¿Cuántas veces hemos escuchado aquella profecía respecto a que en las guerras del futuro los hombres pelearan por un vaso de agua y no por oro, petróleo o territorios? Actualmente en Aguascalientes debemos preocuparnos por la escasez del líquido, cada vez somos más quienes sufrimos las consecuencias del desperdicio del agua.
No tenemos agua porque no la sabemos cuidar, no tenemos agua porque permitimos que se fugue, no la tenemos porque simplemente al regalarla por razones políticas provocamos que no se cuide y promovemos su desperdicio. ¿Cuántos de quienes escuchan que el agua es escasa y que se está acabando, piensan que no es más que una cantaleta fastidiosa y publicitaria de algún gobierno?
En Aguascalientes, ya es costumbre la manipulación política del tema del servicio de agua potable en la víspera de elecciones, con la única finalidad de ganarse a los votantes mediante propuestas de medidas absurdas que en nada contribuyen a solucionar el problema más grave al que habrá de enfrentarse la sociedad en un futuro cercano.
Esta Ciudad ya no puede darse el lujo de jugar con el agua, de derrocharla como si no hubiese mañana, de malgastarla como si se pudiera producir a voluntad, de tratarla con la misma displicencia con la que hemos tratado el resto de nuestros recursos naturales.
El desperdicio del agua promueve, a su vez, mayor dispendio. En este como en otros casos, las políticas populistas terminan generando una perversa situación de despilfarro de recursos.
Debe considerarse una falta muy grave al Bien Común la creación de infraestructura urbana que provoque el desperdicio del Agua, que no prevea su reúso, que no la aproveche al máximo.
La existencia de tarifas inadecuadas y la falta de pago de los servicios, o su pago inequitativo, son causantes de las deficiencias en los mismos: del desperdicio del agua potable, y con éste, de la energía eléctrica, la infraestructura hidráulica; de la contaminación creciente del agua, del deterioro ambiental, de riesgos para la salud de la población, del deterioro de la economía familiar, y un largo etcétera.
Ofrecer servicios que involucren altos consumos de agua debilita a los Municipios, además de fomentar el desperdicio y la contaminación del recurso. Por otro lado, no cobrar a todos los beneficiarios, o no hacerlo en forma proporcional al costo y al beneficio que les corresponde, provoca además subsidios de los sectores débiles de la sociedad hacia los fuertes.
Eliminar la amenaza del corte del servicio al usuario moroso, a cambio del incremento del costo por parte del usuario cumplido. Esto es fomentar la cultura de no pago, o más bien dicho, la incultura del agua. Y es ese el enemigo a vencer: nuestra lacerante incultura.
Si hubiera alguna duda de lo anterior, basta con que observemos las siguientes estadísticas de recaudación, de Aguascalientes: En 1994 y 1995 la eficiencia en recaudación del Municipio era por el orden del 85 o 90%, respecto a la facturación, sin embargo, en 1996, que se prohibieron los cortes del agua, la recaudación cayó hasta 63% en su punto más bajo, recuperándose para 1997 cuando nuevamente se suspendió el servicio, y hasta la fecha, el índice de usuarios cumplidos es mayor al 90%.
Un sistema de precios reales tiene muchas funciones en una economía, pero la más importante es que se convierte en el más eficaz regulador del consumo. No hay burócrata ni regulación que pueda obtener un resultado siquiera aproximado en eficacia.
El Municipio de Aguascalientes es uno de los mejor equipados en servicios de agua potable y alcantarillado del país, al llegar al 98.9% de los habitantes, pero este esfuerzo requiere de un mejor cuidado del vital líquido.
México está considerado dentro de los parámetros mundiales como un país con poca disponibilidad de agua por habitante (apenas poco más de cuatro mil m3/año) y dentro de lo bajo del país, nuestra cuenca (Lerma-Santiago) es de las más bajas (mil 800 m3/año) pero como Aguascalientes está en la zona alta, tenemos la desdichada fatalidad de que nos toca todavía menos (585 m3/año). La disponibilidad que tenemos es igual a cualquier habitante saharaui (desierto africano) donde se derraman gotas de sangre en busca de litros de agua(1).
En la cristalina simplicidad de oxígeno e hidrógeno hermanados en el Agua, se encuentra la clave de la importancia para la vida, para la agricultura, para la industria, para la limpieza, y para la salud.
Ha iniciado la más implacable de las guerras que jamás haya imaginado la humanidad: la que consiste en poseer recursos naturales. Quienes detenten agua y energía (aquella que consuma la menor cantidad de recursos posibles) tendrán el futuro garantizado, quienes no… no.
World Resources 2000-2001. People and ecosystems: the fraying web of life. World Resources Institute (WRI). Washington, DC, 2000. www.wri.com
Twitter @manuelcortina
