Londres, Inglaterra. 19 de febrero de 2014. El intérprete principal de Oasis, Noel Gallagher, revela que David Bowie ha sido nombrado el mejor cantante masculino de los Brit Awards. Para sorpresa del público presente y de la teleaudiencia, la súper modelo Kate Moss aparece, en representación del “Camaleón del Rock”, para recibir el premio.
La maniquí porta el mítico traje de Ziggy Stardust -el hermafrodita álter ego de Bowie. La esbelta inglesa lee el mensaje del músico londinense, el cual concluye con las siguientes palabras: “Muchas, muchas gracias y Escocia, quédate con nosotros”.
La escena arriba descrita sirve como prefacio al presente artículo, el cual pretende explicar los alcances sentimental, geopolítico y económico del referéndum, que tendrá lugar el 18 de septiembre, donde Escocia decidirá su permanencia en el Reino Unido.
En el año de 1707, una nueva nación surgió: el Reino de Gran Bretaña, compuesto por la unión de Escocia e Inglaterra. Este matrimonio ofrecía lo siguiente a las dos partes: Escocia era pobre, y continuaría siéndolo sin acceso al mercado y a los capitales ingleses. Por su parte, Inglaterra -recordando quizás las palabras de William Shakespeare en Enrique V, de que “si pretendes a Francia conquistar, por Escocia primero has de empezar”- necesitaba la ayuda de los celtas para acabar con la primacía gala.
Ante el sentimiento de sentirse relegados por el gobierno en Londres, el primer ministro británico, David Cameron, accedió a la propuesta del Parlamento en Edimburgo y de su ministro primero, Alex Salmond, de realizar un referéndum sobre la permanencia de Escocia en el Reino Unido. Hasta hace un mes, la mayoría de los sondeos mostraban una clara ventaja a favor del “NO”.
Sin embargo, la encuesta publicada el domingo 7 de septiembre por YouGov mostró por primera vez la posibilidad de que los escoceses votaran a favor de la independencia. De inmediato, las luces rojas se prendieron en Londres y las implicaciones sentimentales, económicas y geopolíticas salieron a relucir.
La Revolución Industrial, el Imperio Británico y la defensa de Gran Bretaña en dos guerras mundiales formaron una serie de lazos de sangre a ambos lados de la frontera. Además, muchas de las instituciones que forjaron la grandeza del Reino Unido (El Banco de Inglaterra, la BBC, el ejército británico, el Museo Británico y el Servicio Exterior) fueron obra conjunta de ambos pueblos.
Es precisamente esta historia común la que ha motivado a un grupo de distinguidos británicos -que incluye un premio Nobel, 18 medallistas olímpicos, 44 premios BAFTA y dos galardones Turner e integrado por celebridades como Stephen Hawking, Mick Jagger, Sting, Judi Dench, Helena Bonham Carter, Patrick Stewart y otros más- a firmar una carta, urgiendo a los escoceses a “permanecer unidos”. Además, la escritora J.K. Rowling, autora de la saga Harry Potter, donó un millón de libras esterlinas para financiar la campaña Better Together (Mejor Juntos), cuya premisa es la continuación de la unión entre Escocia e Inglaterra.
La monarquía es quizás el lazo afectivo (y constitucional) más fuerte. Es aquí donde la noticia del embarazo de la duquesa de Cambridge, Kate Middleton, habrá de apelar a la cuestión emocional, ya que William y su esposa se conocieron en la Universidad de San Andrés, ubicada en Escocia. Todo ello, aunado al sentimiento monárquico en la mayoría de los escoceses, jugará su parte al momento de votar a favor o en contra de la permanencia en la unión.
En el aspecto económico, la libra esterlina cayó en los mercados internacionales, pues una victoria de los independentistas significaría una rebaja en el nivel crediticio de los bonos de deuda británicos. Por ejemplo, Nomura, el banco más importante del Japón, advirtió a sus clientes de retirar sus inversiones del Reino Unido ante la incertidumbre respecto al resultado del referéndum. Finalmente, el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, advirtió que una Escocia independiente no podría tener a la libra esterlina como moneda pues “es incompatible con la soberanía”.
Desde el punto de vista geopolítico, el Reino Unido vería mermada su posición en el mundo, ya que posiblemente renunciaría a su asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Además, los británicos perderían el derecho de estacionar su arsenal nuclear en Escocia, pues el Partido Nacionalista Escocés no permitiría su continuación más allá del año 2020. Finalmente, la victoria separatista alentaría a los catalanes en España y a los rebeldes pro-rusos en Ucrania en sus aspiraciones de convertirse en naciones independientes.
Por su parte, el presidente de los Estados Unidos ha dicho que está en el interés de su gobierno que el Reino Unido siga siendo “un socio efectivo, unido, fuerte y robusto”. Además, el presidente de la Unión Europea, José Manuel Barroso, ha comentado que una Escocia independiente tendría “que negociar su entrada a Europa”.
Tratando de evitar el desastre, el ministro de Hacienda, George Osborne, anunció que Londres delineará el proceso para devolver más poderes a Edimburgo si gana el NO. Más todavía, los líderes de los principales partidos británicos harán campaña a favor de la permanencia de Escocia en el Reino Unido. Por último, un rayo de esperanza es la encuesta publicada por Panelbase, la cual mostró que los independentistas necesitan superar una desventaja de cuatro puntos para alzarse con la victoria.
¿La unión entre Escocia e Inglaterra ha llegado a su fin? La respuesta se develará el día 18 de septiembre cuando en las Highlands, las tierras altas donde habitan los ciervos y se destila el whisky, y en las ciudades de Aberdeen, Edimburgo y Glasgow, los escoceses salgan a votar para decidir su futuro en el siglo XXI.
Aide-Mémoire.- La partición de facto de Ucrania significa una cosa: la victoria de Vladimir Putin sobre Occidente.




