- Jornadas Académicas organizadas por la Universidad de las Artes y el Instituto Cultural de Aguascalientes
- Fabián García Huerta presentó un análisis de cómo los gobiernos han utilizado a las artes para cambiar la historia
En el marco de las Jornadas Académicas organizadas por la Universidad de las Artes y el Instituto Cultural de Aguascalientes, Fabián García Huerta, docente de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, presentó un análisis de la Revolución Mexicana desde la perspectiva de la plástica, donde destaca al arte como un lenguaje autónomo que legitima la historia real.
Algunos artistas plásticos reinterpretaron los hechos con un discurso gráfico muy específico, que los gobiernos priistas tomaron sólo lo que les funcionaba bajo su propio discurso; con apoyo visual, García Huerta comenzó con la explicación de cuando triunfa la Revolución y los primeros años de estabilidad, “todo comienza a partir de Madero en contra de Porfirio Díaz, el golpe de estado de Victoriano Huerta en contra de Madero, y posteriormente Villa, Zapata, Carranza y Obregón se van en contra de Huerta. A partir del 14 comienzan las divisiones de grupos revolucionarios”.
Después de que matan a Carranza y Obregón se queda en el poder, con Vasconcelos intentan crear un arte nacional pero esos artistas necesitaban un antecedente gráfico, algo que fuera realmente nacional y que recuperara toda la historia del porfiriato, así es como llega José Guadalupe Posada al marco de la historia.
Se destacó que para legitimar el discurso de la posrevolución, se usó solamente algunos grabados de Posada donde se criticaba a Porfirio Díaz, “se quiso dar la idea de un Posada de oposición al régimen político de la época”, en pantalla mostró un grabado donde se plasmaban las llamadas “Casas de enganche”, las cuales funcionaban para reclutar trabajadores para las plantaciones del Valle de México y del sur de Yucatán, “iban a las cantinas y hacían firmar a los borrachos enganchándolos con un poco de dinero, luego los metían en esa casa que era tipo cárcel y cuando se llenaba se los llevaban al sur”.
En otro grabado mostraban a los caciques aplastando al pueblo y en otro a varios ciudadanos pidiéndole a Díaz que viera los abusos, “en el periódico oficial se retomaba la visión de que Díaz permitía esos abusos porque no sabía lo que pasaba, son lecturas que al quitarle el texto se interpretan de distinta manera”.
Algunos grabados no salieron en los primeros catálogos de Posada porque se quería dar una imagen de él completamente en contra del régimen porfirista pero también hizo grabados en su favor, como el caso de una obra a color hecha para la Biblioteca del Niño Mexicano donde posaba Porfirio Díaz, y otro con aspectos de la supuesta paz que había traído al país. En contraste, trabajó algunos para el Diablito Rojo, un periódico de izquierda, donde mostraban un cometa con Madero y Vázquez Gómez como los que venían a iluminar a México, “la postura de Posada era imparcial, al final nunca apoyó a ningún bando él trabajaba, los grabados a quien se los pidiera”.
Otros grabado y dibujos mostraban a los zapatistas como sanguinarios y contrarios a la paz; cuando triunfa Madero, los grabados iban a su favor en un principio hasta que comenzaron a observar que no cumplía con lo tratado, “muchos empezaron a luchar en su contra como Pascual Orozco y Zapata, en un dibujo se le criticaba a Madero por estarse durmiendo mientras todos lo criticaban”, a partir de ahí las obras demostraron el desprestigio del maderismo.
Hubo más dibujantes y grabadores que por hacer trabajos mucho más agresivos no fueron incluidos en la historia de la Revolución, en sí, en el discurso oficial que los priistas quisieron manejar en las nuevas generaciones; una de las imágenes presentadas, colocaban a Zapata haciendo malabares con calaveras de los muertos, siendo ésta la imagen que se tenía de los revolucionarios como seres asesinos y ladrones en contra del progreso.
Al llegar la Escuela de Grabado Mexicano se efectuó la notificación de los supuestos héroes de la Revolución, sobre todo de los dos perdedores: Zapata y Villa, ya que según el presentador, la parte más importante de la Revolución no fue en contra de Huerta sino después cuando pelearon todos los revolucionarios entre sí.
Algunos de los muralistas mexicanos que dejaron sus obras habían estado dentro del carrancismo, salvo Diego Rivera que estaba en Europa, Siqueiros y Orozco habían trabajado con el ejército constitucionalista por lo tanto dan una versión donde el zapatismo no tiene una gran importancia.
Mientras Orozco la da énfasis a los ideólogos que hicieron planes para la nación dejando detrás a Zapata de Carranza, Siqueiros le quita el rostro y ve una lucha más homogénea, donde el pueblo lucha en contra de los caciques sin meterse en broncas de protagonistas. En el tercer mural, García Huerta presenta un anónimo de una masa de la revolución que de cierta forma sería el discurso que se empezara a manejar en el gobierno salido de la revolución: todo fue en contra de Porfirio Díaz y de huerta, todos los demás eran amigos unidos sin conflictos.
Diego Rivera da la misma continuidad del discurso, “si ven los libros de texto de historia de México se saltan esa parte, se quedan con que después del golpe de estado de Huerta llegó Carranza y ya se tuvo un final feliz”, dejando establecido a dos bloques, el de los malos sanguinarios y el de los buenos pacíficos.
Finalmente destacó a Oswaldo Barra, autor del mural ubicado en palacio de gobierno estatal, el cual es el único que toca esa parte incómoda de la historia revolucionaria real: la Soberana Convención Revolucionaria, “es incómoda porque al final de cuentas la Convención no resolvió nada y además desconoció a quien después se convertiría en el pilar del Partido revolucionario, que es Carranza”.
Barrera puso a Carranza al fondo en lo más minimizado posible junto a uno de los obreros, en la parte superior coloca a Madero y a Huerta, y en la parte inferior aparecen los convencionalistas como Obregón, Eulalio Gutiérrez y Villa, firmando la bandera; “después el gobierno ya más nuevo hacen una placa antihistérica pero que va con el discurso del PRI”, es decir, a Carranza agarrando tres rifles como símbolos de las fuerza armadas, junto a Zapata, Villa y Eulalio Gutiérrez, “es una placa en contra del discurso de la realidad”.
Con esto se plantea cómo la plástica ha dado una idea de la revolución, de cierta forma, falseada, ya que es incómodo para todo mexicano saber, leer y ver que los héroes de la nación se la pasaban en pleito interno, “propongo que revisen la historia fondo: Zapata murió a lado de un constitucionalista, Carranza felicitó a quien le tendió la trampa a Zapata y Obregón hizo todo lo posible por eliminar a Carranza”, en fin, todo lo que se ha hecho es dar una versión mitificada de la revolución para homogenizar el problema y crear héroes a quien alabar.
