- Conferencia magistral en el marco del V Coloquio Internacional de Identidad de Género y Cultura de Equidad
- Se presenta ponencia acerca del performance guatemalteco como medio artístico de expresión en aquel país
- El performance es un arte urbano que la mayoría de las veces se manifiesta como un reclamo político y social: Aida Toledo
Como parte de las actividades encaminadas a realizar el V Coloquio Internacional de Identidad de Género y Cultura de Equidad, Aida Toledo, catedrática investigadora y poeta de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala, presentó la ponencia titulada Cuerpo y performance, como parte de un trabajo titulado Hacia una historia del cuerpo como lugar histórico y social.
El trabajo, que da cuenta de un estudio histórico acerca del performance como forma de expresión artística, se constituye como una revisión de los diversos artistas que se han valido de dicha forma de manifestación, sobre todo en cuestiones condicionadas por un contexto conflictivo que demanda una forma de expresar el descontento ante las implicaciones o efectos de los problemas suscitados.
De esta manera, la investigadora de Guatemala hizo mención a la relación entre el performance y el sicoanálisis, donde las mujeres tomaron un papel fundamental como artistas de la época guatemalteca que va de los años 90 hasta inicios del siglo XXI, donde la guerra de Guatemala es el parteaguas que convierte a los performance de un realismo místico a un efecto estético, altamente influenciado por el carácter ideológico y el compromiso ético de un contexto determinado y que se ve reflejado en las diversas formas de manifestación de performance en el país centroamericano.
El performance como forma de expresión artística, detalló Toledo, inicia con una crítica del arte tradicional, donde en el marco de la modernidad latinoamericana, lo visualiza como reflejo de la discontinuidad y shock, una experimentación basada en la banalidad o estupidez; el performance se constituye como una crítica a la realidad, que tiene como contribución diversas formas de manifestación de la sociedad, como lo fue la Huelga de San Carlos en Guatemala.
Aunado a ello, explicó que la relación entre el cuerpo y performance se cristaliza con la asociación al dolor y el asedio de discursos y la falta de diálogo, donde artistas como Jessica Lagunas dan cuenta de imágenes relacionadas con los fenómenos corpóreos y de los cambios hormonales, fotografiando la acción corporal a través de su vagina y su rostro, como relación entre el sentir del cuerpo exterior y el interior.
Por su parte, Regina Galindo se convierte en una forma de expresión a través de los performance en contraste con la utilización de la cirugía estética, convirtiendo su propio cuerpo en el performance donde un médico aplicó una cirugía sin anestesia, forma de expresión que le valiera importantes premios a Galindo, constituyéndose como el reclamo ante la construcción de cuerpos perfectos a través de las cirugías.
El apogeo del performance guatemalteco data de hace 18 años, cuando Guatemala se convirtiera en el escenario de una cruenta guerra que tuviera un importante número de víctimas mortales, y se constituyera como parteaguas de la forma de expresión, en los años 90; específicamente durante 1996, durante la posguerra, se convierte en el arte del momento, traduciéndose en efectos en materia de género para impulsar los estudios al respecto, como un reclamo a los efectos de la guerra.
La mayoría de los principales precursores son del género femenino, aunque también hay algunos hombres. Este arte predominantemente urbano pretendía ser el reflejo de las ciudades donde se desarrollaba y, con el paso del tiempo, se convertiría en un arte itinerante, donde las autoras viajarían por diversos países para generar nuevas formas de expresión, especialmente la labor de Mariadela Díaz, connacional de Toledo, que se valiera en su mayoría de trabajos feministas, sin dejar de lado a las otras artistas que se enfocaron en cuestiones específicas de un momento determinado, haciendo énfasis en la citada guerra y los muertos generados.
Foto: Roberto Guerra




