A reserva de que tú me corrijas, amigo lector, creo que esta es la primera vez, en poco más de 20 años, que coincide un 15 de agosto, con todo lo que esto significa, con un concierto de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, y verdaderamente fue una odisea llegar al Teatro para disfrutar de uno de los programas más atractivos de la temporada, y es que de verdad, teníamos todos los elementos dispuestos para que este concierto fuera de un atractivo incuestionable, desde la programación para esta primera fecha, iniciando con la Obertura Pique Dame de Franz von Suppé, después el Concierto para Violín y Orquesta, Op. 47 en Re Menor del finlandés Jean Sibelius y después del intermedio, en la parte final del concierto, la Sinfonía Fantástica de Hector Berlioz.
Para el Op. 47 de Sibelius contamos con la presencia de la violinista Dalia Kuznecovaite, y por si las obras programadas no fueran suficientes para que este primer concierto fuera uno de los más equilibrados de toda la temporada, la batuta estaría en las manos de Enrique Bátiz, uno de los directores mexicanos activos mejor cotizados en toda la escena de la gran música de concierto, no sólo en el ámbito local, su prestigio y sapiencia musical trascienden por mucho los límites territoriales de nuestro país. Sin duda, el maestro Bátiz debe ser considerado como uno de los mejores directores mexicanos de toda la historia, él fundó una de las orquestas mexicanas más importantes de América Latina, la Sinfónica del Estado de México, la OSEM, en 1971 y desde entonces ha estado cerca de esta institución musical, que por cierto, estuvo en nuestra ciudad no hace mucho tiempo.
A pesar de las dificultades para llegar al Teatro Aguascalientes, la entrada fue considerable, no fue un lleno, pero sí hubo una respuesta favorable de parte del público melómano de Aguascalientes, sobre todo si consideramos que el primer concierto de cada temporada suele ser débil en cuanto a la respuesta del público, por fortuna, no fue este el caso.
El concierto para violín de Sibelius es uno de los grandes monumentos del lenguaje concertante para violín, sin duda, junto con los conciertos de Beethoven, el de Brahms, Max Bruch, Mendelssohn, el segundo de Paganini , Tchaikovski, que lo escucharemos en el cierre de temporada, y algunos otros como el de Dvorak o el impresionante de Shostakovich, el de Stravinsky o los dos de Bartok, es de los favoritos del público y de los grandes solistas.
La maestra Dalia Kuznecovaite nos ofreció una versión deliciosa de este concierto, que por cierto, está construido en tres movimientos con la estructura clásica del lenguaje concertante: Allegro Moderato, Adagio di molto y Allegro ma non tanto, es decir, movimiento rápido, lento y rápido. Ya sabemos que los solistas que acompañan al maestro Bátiz son siempre de primer orden y de una calidad incuestionable, exactamente como sucedió en esta primera fecha de la tercera temporada del año 2014. Resolvió con puntualidad y gran solvencia técnica todas las exigencias de este concierto, además, claro, del ingrediente extra, eso que no se aprende en los conservatorios o academias de música, la sensibilidad, ésta estuvo en todo momento a flor de piel.
Al terminar una pulcra y sensible ejecución de Sibelius, la maestra Kuznecovaite nos regaló un encore, aunque debo confesarte que no estoy seguro de qué fue lo que ejecutó, en realidad nadie de los que les pregunté sabía con exactitud qué es lo que había tocado, pero a mi entender, fue algo del compositor de Bélgica Eugene Ysaÿe, no sé si fue algún movimiento de una de sus sonatas para violín, todas ellas muy cotizadas por algunos de los más grandes violinistas de la historia a nivel mundial.
De acuerdo a lo programado, en la segunda parte de este primer concierto de la tercera temporada del año, escuchamos la Sinfonía Fantástica del compositor francés Hector Berlioz, una obra, como sabemos, de carácter descriptivo, de hecho es uno de los mejores ejemplos de lo que es la música programática. Es una de las obras claves del repertorio de cualquier buen director y que ha sido recurrente en los programas de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, pero siempre es un placer escucharla una vez más, y mejor aún, cuando el que tiene la batuta en la mano hace sonar la orquesta de esta forma.
Es verdad, el maestro Bátiz es uno de esos directores que le imprimen su sello personal a cada una de las obras que ejecutan y hacen sonar a la orquesta de una manera única y especial, la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes no tiene ese mismo sonido, no se trata únicamente de considerar si es mejor o no, sino que es absolutamente diferente, se trata de darle identidad a lo que se toca, es decir, el maestro Bátiz no hace sólo lecturas de las partituras que tiene en su atril sino que verdaderamente las interpreta, les imprime su propia esencia, entendemos que la interpretación de una obra musical no consiste solamente en hacer una lectura fiel de lo que escribió el compositor, es algo más complicado que no cualquier director consigue.
Para la segunda fecha de esta tercera temporada tendremos la Obertura Carnaval, Op. 92 de Antonin Dvorak; la Suite Algérienne, OP. 60 de Camille Saint-Saëns y el Gloria de Poulenc, con Lorena Flores, soprano, el Coro de Ópera del Instituto Cultural de Aguascalientes y la dirección del maestro Román Revueltas, titular de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes. La cita con su majestad la música es el próximo viernes 22 de agosto a las 21:00 horas en el Teatro Aguascalientes, la casa de la Orquesta Sinfónica. Por ahí nos veremos si Dios no dispone lo contrario, hasta entonces.
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