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Feria de Pueblo
A días de empezar la edición 2014 de la Feria Nacional de San Marcos es normal que en los medios de comunicación locales surjan los habituales comentarios acerca de si es el punto más bajo de todos los vicios de nuestra sociedad. Y con la temporalidad vienen las notas habituales acerca de los embarazos en la feria, el consumo indiscriminado de alcohol en la vía pública y posteriormente lo gastada que quedó la sociedad en el aspecto económico, sin dejar de lado el moral.
Resulta también interesante que muchas actividades parecen detenidas por San Marcos. Desde que baja la afluencia en bares fuera de la zona ferial, aunque sea por una cuadra, hasta que para que se emitan ciertos pagos no es raro que los clientes digan “después de la feria hablamos”.
Cuando iba en la secundaria, por allá del 2002, el hermano mayor de un amigo decía que él no asistía ni un solo día al perímetro ferial. En ese tiempo me parecía increíble debido a que San Marcos es un monstruo que invariablemente te arrastra. O eso más bien era cierto hace algunos años, por la falta de variedad y entretenimiento en Aguascalientes, la cual era antes todavía más evidente.
Nadie me cree pero ya en preparatoria iba todos los días a San Marcos; pero a los conciertos y uno que otro evento cultural. Y sí, había cierto grupo de personas que sin mucho en común, asistíamos casi a diario a foros como El Cuartel del Arte o el efímero escenario en el lobby de la Ex Escuela de Cristo, ahora desperdiciado. Ni hablar de El Teatro del Pueblo, antes de actos un tanto más variados y ahora con un calendario volcado a un público popular. Seguro que a la hora de las sumas, basta con que ellos voten.
Al invitar a mis compañeros de escuela, no era raro escuchar comentarios como que “¿Para qué una semana más de Feria? ¿Quién va a los eventos culturales?”. Hablando de cuando duraba un mes en el sexenio de Reynoso Femat, con la última semana dedicada a la cultura. Y es que en realidad nunca me ha llamado la atención ir a caminar como idiota con una bolsa llena de vino y refresco, colocarme en un lugar al lado de amistades y empezar a ingerir bebidas provenientes de un vaso rojo. Claro, alguna vez lo he hecho y de hecho tuve un año bastante relajado en ese aspecto, pero eso bastó para saciar mi hambre de fiesta por los tiempos siguientes.
Lo que sucede siempre es lo mismo. Tener punto de reunión en donde mismo que toda la gente (El Encierro o Vips), sufrir aglomeraciones y finalmente no hacer mucho más que caminar o gorrear la tambora de alguien más. Aquellos con ciertas preferencias irán a desperdiciar el dinero en los llamados antros, a que los discriminen y traten pésimo además de sentirse protagonista del MirreBook.com por un día, o bien hay quienes sinceramente disfrutan pasear.
Un amigo, comunicólogo con alma de sociólogo, es creyente de que en San Marcos es usado como válvula de escape ante la reprimida sociedad provinciana. Conozco alguien más que afirma que San Marcos es visitado por aquellos que realmente piensan que durante esa noche cambiará su suerte. “Una noche para darlo todo”. Volverse millonario en el casino, llevarse una chica a casa, tener una velada digna de The Hangover o simplemente amanecer al lado de la escoba de un trabajador de limpieza mientras se dibuja con una sonrisa en el rostro. A estas teorías, mi hermano atina a decir “son pendejadas de antropólogo, cada quien tiene diferentes razones”.
A mí, sinceramente, me provocan algo de gracia. Volteo a ver la avenida enfrente de mi hogar ya cuando cae el sol y veo sujetos con pantalones vaqueros, engelados y levantando la mano para agarrar un taxi. Es realmente gracioso. Obviamente van con poco dinero y la lujuria al máximo. Y también, claramente, hay ejemplos del sexo femenino.
Si me subo a un taxi en tiempo de Feria, el chofer en su intento de establecer un diálogo me interrogará respecto a si voy a la zona, sobre mis intenciones amorosas con las visitantes o simplemente si pienso ponerme en estado de ebriedad. Una prueba más de que para algunos, todo Aguascalientes es San Marcos.
También hay aquellos que mencionan que este año no se van a parar ni una sola vez, pero finalmente un DJ de tres pesos o La Arrollador Banda Limón los harán arrastrarse al perímetro. En lo personal, salvo por cuestiones de trabajo (como parte de la prensa de Aguascalientes guiño guiño) no pienso ni siquiera pisar Carranza o ir más allá de la Casa de la Cultura, con todo y su programación foránea que más bien parece dictada por promotores que paquetean excelentemente con las dependencias.
Y en otros temas
Como bien menciona Alejandro Larios en esta edición de /AUTONOMÍA, los taxistas son una de las soluciones para el transporte de miles de feriantes, ante una infraestructura de camiones urbanos deficiente y enfocada solamente a una parte de la población. Mi comentario es más que nada un grito visceral hacía los trabajadores del volante, en estos días más cotizados que una mujer dentro de una clase de Ingeniería Civil.
Si bien nunca es ejemplar el comportamiento de los choferes, es ahora cuando ilegalmente aumentan sus tarifas, son más patanes que de costumbre y se dan el lujo de no subir a pasajeros varones ya que usualmente buscan mujeres en busca de acosarlas y verse frustrados en sus fantasías. Karma, supongo.




