Estimado lector, el lunes pasado ocurrió un evento que pasó hasta desapercibido. El presidente de la República presentó el segundo informe de actividades de su gobierno al congreso de la Unión a través de un escrito, y un mensaje a la nación.
Quedaron ya muy atrás los días en que el informe de gobierno servía más para dar pleitesía al presidente que a informar, el día que se tenía que dejar de trabajar, debido a que TODOS los mexicanos debían ver el informe en cadena nacional y en todos los canales de televisión (en aquellos tiempos era imposible pensar en tener cable), y los políticos debían asegurar su capital político presentándose en el congreso donde el presidente estaba efectuando el acto más ególatra de todos, el informe que más que informe era el autoensalzamiento del mismo presidente.
Una tercera parte del sexenio ya se fue, y seguimos esperando. Los pendientes son muchos, avances pocos y la economía sigue estancada.
Veamos un poco de lo que ha pasado. Cuando Peña llega al poder, lo primero que dice es que buscará por todos los medios acabar con el flagelo de la inseguridad, y criticaba la política que siguió Felipe Calderón para enfrentar al narcotráfico y la delincuencia organizada, diciéndonos que él sí podía acabar con el mismo. Los resultados han sido igual de catastróficos que con Calderón. Si bien es cierto, en Aguascalientes tenemos una relativa mayor seguridad que en otros lugares, eso no ha sido orquestado por la intervención federal. Tamaulipas, Michoacán, Oaxaca, son estados fallidos. El ejemplo más cruel de todos es Michoacán, donde “La Tuta” es el que realmente gobierna, uno de los autodefensas que claramente se ve que es aliado de los templarios está libre, y el doctor Mireles, un hombre cuyos ideales empezaron a calar hondo en Michoacán por un cambio para bien, está preso de manera ilegal, y aun cuando él mismo pertenece a la Masonería Mexicana y es un alto grado de la misma, no se ve que se le defienda, contraviniendo uno de los principios masónicos de la busca de la verdad, la justicia y la igualdad. Es decir, en cuanto a seguridad se refiere, seguimos con grandes deficiencias. (Valle de Bravo está en llamas, sólo por mencionar uno de los lugares que son inseguros).
Mucho se ha mencionado del beneficio económico que traerán al país las reformas estructurales, sobre todo la de telecomunicación y la energética. La realidad es que no hemos visto ningún beneficio. Si dichas reformas se “pensaron” para beneficiar a muchos, parece que no funcionó. El mayor beneficiario de la reforma de telecomunicaciones será sin lugar a dudas Carlos Slim, el mismo al que le trataron de endosar la reforma para perjudicarlo. No sólo se adelantó a los tiempos, sino que puso en una posición bastante delicada a su competencia, Iusacell, dando pie a un divorcio de los socios impensables, Salinas Pliego – Azcárraga, ya que siendo el tercer operador del país, si no se alían con otro operador (el natural es Movistar, que desea comprar la parte de Salinas Pliego por convenir más a sus intereses ser socio de Azcárraga), pasarán a ser el cuarto operador del país ya que el que compre el 30% que pondrá en venta Carlos Slim, se convertirá automáticamente en el segundo operador del país.
En la reforma energética, por otro lado, parece que como se dice, los beneficios son a largo plazo, pero mientras tanto los gasolinazos seguirán todos los meses, el aumento de la luz y el gas igual, de forma desmedida, sobre todo por parte de la comisión que, como hemos visto, ha incrementado de forma increíble sus tarifas hacia algunos sectores vulnerables de la sociedad.
Además, las otras reformas como la laboral, no han dado certidumbre jurídica a los patrones, porque siguen siendo beneficiarias mayormente de los empleados con juicios larguísimos que han dado pie a una quiebra de empresas, o de unidades económicas importantes.
Pareciera que los beneficiarios de estos primeros dos años de gobierno han sido principalmente los grandes capitales, quienes han visto crecer de forma importante sus utilidades y el precio de las acciones en el mercado, mientras que todos los demás sufrimos por buscar clientes que han desaparecido ante la brutalidad de esta “desaceleración” que ya llevamos con ella cuatro años (dos de Calderón y dos de Peña, si contamos desde el mayor pico de crecimiento económico que tuvo Calderón) y aunque Videgaray y Carstens insistan en el 5% de crecimiento, será quizá de la cintura de ambos, porque en el mercado no se ve.
En fin, esperemos que ahora sí este tercer año veamos un cambio en lo económico y seguridad para bien.
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