Ahora que llega la época vacacional en nuestro estado, es importante reflexionar sobre qué es lo que está pasando con nuestros niños y niñas en Aguascalientes; en primer lugar tienen la responsabilidad de entregar buenas calificaciones y entonces de premiarlos o castigarlos. Para mí, esto último, el castigo, no es más que el generar en la mente de los niños, que busquen o se enfrenten a la vida laboral que puede generar en ellos un cambio radical en su vida; permitiéndoles que trabajen como cerillos en los centros comerciales, ayudantes en talleres mecánicos o de costura, malabaristas de cruceros, comerciantes callejeros, repartidores de pizza o bien en jornadas agrícolas que se convierten en horas muy pesadas para ellos o en el peor de los casos, el que tengan que convivir entre la tierra, estiércol y lodo para ayudar a sus padres en la elaboración de ladrillos, adobe y cuñas; lo refiero porque me tocó constatarlo esta semana en una visita que hice a la comunidad Los Arellano al sur de nuestra capital.
Datos fríos pero, duros, de acuerdo al CONEVAL, Aguascalientes ocupa el lugar 22 a nivel nacional por el número de niños en pobreza y pobreza extrema, es decir, el 44.4% de los niños en la entidad carecen de lo más indispensable para su sano desarrollo, por lo que se ven obligados a laborar en condiciones muchas veces de explotación y sin las prestaciones de ley correspondientes en trabajos poco remunerados; de acuerdo a cifras del INEGI en la entidad laboran aproximadamente 30 mil niñas y niños para ayudar a la economía familiar, lo que representa poco más del 10% de los niños en Aguascalientes, motivo por el cual muchas veces se ven forzados a descuidar sus estudios como consecuencia de su situación.
Y qué pensar ahora que inician las vacaciones que es cuando más aumentan estos datos y se dispara la cifra del desempleo con egresados universitarios, por eso, mi pregunta ¿es bueno enseñarlos a trabajar desde pequeños para que les guste el dinero? Pero, aún ¿es malo que sabiendo que existe la pobreza extrema no permitirles que ayuden a la economía familiar? En qué difícil situación estamos al saber que desgraciadamente nuestro estado no se salva del trabajo infantil; ante ello es importante voltear a ver una posible solución en la educación, el preparar a nuestros pequeños educándolos, poniéndoles a su alcance la ciencia y tecnología, el crecimiento emocional y el amor familiar entre otras cosas. Desde el Congreso podríamos impulsar que hubiera una mayor cantidad de recursos públicos para la educación, programas sociales enfocados a erradicar en lo más posible la pobreza infantil, y que nos enfoquemos a garantizar que nuestros niños y niñas realmente gocen de todos los derechos que les concede la constitución.
Si partimos de la afirmación de que nuestros niños y jóvenes son el futuro de nuestro estado y por ende del país, estamos ante un futuro incierto y cada vez más desalentador; por eso, nadie piense que las cosas cambiarán de un día para otro sólo por decreto. Un cambio que pueda consolidarse necesitará de la suma de hechos cotidianos que en su persistencia derroten cualquier inmovilismo, además de un compromiso activo de la sociedad en ese cambio.
Ningún dirigente, ningún gobernante, por más capaz que sea, puede cambiar las cosas si no hay una ciudadanía dispuesta a participar activamente de ese cambio.
Pongamos nuestro granito de arena para ayudar y aliviar la pobreza existente en nuestros niños y niñas que les impide asistir a las escuelas; y retomo las palabras Diego Luis Córdoba, abogado y político colombiano (1907-1964): “Por la ignorancia se desciende a la servidumbre, por la educación se asciende a la libertad”.
Comentarios [email protected]
