- Falta de impermeabilización en los techos está causando filtraciones y humedad en todos sus muros
- La inversión de la reconstrucción fue de alrededor de 10 millones de pesos y se tardaron 19 meses en la obra
Aguascalientes es un estado con múltiples construcciones históricas y culturales resguardadas por autoridades como el Instituto Cultural y el Instituto Nacional de Antropología e Historia; una de las más conocidas tanto por su valor histórico como por su accidente, es la Casa Terán, un recinto utilizado para actividades artísticas, culturales y literarias, ubicada en la calle Francisco Rivero y Gutiérrez número 110, antes llamada calle San Diego, en el Centro Histórico de la ciudad.
Explosión
Como ya es del conocimiento público, la madrugada del 26 de julio del 2012 Aguascalientes amaneció con la noticia de que Casa Terán había sufrido una explosión en su interior; una vez atendida por la Dirección de Protección Civil se corroboró que se había tratado de una acumulación de gas generada por una fuga en la zona de la cafetería; desde esa fecha, las declaraciones de su restauración eran divididas, frágiles y pobres, lo cual molestó y preocupó a la comunidad artística y cultural que asistía con frecuencia a este recinto, pues se había perdido parte de la historia arquitectónica de un estado.
A ocho meses del suceso (marzo 2013), la directora del ICA lamentó que la obra se detuviera por cuestiones de recursos ya que la empresa aseguradora evaluó el costo de los daños en siete millones de pesos, cuando la realidad llegaba casi a los 15 millones; al conflicto se le sumó la complicada tarea de reconstrucción por tratarse de una obra histórica, con materiales y técnicas muy antiguas.
Contando con un equipo de más de 200 trabajadores, entre cantereros, herreros, carpinteros y especialistas en decoración, y bajo la dirección de José Luis García Ruvalcaba, 19 meses después -el 25 de abril del 2014- fue inaugurada, en el marco de la Feria Nacional de San Marcos.
A pesar de que en el estudio anunciado por el arquitecto se aseguraba la no inclinación de muros ni daños posteriores, y que la reconstrucción fue valorada por casi 60 arquitectos, especialistas y peritos del INAH, ahora puede observarse una afectación grave al exterior e interior del recinto, con la reciente temporada de lluvias.
Afectaciones
Desde el jueves de hace dos semanas, cuando cayó una tormenta en el primer cuadro de la ciudad, la sala infantil de la Librería de los Escritores sufrió una “cascada” sorpresiva proveniente de una apertura en el techo de aproximadamente 20 centímetros; con apoyo del personal de Casa Terán se logró hacer la movilización inmediata de los productos evitando su daño.
El espacio puede observarse en muy malas condiciones: uno de sus muros se empieza a ladear, separándose de la parte superior y dejando una gran línea marcada sobre el azul claro, como si la reconstrucción hubiera afectado más que mejorado su estructura; según el personal, este tipo de situaciones jamás había pasado en Casa Terán, “y eso que años atrás habíamos tenido lluvias más feas”. Por ahora los libros tienen que estar amontonados en pilas para su constante movimiento, pues la humedad y filtraciones continúan presentándose a dos semanas de haberlas reportado.
Ese mismo día, la sala de lectura Desiderio Macías Silva, así como espacios libres donde aún no se restablece la cafetería y otros servicios, también fueron alcanzados por la lluvia, encharcándose en su interior y dejando manchas de humedad por todos sus muros y techos.
En la entrada (zaguán), los dos medallones de paisajes italianos se encuentran ya descarapelados por la humedad, mientras que el pórtico, que abarca todo el ancho principal y comunica a la librería y a la galería, se muestra también dañado con grandes señales de humedad y desprendimientos de pintura, dejando entrever un poco de la base blanca del material utilizado.
Aunque al día siguiente del suceso, acudiendo al llamado de los encargados de la librería, Dulce María Rivas Godoy, directora del Instituto Cultural, acompañada del arquitecto encargado de la obra y el administrador del instituto, visitaron la Casa para verificar los daños y avances de la humedad, no se observó ningún cambio.
La versión oficial aún no ha sido anunciada, y al parecer del personal interno se quiere mantener a discreción el tema; lo único que se adelantó fue la colocación de cemento para “tapar” los orificios y de este modo evitar nuevamente las cascadas al interior del recinto, “se supone que también iban a impermeabilizar, pero ya no han regresado”.
En un sondeo enfocado a usuarios del recinto, se destacó que desde su reapertura la Casa no ha revivido y “pareciera que sigue en obra”. Algunos otros lamentaron la afectación a su belleza, “todo por usar materiales chafas y clavarse el dinero”; en opinión de un arquitecto que asistió al lugar para un trabajo de análisis, la pintura utilizada fue de mala calidad, no se hizo la impermeabilización correcta en las azoteas y muy probablemente no se estudió la humedad que puede filtrarse de construcciones vecinas.
Los resultados poco favorables que ha tenido este recinto desde su apertura, se ven reflejados en la contrariedad de las autoridades que aseguran que la Casa Terán está “más que viva”. Sin embargo son pocos los usuarios que la visitan después de su reinauguración; incluso, los vendedores del tianguis cultural que durante el tiempo de obra fueron enviados a la explanada del Museo la Ex Escuela de Cristo, prefieren quedarse en dicho espacio pues Casa Terán ya no tiene el mismo público que antes.
El cuestionamiento, tanto del personal como de los usuarios, recae en por qué si se tuvo tanto tiempo para la obra no se utilizó una buena planeación. ¿Dónde quedó la perfección de la obra si para eso gastaron en 60 especialistas? ¿Qué se hizo con esos diez millones de pesos? ¿Dónde está el INAH, si estos daños no pueden esconderse? Y finalmente, ¿cómo es que un recinto histórico de esa magnitud tenga daños tan considerables, si no tiene más de cuatro meses abierta?
Recordemos un poco de su historia, la cual hace que esta situación sea aún más delicada por tratarse de un espacio legalmente constituido como Monumento Histórico del Estado. Su nombre proviene del conocido “ciudadano del mundo y defensor de la República”, José de Jesús Terán Peredo; la construcción del estilo barroco y neoclásico data del año de 1795, la historia indica que el recinto fue edificado por orden del delegado de la Villa de la Asunción de las Aguas Calientes, Felipe Pérez de Terán, abuelo de Jesús Terán; plasmando un ejemplo de las construcciones domésticas casuales del siglo XVIII.
En esa época la construcción contaba con 957.47 metros cuadrados, lindando al sur con la calle Ignacio Allende; al oriente, con el pasaje Benito Juárez; y al poniente, con la calle 5 de Mayo.
Arquitectónicamente tiene una influencia italiana por sus muros y plafones, las columnas se levantan en estípite y los arcos en herradura, mientras que los corredores están enlosados con ladrillos de barro donde se ponían pinturas y barnices diferentes, que en su tiempo tuvieron un rojo brillante. Según la historia oficial, contaba con una gran planta baja y dos accesos en la planta alta, a la que se accedía por una escalera de caracol que se encontraba en el segundo patio.
Una vez fallecido Terán, el recinto doméstico pasó por varias manos: primero a su sobrina Paz Arteaga Terán de Pani, que por su situación económica la traspasó una familia norteamericana. Después la alquiló Don Juan Valera, pero en 1891 la albacea de Jesús Terán Peredo vendió la propiedad a Enrique Flores, que al morir la heredó a sus hijos y así sucesivamente a varios dueños más, hasta que en 1986 la casa de uso doméstico fue declarada Monumento Histórico mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación.
En 1991, con motivo del año de Jesús Terán, el entonces gobernador, Miguel Ángel Barberena Vega, expropió la finca que se encontraba en litigio testamentario, la restauró y entregó al ICA para que a su vez la inaugurara como recinto cultural histórico, el 25 de abril de 1992, y fue dada a conocer como Centro de Animación Cultural Jesús Terán Peredo.




