preparando la columna escuché la alerta del twitter y tremenda sorpresa, era una marca de favorito a aquellos comentarios hacia la película por parte de Ianis Guerrero, que por supuesto en ese momento no tenía ni la menor idea de quién se trataba hasta que revisé la cuenta y resultó ser uno de los actores de Nosotros los Nobles.
¡Qué pantalones! Pensé: qué capacidad de tolerancia a la crítica, por eso al principio apunté, estimado lector, que le reconocía a este actor por su apertura a los comentarios y porque seguramente y aunque fui agresivo con mis líneas parece que Ianis Guerrero lo tomó como lo que es, un comentario de los malos y seguramente de muchos buenos que recibieron.
Sólo que hubo un problema querido Ianis Guerrero, no llegué a la parte donde sale Lucho, tu personaje.
Eso me obliga a ver el trabajo de este actor y como simple espectador, sin ninguna otra pretensión y mucho menos ponerme en el papel del crítico de cine, retroalimentar al actor, al mexicano que día a día se esfuerza por ser mejor y aguanta vara hasta el final.
Enhorabuena Lucho.
El próximo jueves si siguen de moda los maestros, los abordamos.
Twitter: @ericazocar




