- Brinda Alejandro Toledo charla en torno al libro de James Joyce
- Dublineses, estampas sobre la vida citadina construida a partir de la epifanía
Los retrasos en la publicación de Dublineses, ocasionados por la censura fueron a la larga benéficos, pues en el camino se agregaron los cuentos Dos galanes, Una pequeña nube y, sobre todo, Los muertos.
Así lo consideró el escritor Alejandro Toledo durante su participación al lado de la escritora Ana Clavel en la mesa Dublineses en México, la tarde de este lunes 27 de octubre en el marco de la jornada Dublineses: a 100 años de su publicación, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Aseguró que no obstante la desesperación de Joyce por sacar adelante Dublineses, los contratiempos darían una más lograda estructura al libro, que de haberse publicado como estaba en 1905 no tendría la grandeza que llegó a alcanzar al lanzarse casi 10 años después.
“La introspección de Gretta Conroy, en el relato final, parece un anticipo del monólogo de Molly Bloom, como si Dublineses se hubiese convertido, mientras tanto y acaso sin sospecharlo el autor, en una primera maqueta de lo que sería, años después, Ulises”.
El autor del libro Estación Joyce destacó que como sucede con los clavadistas en las competencias de alto nivel, título a título, el escritor irlandés aumentó el grado de complejidad de su narrativa que arrancó con Dublineses, colección de “estampas sobre la vida en la ciudad construida a partir de la idea literaria de la epifanía: inesperados momentos de revelación que ocurren en lo cotidiano”.
Señaló que el antecedente del libro se remonta a 1904, cuando George Russell publica a Joyce en The irish homestead, tres cuentos de la serie, entre ellos Eveline.
“La respuesta desfavorable de los lectores interrumpe esa publicación y a partir de entonces, Joyce, para seguir con las metáforas acuáticas, deberá nadar a contracorriente. Es el inicio de una década oscura, una larga pesadilla, en que estuvo a punto de ahogarse o naufragar, como se prefiera, en el río revuelto o el mar profundo de lo inédito”.
A lo largo de su intervención, el escritor recordó la influencia que Dublineses ha tenido no sólo en los escritores, sino también en los cineastas, como el caso del director John Huston que eligió el soberbio relato de Joyce, Los muertos, para realizar su testamento cinematográfico mediante un film lleno de sinceridad y nostalgia.
Alejandro Toledo convocó a varios escritores para emprender ejercicios de apropiación y reescritura de los motivos y epifanías de Dublineses.
El dossier de homenaje se publicó el pasado mes de junio en el suplemento cultural Confabulario del periódico El Universal, con textos híbridos de Julián Ríos, Javier García Galiano, un ensayo del propio Toledo y cuentos de Ana Clavel, Ana García Bergua y Gerardo de la Torre.
Durante su participación, Ana Clavel dio lectura a Un tatuaje, cuento escrito a la manera de Dublineses en el que aparecen referencias a relatos como Eveline.
La ganadora del Premio de Novela Elena Poniatowska 2013 explicó que así como Joyce había tomado la idea de elaborar relatos que tuvieran como escenario barrios de Dublín, se dio cuenta que debía tomar a la Ciudad de México con elementos muy cotidianos, como el Metro y calles del Centro Histórico.
“El estilo narrativo fue como llevar una acción a otra, donde nada sale de su lugar y va dando una suerte de hilado y tensión, pero en particular hay elementos curiosos como el hecho que el personaje se llame Alina como Aline y con un cierto parecido al nombre de Eveline”, concluyó la escritora.
Con información de Conaculta




